jueves, 11 de enero de 2018

Viviendo en la Plenitud del Espíritu Santo - Lecciones en el libro de los Hechos

“De repente, se oyó un ruido desde el cielo parecido al estruendo de un viento fuerte e impetuoso que llenó la casa donde estaban sentados. Luego, algo parecido a unas llamas o lenguas de fuego aparecieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos los presentes fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otros idiomas, conforme el Espíritu Santo les daba esa capacidad” (Hch.2:2-4) NTV

El día de Pentecostés (Hch.2:1s):

Todos los discípulos estaban reunidos en un lugar, estaban orando y esperando – ellos siguieron de esa manera las instrucciones de Jesús que les dijo que esperaran. Notamos aquí que cuando había llegado el día anunciado la experiencia del derramamiento del Espíritu Santo es acompañada de un ruido y de unas lenguas como de fuego. Además notamos que como resultado de esta experiencia, todos hablan en otras lenguas (Mr.16:17). La experiencia llega así con signos conmovedores y señales asombrosas.


El apóstol Pedro predica su primera prédica después de haber recibido el poder del Espíritu Santo y la gente está tocada, quiere acercarse a Dios, quiere reconciliarse con Dios y pregunta: ¿Qué debemos hacer? La respuesta de Pedro es interesante y a la vez importante. Pedro menciona algunos elementos fundamentales para entrar en el camino como seguidor de Cristo (Hch.2:38-39).
– – – El primer elemento es: ¡Arrepiéntase! – el arrepentimiento incluye confesar y dejar el pecado (reconocer que esta en mal camino y dar la vuelta) y volverse a Dios (de cara a Dios / no es solamente dejar algo malo para ser ahora buena gente / el camino ahora es con Dios ); éste es el camino que deben seguir todos aquellos que quieren nacer de nuevo y comenzar una vida con Cristo. Esta verdad fundamental fue predicada por los apóstoles como punto de entrada a una vida reconciliada con Cristo (Hch.3:19 / Hch.17:30 / Hch.20:21 / Hch.26:20 / Mt.3:2,8-9 / Mt.4:17 /Lc.24:47 / Jn.3:3 / 2Cor.5:17-21 / 1Cor.12:13).

  • Otro elemento predicado y practicado por la primer iglesia para asegurar un buen comienzo de un creyente en Cristo fue el bautismo en agua. El bautismo en agua no es solamente un paso de obediencia (Mt.28:18-20). Éste es una acción con la cual declaramos que dejamos la vida de pecado y de rebeldía para con Dios, expresamos públicamente nuestra fe en Cristo y nuestro compromiso a seguirlo fielmente, y confesamos que la muerte y la resurrección de Cristo es la base de nuestra salvación y nada se le puede quitar y nada se le puede añadir al plan divino de salvación (Hch.8:36-38 / Hch.16:15 / Hch.16:31-34 / Hch.22:16 / 1Pe.3.21 / /Mr.16:16 / Rom.3:22-26 / Rom.5:10-11 / Rom.10:9-10 / 1Jn.5:10-12 / Ef.2:8-10).
  • Finalmente habla del regalo del Espíritu Santo que todo creyente recibe cuando nace de nuevo – nacer del Espíritu (Jn.3:3,8 / 1Cor.12:13).

El contenido de lo que hablan es las maravillas de Dios. Pedro explica que esta experiencia destacada (Hch.2:16) es el cumplimiento de la promesa de Joel 2:28-30 – allí se describe una experiencia mucho más amplia que la que vivieron algunas personas en el Antiguo Testamento. Este nuevo derramamiento del Espíritu Santo comenzó cuando Jesús lo recibió en Su bautismo en agua (Mt.3:16) y llegó a su completa inauguración en el día de Pentecostés (Hch.2).

En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo aparece como el agente de Dios revelando (Gn.41:38), empoderando a ciertos líderes para tareas específicas (Nm.11:16-17), equipando a ciertos individuos con dones especiales (Ex.31:3 / Ex.35:31), inspirando y empoderando a los profetas (1Re.18:12). El Espíritu Santo está presente desde las primeras páginas de la Biblia, sin embargo, Su rol en la vida de las personas fue bastante limitado a un periodo y a una tarea específica (1Sam16:13 / Nm.27:18).

La plenitud del Espíritu Santo – una experiencia continua (Hch.4:31).

En esta cita bíblica encontramos una nueva llenura, una especie de ‘re-llenar’ con el Espíritu Santo. Entre aquellos discípulos que estaban reunidos en esta ocasión había personas que ya habían sido llenas del Espíritu Santo en el evento de Hch.2. Observamos que la llenura del Espíritu Santo es una experiencia continua (Ef.5:17-20).

  • Cuando una persona nace de nuevo – por el Espíritu (Jn.3:3.8), el Espíritu de Dios mora en el creyente (Rom.8:9,11,23 / Ef.1:14). La venida del Espíritu Santo es inmediata y completa y define lo que es ser salvo o nacido de nuevo. Sin embargo, la presencia interna simultánea de la naturaleza pecaminosa (Rom.7:18) y las influencias externas del mundo y de los demonios (1Jn.5:19) debilitan continuamente la influencia práctica del Espíritu en nuestra vida (Ef.4:30 / Hch.7:51 / 1Tes.5:19), fallamos luego en vivir en la plenitud del Espíritu y en el andar en el Espíritu (Ef.5:15-20 / Gal.5:25 / 1Cor.3:1).
  • Por lo tanto, Dios no solo quiere que tengamos el Espíritu Santo, sino que estemos llenos (rebosando) del Espíritu Santo para vivir una vida que marca la diferencia y de impacto ministerial (Hch.1:8 / Ef.5:18 / Gal.5:22-23), una vida rebosante mejora además el ministerio mediante Sus dones y manifestaciones (1Cor.12 / Ef.4:11 / Rom.12:6-8).

Lucas define una vida en la Plenitud del Espíritu y de impacto como el resultado del bautismo en el Espíritu Santo – un bautismo que marca el comienzo de una vida con ciertas características y que debe ser repetido en numerosas ocasiones a través de diferentes medios (Hch.8:17 / Hch.10:44 / Hch.4:31), y describe los encuentros con el Espíritu Santo como una segunda experiencia luego de la conversión.
El apóstol Pablo define la vida en la Plenitud del Espíritu y de impacto y poder como el resultado de una vida continuamente llena (rebosante) del Espíritu Santo – vive cuidándose estar siempre lleno o vive llenándose del Espíritu Santo (Ef.5:15-21).

La expresión “bautizado con o en el Espíritu Santo” habla fundamentalmente de una inmersión con la característica de que es abundante para una vida que cambia a la imagen de Cristo y de poder para el ministerio (Nota: no existe una diferencia fundamental entre con y en – la frase del griego ‘batizein on’ se puede traducir de ambas formas) (Jud.20 / Ef.6:18 / Hch.1:8).

Pablo usa la frase, “bautizado”, en un sentido soteriológico para describir nuestra experiencia de conversión; la actividad del Espíritu Santo en la conversión y la de convertirnos en parte del cuerpo – “bautizados en un cuerpo” (1Cor.12:13). Para el apóstol Pablo la presencia del Espíritu Santo es la característica distintiva de ser un cristiano (Rom.8:9s). A partir de este inicial bautismo en el Espíritu Santo, en el momento de la salvación, espera Pablo que vivamos una constante vida llena (rebosante) en el Espíritu Santo (Ef.5:18 / Rom.12:11) – en la conversión se enciende la llama piloto, nuestro trabajo es encender todos los quemadores, para estar fervientes en Espíritu.
Pablo parece estar más interesado en la obra interior del Espíritu que nos une a Cristo, que da confianza al creyente y que transforma al cristiano; desde una vida cambiada por el Espíritu el cristiano entonces marca la diferencia.

Lucas usa la frase para describir poderosos encuentros con el Espíritu Santo, inicial y subsiguientes, más allá de nuestra experiencia inicial de salvación (Hch.4:8 / Hch.4:31 / Hch.7:55 / Hch.8:5-17 / Hch.19:1-7). Estas experiencias con el Espíritu Santo tienen un punto de partida destacado. Son experiencias destacadas, más no fuera de control, raras o absurdas, en la vida del creyente (Hch.19:1-7 / Hch.10:44-46).

Y cada vez que el Espíritu utiliza a un creyente de manera destacada Lucas lo veía como una nueva llenura con el Espíritu Santo – describiendo así la fuente de poder para el servicio. Lucas está más enfocado en el aspecto de las manifestaciones exteriores de la obra del Espíritu a través del creyente para el ministerio – profecías, lenguas, dirección de la misión cristiana (Hch.19:1-7 / Hch.13:1-3). Por lo tanto, Lucas no liga la venida del Espíritu al evento de la salvación.
Lucas también nos enseña cómo los apóstoles buscaban asegurar que todo aquel quien se volvía a Dios por medio de Cristo recibiera el Espíritu Santo. Lucas lo llama ser bautizados en el Espíritu Santo. Y cómo lo hemos observado: Lucas describe el bautismo en el Espíritu Santo como poderosos encuentros subsiguientes con el Espíritu Santo, más allá de nuestra experiencia inicial de salvación. (Hch.2:1s / Hch.8:5-17 / Hch.9:15-17 / Hch.10:44s / Hch.19:1-7).

Tanto Lucas como Pablo nos enseñan que después del bautismo inicial en el Espíritu Santo el creyente debe buscar vivir una vida llena (rebosante) en el Espíritu Santo (Ef.5:17-20 / Rom.12:11 / Hch.4:31).

Recibimos el Espíritu Santo cuando nos convertimos a Cristo, pero ahora queremos experimentar y vivir más plenamente la liberación del poder del Espíritu Santo para convertirnos en cristianos más eficaces.

EL APÓSTOL PABLO HACE EL SIGUIENTE LLAMADO:
“Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios. Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos. No actúen sin pensar, más bien procuren entender lo que el Señor quiere que hagan. No se emborrachen con vino, porque eso les arruinará la vida. En cambio, sean llenos del Espíritu Santo cantando salmos e himnos y canciones espirituales entre ustedes, y haciendo música al Señor en el corazón. Y den gracias por todo a Dios el Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Ef.5:15-20) NTV
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