El apóstol expresa sus emociones frente a la situación de algunas personas y sus actitudes, acciones, estilo de vida y las consecuencias de tal vida. Mientras Pablo escribe la carta a los filipenses esta llorando y angustiado por los que califica enemigos de la cruz ya que su final es la destrucción.
Son enemigos de la cruz porque siguen sus propios apetitos, se jactan de cosas vergonzosas y solo piensan en lo terrenal. Pablo no está despreciando los enemigos de la cruz. Él más bien está expresando una gran preocupación por su eternidad, por su destino final. Los enemigos de la cruz están preparando su propia destrucción - eso le duele profundamente al apóstol.
El apóstol Pablo, en otra ocasión, revela su gran tristeza (abundante tristeza; pena) y continuo dolor (incesante angustia) que tiene en su corazón porque los israelitas no aceptaron el mensaje de vida de Jesucristo e iban rumbo al infierno (Rom.9:1-3).
Cuando el apóstol Pablo se dirige a los ancianos de Éfeso les recuerda que mientras él estaba con ellos "por tres años, de noche y de día, no cesó de amonestar a cada uno con lágrimas" (Hch.20:30-31) LBLA. (Hch.20:19).
El amor de Pablo por la gente y por la iglesia tenía elementos emocionales profundos. El apóstol entendía las implicaciones que tiene el recibir o el rechazar el mensaje de Cristo, y eso lo hacía feliz o lo entristecía - por las respectivas consecuencias. La felicidad no era porque podía contabilizar uno más en el número de miembros en la iglesia que luego podía levantar su ego. No era una alegría por sostener un trofeo en la mano, resultado de sus esfuerzos. Tampoco era una tristeza porque lo habían rechazado a él. Pablo estaba preocupado por la eternidad de la gente (2Cor.2:4). VEA TAMBIÉN: Sal.119:136; Jer.9:1; Jer.13:17;
EL EJEMPLO DE JESÚS
- Jesús respondió con enojo cuando sus acusadores no sabían cómo contestar a la pregunta: "¿Permite la ley hacer buenas acciones en el día de descanso o es un día para hacer el mal? ¿Es un día para salvar la vida o para destruirla?. Pero ellos no quisieron contestarle" (Mr.3:4) NTV. El legalismo y la dureza de corazón de los religiosos llevaron a Jesús a reaccionar emocionalmente. Los religiosos no estaban interesados en el bienestar presente y eterno de la gente (Mr.3:1-6). Jesús responde entonces con una ‘ira santa’ nacida de un dolor interno y una tristeza profunda al ver el daño que esta gente se está haciendo a sí misma y a la gente a la que pretenden servir.
- Cuando Jesús se acercó a Jerusalén el llora sobre la ciudad: "Al acercarse a Jerusalén, Jesús vio la ciudad delante de él y comenzó a llorar. ¡Cómo quisiera que hoy tú, entre todos los pueblos, entendieras el camino de la paz! Pero ahora es demasiado tarde, y la paz está oculta a tus ojos. No pasará mucho tiempo antes de que tus enemigos construyan murallas que te rodeen y te encierren por todos lados. Te aplastarán contra el suelo, y a tus hijos contigo. Tus enemigos no dejarán una sola piedra en su lugar, porque no aceptaste tu oportunidad de salvación" (Lc.19:41-42) NTV.
Hablar la verdad es importante. Hablar la verdad en amor es mejor. Ahora, no nos debe extrañar que el amor puede a veces ser acompañado por lágrimas sinceras que revelan la preocupación profunda por la gente y su destino.
Las lágrimas de Jesús por Jerusalén son en realidad las lágrimas de Dios que ve la desgracia, el dolor y el sufrimiento innecesario que los humanos viven, o que llegarán a vivir por haber rechazado la mano extendida de la salvación; y por seguir los caminos de la perdición y no aprovechar la oportunidad que Dios les brinda para corregir su rumbo.
Dios no nos llama solamente a aprender de las enseñanzas de Pablo sino también de sus emociones. ¿Lloramos por los perdidos como lo hace el apóstol Pablo? ¿Lloramos cómo lo hizo Jesús?
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