jueves, 31 de enero de 2013

Corazón de siervo (2nda parte) - EL EJEMPLO DE JESÚS


El liderazgo al estilo de Jesús: “Dios no te salvó para ser una sensación, sino te salvó para ser un siervo”.[1] El liderazgo al que Cristo llama y que personalmente modeló es un liderazgo totalmente único y en la sociedad difícilmente de encontrar, es el liderazgo que se caracteriza por el servicio y no por el anhelo de títulos, o por la búsqueda de gente que les sirva a a uno (Jn.13). El modelo básico del liderazgo de Jesús fue un modelo caracterizado por el servicio humilde, libre de egoísmo y de vanagloria (Filp.2:1-11 / Mt.20:20-28). Jesús espera de los líderes de Su iglesia que le sigan en este estilo de liderazgo. Al entrenar a

lunes, 14 de enero de 2013

Corazón de Siervo (1ra parte)


“¿Quién es más importante: el que se sienta a la mesa o el que la sirve? El que se sienta a la mesa, por supuesto. ¡Pero en este caso no!, pues yo estoy entre ustedes como uno que sirve.” (Lc.22:27) (NTV). “Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt.20:28) (NTV)

(Mr.10:35-45 / Filp.2:1-11)

Para ser grandes en el Reino de Dios tenemos que tener un corazón de siervo. Así nos lo enseña Jesús. Él hizo mucho énfasis en el liderazgo de servicio. Esa es la actitud que no solo Él demostró, sino que también la enseñó y además es la actitud que Él espera de todos aquellos que sirven en la iglesia (Mr.9:33-35 / Mr.10:35-37 / Lc.22:27 / Jn.13:12-17 / Mt.20:20-28 / Mt.23:1-12 / Jn.12:24-26 ). Jesús, nuestro gran líder, dio el ejemplo de un liderazgo marcado por un espíritu de servicio humilde, dispuesto a dar, antes que recibir, y no buscaba aprovecharse de la gente, sino que buscaba el bien de las personas (Is.42:1-4 / Is.52:13 a Is.53:12 / Filp.2:7-8 / 1Jn.3.16 / Lc.22:27 / Jn.10:10-11 / Jn.13:1-11 / Jn.21:9-13 / Mt.20:29-34 / Lc.7:11-15).

lunes, 7 de enero de 2013

Corramos para Ganar (Hebr.12:1-3)


Todo deportista compite porque tiene en mente llegar a la meta y si es posible, ganar la medalla. En el fútbol de nada sirve un buen juego si al final no hay goles que se meten en el arco contrario. De un barco que sale a la mar se espera que no solamente salga bien del puerto de partida, sino que también llegue bien al puerto de destino.
La vida cristiana se compara con una carrera que debemos correr. Se espera que no solamente corramos, sino que cumplamos el plan de Dios y que lleguemos bien al final de esa carrera (2Tim.4:6-8 / 1Cor.9:24-27 / Hebr.12:1-3 / Filp.3:13-14). No todo el mundo llega bien al final, existe la posibilidad de un naufragio espiritual (1Tim.1:18-19), algunos abandonan el camino de la fe (Gal.1:6-8 / Gal.5:4 / Hebr.6:4-6), otros se dejan tentar y se enredan en cosas que hacen daño a sus vidas (1Tim.6:9 / Dt.7:25 / Mr.4:19 / 1Jn.2:15-17). El apóstol Pedro enseña que debemos estar en un constante crecimiento para así jamás caer (2Pe.1:3-10). Las citas de Hebr.12:1-3 y 1Cor.9:24-27 nos enseñan que debemos luchar según ciertas reglas para poder alcanzar la meta de Dios en nuestra vida y ministerio (2Tim.2:3-7). La Biblia relata varias historias de personas que comenzaron bien la carrera con Dios, pero tristemente no llegaron bien al final (Filp.3:18-19 / 1Tim.1:18-20 / 2Tim.3:1-6 / 2Pe.2:12-22).