sábado, 30 de marzo de 2013

CELEBREMOS LA RESURRECCIÓN DE CRISTO


Estamos de acuerdo, la muerte de Jesús es de suma importancia. Al estudiar la vida de Jesús es maravilloso observar todo lo que El hizo durante Su ministerio en la tierra: sanidades, liberaciones, dio de comer a los hambrientos, convirtió agua en vino, caminó sobre las aguas y enseñó con autoridad la verdad de Dios. Pero todo lo que hizo nunca hubiera sido suficiente, si no hubiera dado Su vida como sacrificio para redención de los hombres (Mt.1:21 / 1Cor.15:3). Ninguna otra muerte puede darnos lo que nos da la muerte de Jesús. Su muerte cumplió con todos los requisitos divinos para redimir a la humanidad. Del correcto entendimiento de la cruz de Cristo depende la salvación de las almas humanas (Hebr.2:14):

miércoles, 27 de marzo de 2013

Ananías, un discípulo de verdad


De Ananías no leemos mucho en la Biblia. Sin embargo, en Hch.9:10-19, leemos que él era un discípulo que ministró a Pablo, y en Hch.22:12 dice el apóstol Pablo que Ananías era un hombre piadoso o devoto – estos dos aspectos son las marcas de un verdadero discípulo de Cristo. Según el Nuevo Testamento son éstos los dos elementos clave que hacen de una persona un discípulo de Cristo, el carácter y la capacidad de servir al estilo de Jesús.

domingo, 24 de marzo de 2013

Carácter y Aptitud


CARACTER Y APTITUD (Sal.78:72):

Para desarrollar el potencial que Dios ha colocado en cada uno de nosotros, quienes somos discípulos de Cristo, y si queremos poder completar la tarea encomendada por Dios (Mt.28:18-20), es necesario que trabajemos en cambiar personalmente, en cambiar el carácter (viviendo en integridad, cambiando a la imagen de Jesús - Gal.4:19), y también debemos poner atención en desarrollar el área de las aptitudes (dones, capacidades, habilidades, conocimiento, etc. - 2Tim.3:16-17).  Esos dos elementos deben estar en un equilibrio sano para poder llegar a ser gente de influencia, así como Dios quiere que lo seamos (Mt.5:13-16 / 2Tim.3:16-17 /2Tim.2:21 /Tit.2:24 / Tit.3:1 / Hebr.10:24).

DAVID
De David se dice que era perfecto en su corazón, su carácter estaba marcado por la integridad y la sinceridad. Esta característica de su corazón influyó en el manejo de su vida y en el gobierno de la nación (su ministerio). David era un adorador de Dios, un hombre conforme al corazón de Dios (Hch.13:22). El carácter bueno y una vida de integridad es la base para el llamamiento y para el ministerio de impacto (Sal.101:1-8 / 1Re.9:4-5 / 1Re.15:5 / 1Tim.1:12). De David sabemos además que tenía aptitud, o cómo lo dice Sal.78:72: 'guio al pueblo de Israel con la destreza de sus manos' (Sal.144:1 / Sal.18:34 / 2Sam.22:35).

ANANIAS
De Ananías no leemos mucho en la Biblia. Sin embargo, en Hch.9:10-19, leemos que él era un discípulo que ministró a Saulo, al recién convertido, y en Hch.22:12 dice el apóstol Pablo que Ananías era un hombre piadoso o devoto. Estos estos dos aspectos que aparecen en la vida de Ananías nos enseñan lo que Dios espera de un cristiano. Según el Nuevo Testamento son éstos los dos elementos clave que hacen de una persona un discípulo de Cristo: el carácter y la capacidad de servir al estilo de Jesús.
 
  • Creyentes en Cristo que viven en un balance sano, entre tener un carácter formado a la imagen de Cristo y las aptitudes ministeriales necesarias para servir / ministrar, son discípulos con un gran potencial para influir, dejan un legado, multiplican discípulos y llegan bien al final.
  • Un creyente que solo tiene grandes aptitudes, pero que no tiene un carácter cambiado a la imagen de Cristo es una persona con un gran potencial para destruir vidas y organizaciones y, va a crear además todo tipo de caos.
  • Un creyente que tiene un buen carácter, pero que le faltan aptitudes, un cristiano que no ha sido debidamente entrenado, va a ser un buen y agradable cristiano, pero también será un discípulo que no influencia mucho, su impacto va ser limitado.
  • Un creyente sin carácter y sin respectivas aptitudes no va  a ir muy lejos y no traerá los frutos que Dios espera de cada uno de sus discípulos (Jn.15).
 
Esforcémonos por ser discípulos de Cristo que reflejan la imagen de Jesús y que hacen el ministerio al estilo de Jesús, y para que así cumplamos el llamado de Dios: ‘Vayan y hagan discípulos a todas las naciones’