sábado, 2 de enero de 2021

bien enfocados

 


El año 2021 ha comenzado. Creo que estamos felices de que podemos dejar atrás el 2020 con todo lo que hemos vivido relacionado con la pandemia. Miramos hacia adelante y nos invade un sentir de expectativa y de esperanza. Sin embargo, no queriendo ser un aguafiestas, considero que, aunque el calendario nos señale que estamos en el 2021, seguiremos enfrentando muchos desafíos. Las reuniones con amigos y como iglesia, los viajes, el ritmo de vida, nuestro comportamiento social, las agendas, la economía - todo seguirá trastornado por algún tiempo. Todo parece que regresar a la tal normalidad no será tan fácil.

He pensado en los discípulos de Jesús y cuando estos le preguntaron después de Su resurrección si había llegado el tiempo en el que iba a liberar a Israel de la opresión romana y si iba a restaurar su reino (Hch.1:6-7). Esto era algo así como regresar a lo antiguo, a lo normal del pasado. Pero Jesús deja ese tema en las manos del Padre. Jesús inmediatamente lleva a los discípulos a que se re-enfoquen en la Misión de Dios. No importa cuáles sean las circunstancias externas, el llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra, esa es nuestra tarea.

Esto me lleva a reflexionar asimismo acerca del apóstol Pablo y lo que anota en la carta a los filipenses: "No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección. Pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo. No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro sólo en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús" (Filp.3:12-14) NTV.

¿Olvidar el pasado y fijar la mirada en lo que tenemos por delante? Es obvio, lo arriba mencionado nos sugiere que no hay un regresar al normal del pasado. Mirar hacia delante es el llamado. En este orden de ideas sugiero que como iglesia sigamos reflexionando profundamente haciéndonos varias preguntas de fondo. Y que ojalá estas reflexiones nos lleven a re-enfocar nuestra vida y ministerio, a mirar hacia delante, mirar hacia lo importante de Dios para nuestras vidas y ministerio. Por lo menos nos debemos preguntar: 'Señor, ¿que ME quieres enseñar en estos tiempos?' ¿Qué cosas no esenciales debemos desechar? ¿Cuáles son los valores que debemos afirmar? ¿Qué le está hablando Dios a la iglesia? ¿Cómo debemos hacer y ser iglesia en estos tiempos desafiantes y en el futuro? ¿Debemos pensar en nuevos odres sin perder de vista el cumplimiento de la misión de Dios?

Sugiero lo siguiente:

Hagamos bien las cuentas y construyamos con sabiduría nuestra vida. Tomemos en serio el llamado del apóstol Pablo: "Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos. No actúen sin pensar, más bien procuren entender lo que el Señor quiere que hagan" (Ef.5:16-17) NTV.

No debemos desmayar en tiempos de crisis. No nos debemos dejar manejar por el temor y el pánico. El libro de Proverbios nos enseña diciendo: "Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza" (Prov.24:10) NVI. En estos tiempos el mundo necesita gente bien plantada y fuerte en el Señor (Jos.1:8-9). Busquemos andar en la llenura del Espíritu Santo (Ef.5:7-20 / Hch.1:8).

En la carrera de la vida necesitamos de otros que nos ayuden a llegar a donde Dios quiere que lleguemos. Si queremos cumplir con el llamado de Dios para nuestra vida y con la obra que Dios pensó para nosotros, entonces necesitamos estar con Jesús (Mt.4:19), pero también necesitamos a otros con sus dones, capacidades y personalidades para complementarnos mutuamente (Hch.2:42). Y bien dijo Larry Crabb: ‘La iglesia es una comunidad de gente que se encuentra en un viaje a Dios! Además escribe Larry Crabb: ‘El futuro de la iglesia depende de si desarrolla una verdadera comunidad. Podemos sobrevivir por un tiempo dependiendo en los números, en una comunicación hábil y en todo tipo de programas para satisfacer todas las necesidades, pero a menos que tengamos la sensación de pertenecer el uno al otro, relacionarnos sin máscaras, la iglesia vibrante de hoy se convertirá en la iglesia impotente del mañana’ (Larry Crabb). La iglesia en Movimiento entiende que para cumplir la misión va a requerir de relaciones interpersonales, del cuerpo llamado Iglesia que interactúe en unidad y con propósito para llegar a ser como Jesús y hacer lo que Jesús hizo. El hombre no fue creado para estar solo (Gn.2:18). Debemos asegurarnos en desarrollar sanas amistades y de estar acompañados de las personas correctas (Sal.1:1-3 / Prov.1 / 1Cor.15:33 / Prov.13:20 / 2Pe.2:2 / 1Cor.12:7 / Ef.4:7-16 / 1Pe.4:10-11).

Como cristianos estamos llamados a servir y ayudar según nuestras posibilidades. Jesús vino a este mundo contaminado y le sirvió con humildad y sacrificio (Lv.13:45 / Lc.5:12 / Mr.1:40-45 / Mt.20:28 / Sal.37:3 / 1Pe.3:17). Leemos en los libros de historia como los cristianos en medio de situaciones complejas y de crisis, en medio de pestes, plagas y pandemias estuvieron en tiempos pasados dispuestos a servir y ayudar. Ellos entendían que la vida es Cristo y morir es ganancia (Filp.1:21). Este es el tiempo para demostrar nuestra fe y nuestro amor. Este no es el tiempo para solo pensar en cómo nos salvamos a nosotros mismos. En estos tiempos muchos andan con temor, son aislados y excluidos de la comunidad - seamos sensibles y busquemos cómo ayudar apropiadamente.

En vez de dejarnos llevar por el temor y el pánico debemos seguir el llamado de Jesús quien nos llama a orar y a creerle a Él (Mt.6:33-34 / Mt.7:7-11 / Lc.18:1,7 / 1Sam.30:6 / Sal.34:5-7 / Sal.55:17,22 / Ef.6:18 / Col.4:2 / 1Tes.5:17-18 / 1Pe.4:7 / Jud.1:20-21). El apóstol Pablo dice: "No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús" (Filp.4:6-7) NTV.

Seamos portadores de esperanza predicando el Evangelio de Jesucristo para así atacar al virus más mortal existente en el mundo. El virus mortal que no solo quita la vida física sino la vida eterna tiene un nombre: PECADO. Cristo vino a un mundo infectado por este 'virus mortal', vivió entre nosotros, sanó a los enfermos, liberó a los endemoniados y predicó las Buenas Noticias del Reino de Dios (Lc.4:18-19). Jesús murió en aquella CRUZ para darle a este mundo esperanza y una salida a la situación desesperante. Jesús provee la medicina que cura el mal de la muerte eterna: "Jesús le dijo: -Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto. Todo el que vive en mí y cree en mí jamás morirá" (Jn.11:25-26) NTV.

APROVECHEMOS toda oportunidad para estar enfocados en compartir el Evangelio y ver una gran cosecha siendo recogida, y que Dios sea glorificado.