miércoles, 19 de febrero de 2020

el servidor multiplicador (2Tim.2:2)

“Me has oído enseñar verdades, que han sido confirmadas por muchos testigos  confiables. Ahora enseña estas verdades a otras personas dignas de confianza que estén capacitadas para transmitirlas a otros” (2Tim.2:2) NTV

Todo líder de una iglesia está llamado a invertir en la vida de otros. No recibimos algo de Dios para que nosotros seamos los únicos en beneficiarnos de ello. Si hemos aprendido algo que viene de Dios y que ha cambiado nuestras vidas para bien, como Dios lo desea, entonces tenemos una responsabilidad de transmitir eso a las siguientes generaciones de cristianos (Sal.71:18 / Sal.78:4-8).

Se dice que la prueba final de un liderazgo es si permite que otros le sigan y que ellos lleven adelante la obra comenzada. Jesús nos da en este asunto un ejemplo muy claro. El escogió a unos pocos en los cuales él invirtió su vida de manera especial y ellos después siguieron Su obra. La idea no es que solamente permitamos que otros nos sigan, sino que intencionalmente invirtamos en sus vidas para que ellos hagan lo mismo (Mr.3:14 / Mt.4:19 / Mt.9:35-38 / Mt.28:18-20 / 2Tim.2:2).

  • El ministro que enseña a otros es primero que todo un aprendiz permanente. Lo que has oído de mí. Antes de que Timoteo haya podido pensar en dar algo de valor a otros, primero debió él mismo haber aprendido. 
Una cosa que es importante en este proceso de aprendizaje es tener la actitud que se deja enseñar y el reconocer que nunca podemos dejar de aprender (Mt.5:6 / Mt.13:36 / Jn.16:17-20 / Esd.7:10 / 1Tim.4:6).  No podemos pensar que en el reino de Dios alguna vez nos vayamos a graduar.  Debemos seguir aprendiendo toda la vida.
Una segunda clave es: Debemos tener cuidado de quién aprendemos (2Tim.1:13 / 2Tim.3:10.14). De la vida de Timoteo aprendemos que su abuela y madre influyeron profundamente en la fe del joven Timoteo, pero también hubo gente como Pablo que invirtió en la vida de este líder joven.
  • El ministro fiel se preocupa por una transmisión efectiva, no solamente de la doctrina sino de la vida misma. Leemos que Timoteo debe encargar a otra gente (depositar, encomendar, poner a los pies de - Diccionario Strong's en E-Sword) lo aprendido. Lo debe transmitir de tal manera que aquellos, en los que está invirtiendo, lleguen a ser capaces (competentes) para hacer lo mismo con otros. La dinámica de la reproducción y multiplicación tiene que ser una realidad. El líder es una especie de puente entre la generación pasada y la generación que está en formación.

Como líder debo poner especial atención en el tema de la multiplicación saludable y no solo en la transmisión de alguna información. La iglesia cristiana y su misión mundial están sufriendo, no por falta de programas, sino por falta de líderes aptos y bien entrenados (Mt.9:35-38 - la necesidad es una necesidad de líderes, no de programas y tampoco es una necesidad de dinero).

Es necesario que los líderes actuales se esfuercen por levantar nuevos líderes, no solamente transmitiendo información y tratando de hacer solamente seguidores. Se requiere de una visión diferente para escoger a hombres y mujeres con potencial, que tienen el llamado de Dios y en los que queremos invertir para entrenarlos y liberarlos al ministerio y al liderazgo, y para que así ocurra verdadera multiplicación (2Tim.2:2).

El servidor invierte en hombres fieles

El apóstol Pablo enseña que hay que invertir en hombres fieles que sean idóneos para enseñar a otros. El escoger a las personas correctas para invertir en ellas siempre es un desafío. Pablo nos da una ayuda y nos dice que debemos escoger a hombres fieles.

  • Hombres fieles son temerosos de Dios (Neh.7:2), andan en integridad (Sal.101:6 / Prov.13:17), se atienen a la verdad de la Palabra de Dios y hablan verdad (Jer.23.28), cumplen con sus responsabilidades encargadas (Lc.12:42), son fieles en el manejo de las cosas pequeñas y de las riquezas y el dinero (Lc.16:10-12), y siguen a Dios incluso en momentos de persecución  y de dificultades (Apoc.2:10-13).

En el momento que nos dedicamos a escoger a aquellos en los que queremos invertir nuestra vida podemos aprender también de Jesús y de sus métodos:

  • Primero notamos a Jesús estando con la gente y andando con ellos. Durante este primer período el predicó, sanó, ministró y conoció a la gente (Lc.5 y Lc.6). Estar con la gente para conocerla es una clave en el proceso de escoger a la gente en la que queremos invertir nuestra vida.
  • Antes de escoger en quienes iba a invertir su vida pasó toda una noche en oración. Después llamó a los que Él quería que estuvieran cerca de Él y en los que Él quería invertir su vida (Lc.6:13). Es importante notar que Jesús escogió a los que iban a estar con Él. No fue un llamado general a todos, ni era la idea de tener grandes cantidades en las que iba a invertir su vida intencionalmente. 
  • Jesús esperaba de los que había llamado a ser Sus discípulos que estuvieran dispuestos a pagar el precio requerido para semejante relación (Lc.14:25-27 /  Lc.14:33 / Jn.8:31-32). Jesús exigía cierto compromiso de los llamados al discipulado. El que no estaba dispuesto a pagar ese precio tampoco lo obligaba a estar con El (Mt.19:16-22).

El servidor multiplicador se enfoca en tres áreas

Para llegar a ser los discípulos que Jesús espera que seamos, debemos ser “discipulados” –  y este es un proceso de toda la vida. Igual, si queremos multiplicar servidores, debemos poner atención a los elementos de éste proceso. El “discipulado” es un proceso continuo. Este proceso contiene los siguientes elementos:

  • El discípulo es enseñado para que conozca la sana doctrina, para que sea una persona que vive una vida que marca la diferencia, para que sea más como Jesús (Mt.5 a 7) y para que ministre como Jesús lo hizo (Jn.14:12). Si enviamos a los creyentes a servir sin el debido entrenamiento, capacitación y adiestramiento, entonces los estamos enviando al campo de batalla sin las debidas herramientas y sin la debida preparación. Esto llevará a que muchos fracasen y a que los creyentes renuncien al servicio comprometido antes de tiempo.
  • El discípulo cambia su carácter a la imagen de Jesús (2Cor.3:18). Para que esto ocurra debe el discípulo de Cristo tener la disposición a cambiar su estilo de vida, su corazón, sus hábitos, etc. (Jn.13). De Ananías leemos que él era un hombre devoto y con un buen testimonio (Hch.22:12). El carácter de todo servidor es lo que a la hora de la verdad pesa en el servicio como cristianos (Ex.18:21 / 1Tim.3:1-7 / Hch.6:3 / 2Tim.2:15-24).
  • El discípulo crece en habilidades y capacidades (Ef.4:11-16 / Mt.10). El discípulo primero debe aprender a servir con sus habilidades, dones, capacidades y talentos (manos a la obra), para ministrar efectivamente (2Tim.3:16-17 / Hebr.10:24 / Ef.2:10 /  Hch.9:10s).

Existe una diferencia marcada entre líderes que capacitan a líderes y aquellos que capacitan a seguidores.

  • Los líderes que ayudan a los seguidores en su desarrollo añaden al crecimiento de la iglesia. Tienen más bien una visión limitada, se concentran en el programa de una iglesia, no necesariamente reproducen su ministerio ni su iglesia.
  • Los líderes que capacitan a otros líderes traen multiplicación a la iglesia. Tienen una visión que va más allá que ellos mismos, son dadores generosos, levantan a otros líderes y se satisfacen del triunfo y del crecimiento de otros.

Se dice que la prueba final de un liderazgo es si permite que otros le sigan y que ellos  lleven adelante la obra comenzada.


ASIMILANDO (2 Timoteo 3:16-17)

[1] ¿Qué lecciones aprendió durante este estudio? Anote máximo tres lecciones aprendidas. ¿Qué escuchó que Dios le impresionaba, hablaba durante esta sesión?

[2] ¿Qué pasos va a tomar para ejecutar lo aprendido? Sea específico. ¿Cómo y cuándo va a comenzar con la aplicación de las lecciones en su vida y ministerio? ¿A quién le va a rendir cuentas acerca del proceso de ejecución de las lecciones?

[3] ¿Cuáles desafíos cree usted que va a enfrentar en la aplicación de las lecciones en su vida y ministerio? ¿Qué cosas ve usted como favorables para la aplicación de las lecciones?

[4] ¿Con quién va a compartir lo aprendido en esta lección? ¿Cuándo le compartirá?

[5] Anote a continuación una petición de oración relacionada con la sesión y la lección. Comparta con otros su petición y permita que ellos oren con usted.
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lunes, 10 de febrero de 2020

el servidor reflexiona (2Tim.2:1-7)

"Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo  Jesús. Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos,  encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén  capacitados para enseñar a otros. Comparte nuestros sufrimientos, como buen soldado de Cristo  Jesús. Ningún soldado que quiera agradar a su superior se enreda en cuestiones civiles. Así mismo, el atleta no recibe la corona de vencedor si no  compite según el reglamento. El labrador que trabaja duro tiene derecho a recibir primero  parte de la cosecha. Reflexiona en lo que te digo, y el Señor te dará una mayor comprensión de todo esto" (2Tim.2:1-7) NVI

El ministro y sus meditaciones (2Tim.2:7)

Pablo nos acaba de decir que un líder debe fortalecerse en la gracia, debe invertir en la vida de otros líderes; debe estar listo para sufrir penalidades; debe luchar como buen soldado concentrado/enfocado; debe correr la carrera como un atleta que corre con integridad, no usando trampas; y trabajar con dedicación como lo hace un buen labrador (agricultor).

Todas estas recomendaciones le ayudan al ministro a cumplir la tarea encomendad, y le ayudan a seguir con paciencia en la obra a la que ha sido llamado. Sobre estos asuntos debe un ministro reflexionar y permitir que Dios le aclare lo que estas verdades significan para su diario vivir y para su ministerio. Pablo creía que estas ilustraciones podían ayudar y animar a Timoteo en su ministerio. Es por eso que le hace el llamado a reflexionar sobre las cosas que Pablo le acaba de escribir.

Reflexione:

  • Esta no es la primera vez que Pablo le hace este llamado a Timoteo (1Tim.4:15). La  idea es la de ejercitar la mente, observar, pensar (Diccionario Strongs). Este llamado no lo hace solamente el apóstol Pablo, a través de toda la Biblia leemos de este llamado (Dt.4:39 / Prov.24:32 / Hebr.3:1 / Hebr.7:4 / Hebr.12:3).
    • Es obvio que las verdades de la Biblia deben ser consideradas, hay que reflexionar sobre ellas para así entender su profundidad y su aplicación a la vida y al ministerio. Todo líder debe hacer de la reflexión un ejercicio personal para así crecer en entendimiento de las verdades divinas.
    • Los creyentes son personas que reflexionan. No solamente leen por cumplir con un plan de lectura. Ellos leen y reflexionan para entender las verdades espirituales. El entendimiento no nos llega por medios misteriosos o mágicos. Hay un trabajo que cumplir: reflexionar.
    • El libro de Proverbios nos hace un llamado similar: "Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a  la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento; si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del SEÑOR y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el SEÑOR da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan  de sus labios" (Prov.2:1-6) NVI.
  • El consejo a reflexionar que da el apóstol Pablo a Timoteo suena muy similar al consejo que Dios le dio a Josué cuando éste asume el liderazgo sobre el pueblo de Israel (Jos.1:6-9). El éxito de Josué estaba directamente relacionado con su actitud frente a la Palabra de Dios. La primera recomendación que Dios le dio a Josué al recibir el mando sobre el pueblo de Israel fue la de meditar y cumplir toda la ley de Dios (Jos.1:1-9): "Este Libro de la Ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito. Porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito" (Jos.1:8 NBLH).
    • "Este libro de la ley no se apartará de tu boca": En tiempos antiguos la Palabra era leída en voz alta como ayuda para poder ser memorizada. A esa práctica es que se está haciendo alusión en este versículo. (Dt.6:6-9).
    • "Meditar": Recitarla en voz baja. (Sal.1:1-3 / Sal.119:11.15.99 / Prov.2:1-5 /  Col.3:16 / 2Tim.3:16).
    • "Cuides de hacer todo": requiere de atención intencionada para hacer y cumplir lo que dice la Palabra de Dios (Dt.5:29-33 / Mt.7:21-24 / Lc.11:28 /  Jn.13:17 / Jn.14:21 / Stg.1:22-25).
    • La prosperidad y el éxito de un líder y de todo creyente radica en su relación con la  Palabra de Dios. Todo líder debe aprender a reflexionar en las verdades de la Biblia para así entender el significado de las mismas, poder aplicarlas a la vida y al ministerio, tener convicciones basadas en la Biblia, poder hablar de ellas con seguridad y consecuentemente tener éxito en la obra (Sal.1:1-3 / 2Tim.3:14-17 / 2Tim.4:1-5).
    • Una y otra vez vemos que Josué cumplía la Palabra de Dios, la recordaba y la enseñaba a sus seguidores (Jos.1:12-15 / Jos8:30-35 / Jos.11:15 / Jos.23:6.14-16).

Las palabras de la Biblia son palabras vivas, llenas de sabiduría, pero empacadas en palabras humanas. Reflexionando acerca de las palabras de la Biblia es que podemos descubrir las riquezas espirituales que hay en ellas (Dt.6:7 / Sal.63:5-6). Especialmente los ejemplos usados por el apóstol en los versículos anteriores (2Tim.2:3-6) deben ser considerados, ya que contienen una fuerza inimaginable de ánimo, exhortación y de sabiduría para el ministerio.

El Señor te dará entendimiento:

La persona que busca entendimiento lo va a obtener de parte del Señor - es una promesa. El hombre se dedica a reflexionar y Dios le da el entendimiento. No se trata de solamente entender la Biblia intelectualmente, sino más bien por revelación de Dios. Pero lo uno no va separado de lo otro (Ef.1:17-18 /  Jn.16:13 / Jn.14:26).
Es necesario que Dios nos abra la mente para entender las verdades divinas (Lc.24:45). Podemos orar que Dios nos dé el correcto entendimiento de sus verdades (Ef.1:17-18 / Stg.1:5 / Stg.3:15). Aun el hombre más inteligente requiere de la revelación divina para entender los principios del reino de Dios.

En el proceso de la reflexión debemos recordar que Pablo le da a Timoteo algunas directrices:

  • Leer la Palabra de Dios. Ocúpate de la lectura de las Escrituras (1Tim.4:13).
  • Timoteo también debe esforzarse estudiando la Palabra de Dios (2Tim.2:15).
  • Y finalmente recordemos que nos acaba de animar a reflexionar en lo escrito en la Biblia (2Tim.2:7).

Es a través de la Verdad divina que experimentaremos la verdadera libertad (Jn.8:32). La Palabra de Dios es una mina de oro y vale la pena cualquier esfuerzo cavando por encontrar el buen oro (Sal.19:10). Si atesoramos la Palabra de Dios en nuestros corazones nos vamos a dar cuenta que ella nos es un freno poderoso para que no pequemos (Sal.119:11). La Palabra de Dios es la herramienta eficaz para todo ministerio de impacto (Hebr.4:12 /  Ef.6:12 / Is.55:10-11 / 2Tim.3:16). Es por esto que Pablo le dice más adelante a Timoteo: "Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar" (2Tim.4:2) NVI.

ASIMILANDO (2 Timoteo 3:16-17)

[1] ¿Qué lecciones aprendió durante este estudio? Anote máximo tres lecciones aprendidas. ¿Qué escuchó que Dios le impresionaba, hablaba durante esta sesión?

[2] ¿Qué pasos va a tomar para ejecutar lo aprendido? Sea específico. ¿Cómo y cuándo va a comenzar con la aplicación de las lecciones en su vida y ministerio? ¿A quién le va a rendir cuentas acerca del proceso de ejecución de las lecciones?

[3] ¿Cuáles desafíos cree usted que va a enfrentar en la aplicación de las lecciones en su vida y ministerio? ¿Qué cosas ve usted como favorables para la aplicación de las lecciones?

[4] ¿Con quién va a compartir lo aprendido en esta lección? ¿Cuándo le compartirá?

[5] Anote a continuación una petición de oración relacionada con la sesión y la lección. Comparta con otros su petición y permita que ellos oren con usted.
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sábado, 1 de febrero de 2020

el servidor fortalecido por gracia - 2Tim.2:1


“Timoteo, mi querido hijo, sé fuerte por medio de la gracia que Dios te da en Cristo Jesús” (2Tim.2:1) NTV

La necesidad de poder:

Recordemos que el apóstol es consciente de que pronto partirá de esta vida y que Timoteo tendrá que enfrentar los asuntos de la iglesia y de su vida sin el apoyo de su maestro, apóstol y padre espiritual. Para que Timoteo pueda enfrentar todos los retos existentes y por haber requiere de fuerzas que de ninguna manera las va a encontrar en sí mismo. 
La fortaleza requerida por un servidor solamente la consigue en Dios. Dios y Su gracia es la fuente inagotable de poder. El apóstol Pablo había experimentado esa fortaleza de Dios en aquel momento que sus amigos lo habían traicionado, abandonado, y mientras él tenía que enfrentar los juicios en Roma solo. Pablo habla que fue fortalecido por Dios para poder así cumplir cabalmente la tarea a la que fue llamado, y eso en medio de circunstancias difíciles: "Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que por medio de mí se llevara a cabo la predicación del mensaje y lo oyeran todos los paganos. Y fui librado de la boca del león. El Señor me librará de todo mal y me preservará para su reino celestial. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén" (2Tim.4:14-17) NVI.

En el Nuevo Testamento nos enseña Pablo lo siguiente acerca de esa fortaleza de Dios:
  • Es necesaria para enfrentar los ataques del enemigo (Ef.6:10).
  • Solamente a través de la fortaleza de Dios es que un líder puede vivir en paz en  tiempos de prosperidad y en tiempos de escasez (Filp.4:13).
  • Sin la fortaleza de Dios es imposible servir a Dios (1Tim.1:12). Por cierto, el poder de Dios es la base de todo ministerio efectivo (Hch.1:8). Necesitamos fuerzas para confiar lo aprendido a otros que son capaces de enseñar a otros. Fuerza para encomendar lo recibido a gente fiel (2Tim.2:1-2).
  • Para el tipo de ministerio que Pablo esperaba que Timoteo cumpliera se requiere de la fortaleza y del poder de Dios. La verdad no se entiende sin la ayuda del Espíritu Santo (1Cor.2:13-14).
Además leemos que Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía sino de poder, de amor y de dominio propio (2Tim.1:7). Solamente así es que podemos avanzar en la tarea de la expansión del reino de Dios.
  • Josué es animado a ser fuerte para poder cumplir con la tarea encomendada, la conquista de la tierra prometida (Jos.1:6-9).
  • Cuando David se estaba acercando a los días de su partida de esta tierra, le recomienda a su hijo Salomón que fuera fuerte y que fuera hombre para poder cumplir la tarea como rey del pueblo de Israel (1Re.2:1-3 / 1Cron.22:13).
  • Cuando David estaba experimentando un momento de gran estrés en su vida recurrió a Dios para ser fortalecido y así poder enfrentar a los enemigos que le habían causado tanto daño (1Sam.30:1-6).
  • Fue en el poder de Dios que Esteban ministró en su tiempo y muchos se convirtieron y otros experimentaron milagros en su vida (Hch.6:8).
De ninguna manera vamos a sobrevivir los desafíos y las demandas de la vida y del ministerio ni vamos a aprovechar las oportunidades de la vida y del ministerio si no nos fortalecemos continuamente en el poder de Dios.
El verbo fortalecer está acá anotado en imperativo presente (continuo), lo que significa que el llamado es a estar constantemente fortaleciéndose. La idea es estar continuamente conectado con la fuente de poder divino. De ninguna manera podemos confiar en una experiencia única del pasado, es más bien un continuo llenarse con el poder de lo alto.
Igualmente notamos que en Ef.5:18 el llamado es a buscar continuamente la llenura con el  Espíritu Santo. Es un llamado y es una actividad continua a buscar la llenura del Espíritu Santo. Notamos también que existe el peligro de estar llenos de otras cosas (vino, drogas, adicciones de toda clase, hiper-actividad, etc.) que no nos benefician en el caminar con Dios ni nos son útiles para la vida de victoria. Los días malos solamente los podemos sobrevivir bien si aprovechamos bien el tiempo andando llenos del Espíritu Santo (Ef.5:16).

La fuente de poder:
  • La fuerza humana:
Es obvio que la fuerza que llega a ser verdadera ayuda no viene de nosotros mismos. La fuerza humana no es más que eso, humana. Cuando Pedro declaró en sus propias fuerzas que iba a defender a Jesús, no entendía que en el momento que los enemigos de Jesús iban a atacar a su maestro sería incapaz de cumplir sus palabras. Finalmente resultó huyendo y negando a Jesús (Mr.14:29-30). En otra ocasión, cuando Jesús andaba sobre el agua, Pedro pidió poder caminar también sobre el agua. Todo fue bien por un rato hasta que la fe de Pedro comenzó a claudicar (Mt.14:26-31). Sin el poder de lo alto no vamos a caminar muy lejos.

Como servidores de Dios podemos ser tentados a creer que el aplauso y reconocimiento de la gente, los estudios y los títulos que tiene o las experiencias adquiridas lo hace un ministro efectivo y exitoso. Pero la realidad es totalmente otra. Cuando nos paramos detrás de un púlpito para predicar, y si somos totalmente sinceros con nosotros mismos, nos damos cuenta que para semejante tarea no estamos preparados lo suficiente. Además, las debilidades y los fracasos personales solo revelan que se requiere mucho más que la fuerza humana para poder ser un ministro efectivo. Si somos honestos, entonces debemos admitir que frecuentemente nos sentimos desnudos e inefectivos. La solución descansa en el poder de Dios obrando en y a través de nosotros.

El ministro que no admite que en sus fuerzas no puede hacer nada que valga la pena, puede ser llevado por Dios a un punto en el cual dolorosamente tiene que reconocer que sin Dios no puede hacer nada. Solamente debemos recordar a Moisés cuando quiso ayudar a salvar a su pueblo en sus propias fuerzas. Él tuvo que reconocer que así nunca iba a poder liberar al pueblo del oprobio. Recordemos también a Pedro en su intento por proteger a Jesús - al final terminó negándolo. Gracias a Dios, éstos hombres aprendieron la lección y a pesar de sus fallas Dios los restauró, educó y preparó para ser hombres que cumplieron su llamado con éxito.

Si queremos ministrar con poder no podemos dejar a un lado la experiencia de la gracia de Dios. Debemos llegar a vivir la realidad de la dependencia de Dios en todo momento, declarar constantemente nuestra propia bancarrota, y estar en manos de la gracia y de la misericordia de Dios. Esa gracia tiene muchas caras: salvación por gracia, recibir el perdón no merecido, vivir el favor de Dios en el cumplimiento de nuestras tareas, experimentar la presencia de Dios, ver las bendiciones y la ayuda de Dios en nuestra vida en todo momento, etc. (2Tim.1:9-10 / Ef.2:4-6 / 2Cor.9:5 / 1Cor.15:10).
  • La fuerza de Dios:
Para poder cumplir con la tarea encomendada es necesario tener otro poder - estamos hablando del poder de Dios. Pablo le dice a Timoteo que se fortalezca en la gracia que hay en Cristo Jesús (2Tim.2:1). En Ef.6:10 enseña Pablo que nos debemos fortalecer en el Señor y en el poder de su fuerza para poder enfrentar al enemigo con sus acechanzas. David se fortaleció en el Señor su Dios (1Sam.30:6). Jesús envió a sus discípulos a ser testigos y a hacer discípulos a todas las naciones, pero también es Él quien da el poder y la  autoridad para poder ser exitosos en esta tarea (Mt.28:18-20 / Hch.1:8). Dios es la fuente de nuestro poder.

‘Fortalécete’
La palabra ‘fortalécete’, usada acá en 2Tim.2:1, significa empoderar o tener fuerza (Diccionario Strong) y está relacionada con la palabra 'dunamis' que aparece en Hch.1:8. 'Dunamis' significa igualmente fuerza. Además tiene la idea de poder milagroso (Rom.15:19) (Diccionario Strong). 

¿Cómo podemos ser entonces fuertes en el Señor para poder enfrentar los retos de la vida y del ministerio con éxito? Partiendo de las citas bíblicas arriba mencionadas podemos aprender algunas lecciones de cómo es que nosotros podemos ser fuertes en el Señor:
  • Para ser fuertes en el Señor requerimos ante todo del poder del Espíritu Santo. En este caso estamos hablando del bautismo en el Espíritu Santo, el ser revestidos de poder (Hch.1:8 / Rom.15:19 / Lc.24:46-49 - investidos: vestirse, ponerse un vestido). El Espíritu Santo nos ha sido dado para que esté EN nosotros (Jn.14:15-17  / Rom.8:9 / 1Cor.3:16), SOBRE nosotros (Hch.10:44-47 / Hch.19:5-6 / Lc.24:46-49)  y CON nosotros (Jn.14:15-17 / Vers.17 - con: estar al lado / Hch.10:38).
    • Para mantenernos llenos del Espíritu Santo nos recomienda Pablo en Ef.5:18-21 que dejemos a un lado la vida desordenada (el pecado siempre  entristece al Espíritu Santo y de poder - Ef.4:30),
    • que nos dediquemos a practicar la disciplina cristiana de la alabanza y la  adoración a Dios
    • y que nos dediquemos igualmente a la comunión sana con otros creyentes.  Es en esa dinámica de las disciplinas cristianas que permanecemos llenos con el Espíritu Santo.
    • Fue en medio de la ministración a Dios, de parte de los líderes de la iglesia de Antioquía, que el Espíritu Santo habló (Hch.13:1-3) y cuando Pablo y Silas en la cárcel alababan a Dios las cadenas fueron rotas por el poder de Dios y toda una familia llegó a conocer a Jesucristo como su Salvador (Hch.16:25).
  • Cuando confiamos en la gracia de Dios se manifiesta el poder de Dios en y a través de nosotros, esto, a pesar de las debilidades que podamos tener o experimentar. Se trata de aceptar los límites que tenemos y confiar totalmente en la gracia, es en ese momento de dependencia que el poder de Dios se manifiesta a través de nosotros (2Cor.12:8-9 / 2Cor.13:4 / Gal.3:5).
El reino de Dios es de los pobres en espíritu (Mt.5:3 / Isa.57:15), de aquellos que reconocen su propia bancarrota y confían plenamente en Dios. Sin Dios no podemos hacer nada.
    • El éxito de Jesús era el resultado de la gracia de Dios en y sobre su vida (Lc.2:40 / Jn.1:14).
    • Los apóstoles testificaban de la resurrección de Cristo con poder porque la gracia de Dios estaba con ellos (Hch.4:33). No eran sus títulos ni posiciones ni misteriosos métodos los que los hacían aptos para ese ministerio que tanto nos impresionan, era la gracia de Dios sobre sus vidas.
      • Esteban fue un hombre que Dios grandemente usó. Pero de él se dice que era un hombre lleno de la gracia de Dios y de poder (Hch.6:8). Los milagros no ocurrían porque usaba el agua del Jordán o el aceite de oliva de Israel. Era la gracia de Dios y Su poder que obraban a través de éste hombre. La gracia de Dios y el poder van de la mano. Esteban dependía totalmente de Dios. Esteban veía esos milagros en su ministerio porque Dios le daba la mano.
      • Pablo muy bien sabía que el ministerio y su éxito era un asunto de la gracia de Dios (Rom.1:5). El llamado es un gesto de bondad de parte de Dios, y para que el ministerio dado a nosotros produzca el fruto que Dios espera, entonces Dios nos debe dar la mano - extender gracia. Tampoco estamos en el ministerio porque somos mejores que el resto de los creyentes – es pura gracia, es un privilegio poder servir juntamente con Dios. Si Dios hace cosas grandes a través de nosotros no es por nosotros mismos, sino porque su gracia nos acompaña y nos da el privilegio de ser instrumentos Suyos.
Pablo entendía claramente que la fuente de su poder era la gracia de  Dios (1Tim.1:15-16) – la gracia lo salvó, la gracia lo restauró, la gracia lo envió, la gracia lo empoderó, la gracia lo sostuvo, etc.

Pablo quería ser librado de aquel aguijón en la carne, pero a pesar de sus oraciones Dios no le ‘solucionó’ el problema. Más bien leemos que Dios iba a permitir que el poder de Dios se manifestara a través de este apóstol en su debilidad (2Cor.12:9). Pablo sabía lo que significa ser fortalecido por la gracia que hay en Cristo Jesús. Dios es quien provee (y no solo debemos pensar en dinero) todo lo necesario para que el ministro pueda hacer su ministerio en el lugar en el que Dios lo ha puesto (2Cor.9:8-11 / Rom.12:6).

Y lo que Dios nos da, eso nos lo da por gracia – recuerde el llamado es por gracia, el ministerio y su impacto es por gracia, etc. Si estoy orando por un enfermo no es mi título, ni mi fórmula ni mi experiencia la que va a motivar a Dios a actuar poderosamente a través de mí. 
Igual se aplica esto al momento que predicamos o hacemos cualquier otra cosa para el Señor. A veces pensamos que si Dios actuó a través de mí es porque soy o hice algo especial. Recordemos que es por gracia que Dios nos usa. Eso nos debe dar confianza para seguir haciendo lo que Dios nos llamó hacer. No es por lo grande que nosotros seamos, sino por lo grande que es Él.
      • Pedro y Santiago nos dicen claramente que Dios resiste al orgulloso, pero le da gracia a los humildes (Stg.4:6 / 1Pe.5:5). Pedro además nos enseña que debemos crecer en la gracia (2Pe.3:18).
      La gracia experimentada puede y debe ser desarrollada y nutrida. Como dijo alguien: la experiencia constante de gracia es como la labranza en la selva. Gracia inicial es como limpiar un terreno en la selva, pero si no se cuida, pronto volverá a desaparecer por el crecimiento de los arbustos de la selva. Si crecemos en la gracia podemos expandir nuestro territorio. Los arbustos de la selva pueden ser muy bien las obras, las fórmulas, los rituales, nuestras experiencias, nuestros títulos, etc., que fácilmente surgen y ahogan la buena siembra.
La gran tentación que tenemos como líderes es estar satisfechos con la gracia recibida en un momento de la vida y del ministerio. Recibimos gracia para un cierto ministerio y nos sentimos bien en ese nivel. Pero lo cierto es que Dios tiene más para cada uno de nosotros, no podemos dejar de crecer, no importando la edad. Para cada período o etapa de la vida Dios nos quiere dar gracia, igualmente para cada etapa del ministerio. Yo necesito gracia para el ministerio que estoy desarrollando hoy, y mañana Dios me dará más gracia para el ministerio que Dios quiere que desarrolle mañana. Lo importante es que no me quede quieto, sino que crezca en gracia. Cada nueva tarea requiere de más gracia. Debemos crecer en gracia y no solamente volvernos más viejos y resabidos, más bien debemos ser cada vez más dependientes de Dios y desear que Dios extienda Su mano para ayudarnos. Crecer en gracia es ser cada día mejores canales de Su gracia y poder, abrir cada día más espacio a Dios para que Él se manifiesta a través de vasos frágiles.
    • El ministrar desde una posición moldeada por la gracia nos mantiene humildes y nos hace poderosos en Dios.
      • Desde esa dependencia constante de Dios, y entendiendo que es por gracia que estamos donde estamos, podemos ministrar con confianza y sin vergüenza como Dios manda. Es la gracia la que nos autoriza, después de una semana de posibles fracasos (no estamos hablando de ciertos pecados que sí descalifican a un pastor de estar predicando), a pararnos el domingo detrás del púlpito y entregar un mensaje de vida. Si una cierta medida de justicia o santidad es un prerrequisito para predicar el domingo, la mayoría de los púlpitos deberían estar entonces vacíos. No se trata de negar nuestros pecados. Si los hay debemos arrepentirnos. El ministro debe aprender a buscar el trono de gracia (Hebr.4:16) y desde esa dinámica de pedir y recibir perdón entonces ministrar con gracia la Verdad de la Biblia.
      • En estos tiempos en los que la iglesia sufre de ‘titulitis’, de tener celebridades como predicadores, y de tener creyentes que comparan los diferentes programas de una iglesia, es tiempo que retomemos las cosas simples proporcionadas por la gracia de Dios, abrazadas por la fe y que tengan el sello de Cristo. Como ministros de Dios debemos renovar nuestra dependencia de él a diario. No solo necesitábamos la gracia cuando nos convertimos o cuando comenzamos el ministerio, también ahora y siempre dependemos de la gracia de Dios - de la mano que Dios nos extiende. Solamente si experimentamos a diario la gracia de Dios es que podemos de verdad comunicar la verdad con gracia y con poder, y de tal manera que la gente nos crea.
    • IMPORTANTE NOTAR: La gracia no es una gracia para hacer lo que se nos da la gana, creyendo que podemos abusar de la gracia de Dios y que podemos pecar como se nos dé la gana. La Biblia es clara en decirnos que la gracia nos lleva a disciplinarnos en la vida y a vivir una vida como Dios manda (Tit.2.11-14). La vivencia de la gracia nos lleva a santificarnos para así ser vasos de honra y no de deshonra (2Tim.2:20-21).
    • Otro asunto importante que se debe considerar es el que observamos en Hch.8:18. No podemos comprar con dinero las bendiciones y el poder de Dios. La ‘simonía’, como se le llama al proceder de Simón, es el deseo de tener la vida, el poder de Dios y Sus promesas sin someter la vida a Cristo. La ‘simonía’ es tratar de obtener algo de Dios con un poco de plata. Se dice de Simón que era alguien aparentemente grande (Hch.8:10), pero tuvo que reconocer no tener el verdadero poder. El camino al verdadero poder lo describe Pedro cuando le dice a Simón que debe más bien arrepentirse y creer en el Señor Jesús. No podemos comprar la salvación, ni la sanidad, ni la prosperidad, ni el poder de Dios ni podemos ofrecer salvación, sanidad o poder por plata (2Re.5:15-16 / Mt.10:8 / 1Tim.6:5). El ser generosos a raíz de nuestra entrega a Dios y ver las bendiciones que después se desprenden de ese actuar cristiano maduro es otro asunto muy diferente a la expectativa de Simón.
  • Pablo ora para que los creyentes sean fortalecidos en el hombre interior por medio del poder del Espíritu Santo (Ef.3:16 / Col.1:9-11). Para poder andar fortalecidos en el poder de Dios la oración es una clave. Podemos orar que el Señor nos fortalezca y que seamos investidos constantemente del poder de Dios (Lc.11:9-13).
  • Incremento del poder viene después de haber resistido firmemente al diablo (Lc.4:1-14). Jesús fue llevado lleno del Espíritu Santo al desierto. Allí fue tentado, pero no se dejó vencer en ningún momento. Después de pasar la prueba regresó a Galilea en el poder del Espíritu. Vemos la siguiente secuencia: lleno - prueba -  incremento de poder en el Espíritu Santo. Tendemos a evitar los sufrimientos y las pruebas, sin embargo si las enfrentamos con la ayuda de Dios, confiando en la gracia de Dios y teniendo la actitud correcta, saldremos experimentando una mayor dimensión del poder del Espíritu Santo. Las dificultades vistas desde la perspectiva de Dios no están pensadas para destruirnos, más bien ocurren para hacernos más fuertes y para que fluya más poder a través de nuestras vidas (Stg.1:2-4 / Rom.5:3-4  / 1Pe.1:6-8).

ASIMILANDO (2 Timoteo 3:16-17)

[1] ¿Qué lecciones aprendió durante este estudio? Anote máximo tres lecciones aprendidas. ¿Qué escuchó que Dios le impresionaba, hablaba durante esta sesión?

[2] ¿Qué pasos va a tomar para ejecutar lo aprendido? Sea específico. ¿Cómo y cuándo va a comenzar con la aplicación de las lecciones en su vida y ministerio? ¿A quién le va a rendir cuentas acerca del proceso de ejecución de las lecciones?

[3] ¿Cuáles desafíos cree usted que va a enfrentar en la aplicación de las lecciones en su vida y ministerio? ¿Qué cosas ve usted como favorables para la aplicación de las lecciones?

[4] ¿Con quién va a compartir lo aprendido en esta lección? ¿Cuándo le compartirá?

[5] Anote a continuación una petición de oración relacionada con la sesión y la lección. Comparta con otros su petición y permita que ellos oren con usted.