Jn.10:27-28
/ Jn.18:37 / 1Sam.3:1-10 / 1Sam.8:5-7 / 1Sam.9:17 / 1Sam.15:10 / 1Sam.16:1-12
Como discípulos de
Cristo debemos entender que Dios aun habla hoy día y que Él quiere hablarle a
Sus seguidores (Jn.10:15-16 /
Jn.10:27-28 / Jn.18:37). Según las enseñanzas de Jesús Sus ovejas oyen Su
voz (Jn.10:27 / Jn.10:3). Para Jesús es
normal que un discípulo de El oiga Su voz y le siga. Dios nos habla a través de
Su Palabra, a través de sermones, por medio de otros cristianos, por medio del
don de profecía, por medio de libros, tratados, grabaciones, música cristiana,
etc. En todo nos quiere hablar de manera muy personal. Oír Su voz es un
privilegio y por eso debemos aprender a escuchar la voz de Dios con claridad y
luego obedecer lo que nos diga que hagamos.
La vida y el ministerio de Jesús:
Cuando estudiamos
la vida de Jesús observamos que Él mismo vivía y ministraba en una total
dependencia de Su Padre y no hacía nada sin primero haber puesto atención a la
voz de Su Padre (Jn.5:30). Esa comunicación entre el Padre y el Hijo fue el
secreto del éxito de Jesús en todo lo que hizo sobre la tierra (Jn.5:19-20). Creemos que el secreto del
perfecto ministerio sanador y libertador de Jesús fue porque hizo todo por
medio de revelación.
Si somos ministros
de Dios y si estamos buscando la clave para un ministerio fructífero, entonces
aquí encontramos la clave: ‘La forma más efectiva para suplir las necesidades
de los que están a nuestro alrededor es que Dios nos diga cuál es la verdadera
necesidad y que nos revele la solución’ (John y Sonja Decker su libro Haciendo
lo que Jesús Hizo).
El ejemplo de Samuel:
Es interesante
notar que el ministerio del profeta Samuel tiene como característica el
escuchar la voz de Dios. Su ministerio comenzó con que debía aprender a oír la
voz de Dios y fue esa habilidad la que marcó el ministerio de este profeta
(1Sam.3:1-10). Otros momentos en los que la voz de Dios fue importante en la
vida y ministerio de Samuel son: 1Sam.8:5-7 / 1Sam.9:17 / 1Sam.15:10 /
1Sam.16:1-12.
En el caso de nosotros:
Igual cómo Dios
habló y dirigió a Samuel Dios nos quiere
dirigir hoy a nosotros en la vida y en especial en el ministerio al cual Él nos
ha llamado. Para eso debemos aprender a entender Su voz y Sus indicaciones
(Sal.32:8-9). Debemos comenzar haciendo la misma oración que Samuel hizo al
principio de su vida y ministerio: ‘Habla Señor que tu siervo oye’. Recordemos
que nuestra vida con Cristo comienza con
que primero oímos la voz de Dios, y cuando la oímos entonces respondemos a
ella (Apoc.3:20). Al endurecer el
corazón y no poner atención a las indicaciones de Dios para nuestra vida perdemos
grandes oportunidades y bendiciones
(Hebr.3:7-8).
Tenemos que
admitir que algunas personas han abusado de esta verdad y bajo la disculpa de
que Dios les habló, cometen barbaridades y se desvían de la verdad Bíblica. A raíz de esos abusos hay quienes
argumentan que Dios ya no habla directamente a la gente (como lo vemos en las Escrituras), sino que
todo lo que hay que saber de la voluntad de Dios está en la Biblia. A eso
contestamos:
- La Biblia es la Palabra de
Dios y nada se le puede quitar ni añadir.
- La Palabra de Dios es clave
para entender la voluntad de Dios, y a través de ella normalmente oímos la
voz de Dios que nos instruye, corrige, dirige, protege
(2Tim.3:16-17). El Espíritu Santo
nos ilumina y nos revela la Palabra de Dios, por eso debemos leerla y
estudiarla diligentemente.
- Pero también tenemos que
aceptar que el Espíritu Santo hoy nos
“revela” cosas que son de
importancia y ayuda para nuestro avance en el crecimiento espiritual y en
la ejecución de Su obra en la tierra
(Ef.1:17-23 / Hch.16 – vea como dirige Dios a Pablo a ministrar en
Europa). De ninguna manera son esas revelaciones comparables con el canon
de las Escrituras y siempre deben ser examinadas a la luz de la Palabra de
Dios.
Dios ha estado hablando y sigue hablando (Jn.10:15-16 / Jn.10:27-28 / Jn.18:37)
Una vez que hemos
establecido que la Biblia es la Palabra de Dios y que es la autoridad absoluta
y final, no podemos negar que Dios puede hablar a la gente de otras maneras.
Dios ha estado hablando a la gente desde el principio de la historia humana,
directa e indirectamente. Existen varias maneras cómo Dios ha hablado y habla a
los seres humanos:
- Dios
habla a través de la creación,
nos anuncia Su majestad y Su inteligencia y toda la humanidad deberá
responder a su Creador (Sal.19:1-6
/ Sal.104 / Ecl.3:11 / Hebr.11:3 / Col.1:15-17 / Rom.1:19-20 /
Hch.14:15-17).
- Dios
habla a través de la historia (Sal.66:5-7 / Sal.136:10-25).
- En
la conciencia humana
(Rom.2:14-15).
- En
las Escrituras - La Biblia (Rom.10:17 / 2Tim.3:16 / Lc.16:29).
- En
el Hijo de Dios – Jesucristo (Hebr.1:1-2 / Jn.17:3 / Jn.12:45 /
Jn.14:7,9).
- A veces Dios se dirige a la
gente a través de una voz inaudible
o en sueños, visiones, etc. en su corazón (1Re.11:12 / Is.30:21 / Hch.10:9-12 /
Hch.16 / Hch.13:1-3).
- En algunos casos leemos que
hay una experiencia interna emocional que nace en el corazón de Dios y que
son señales de un impulso divino (Hch.17:16
/ Ex.32:19-20 / Sal.69:9 / Sal.119:136).
- Dios
también usa los milagros y las señales para traer convicción de Su
presencia
(2Re.2:15 / Hch.13:12 / 1Cor.14:5.22-26).
- Además
tenemos los dones espirituales que Dios usa para dirigirse a nosotros. En especial estamos
hablando de los dones de revelación como son el don de conocimiento, el
don de sabiduría y el don de discernimiento (1Cor.12:7-11).
o Palabra
de Conocimiento: El
mensaje de conocimiento es una revelación divina originada en Dios y es un conocimiento sobrenatural sobre
situaciones pasadas o presentes de las que Dios nos hace estar conscientes.
Este conocimiento es comunicado espontáneamente de Dios al hombre, a través del
Espíritu Santo, para traer claridad, plenitud y restauración a las vidas de los
presentes.
o Palabra
de Sabiduría: La palabra de
sabiduría es una revelación divina de Dios revelando al hombre Sus planes y
mejor curso de acción para una situación determinada. Esta sabiduría es comunicada espontáneamente
de Dios al hombre, a través del Espíritu, revelando
cómo proceder con el conocimiento que Dios nos dio. Provee plenitud, restauración, paz y/o
fortaleza para sobreponerse en tiempos de incertidumbre, prueba, persecución o
peligro.
o Discernimiento
de espíritus: La percepción
sobrenatural para distinguir la fuente de la actividad espiritual. Claramente revela si la actividad es divina, humana
o de origen demoniaco.
Todas esas maneras
en que Dios nos dirige la palabra son válidas para comunicarse con nosotros y
aun son válidas hoy día. Jesús hace un
llamado a oír si es que tenemos oídos (Mt.11:15 / Mt.13:9). Aunque
Dios hable, no quiere decir que todos entienden lo que Él está comunicando
y si entendemos lo que Dios nos dice no quiere decir que vamos automáticamente
a obedecer a esa voz (Stg.1:21-25). Así que no solo se trata de aprender a oír
Su voz sino también a responder con obediencia a lo que Él nos dice.
¿Cuándo habla Él?
Cuando esperamos
que Él hable y cuando nos colocamos en posición de escuchar. Cada uno de
nosotros escuchará al Espíritu Santo en diferentes maneras dependiendo de
nuestras expectativas, nuestra experiencia, y lo que creemos. Todos los
creyentes pueden aprender a escuchar la voz del Espíritu Santo.
- Dispóngase a oír lo que Dios le quiere decir (1Sam.3:9-10)
- Jesús enseña que debemos tener un genuino interés por oír lo que Él nos tiene que decir (Mr.4:21-25).
Manos a la obra:
Recuerde:
- El Señor está hablando hoy (Jn.10:15-16 / Jn.10:27-28 / Jn.18:37)
- Hay que aprender a escuchar la voz de Dios – es un proceso (Jn.16:13-15 / Jn.5:19-20).
- Dios habla de diferentes maneras (Hch.8:26-31 / Hch.9:10-12 / Hch16:7-10 / Hch.17:16 / Hch.18:9-11)
- Cuando Escucha algo de parte de Dios, entonces anótele rápidamente (Escrituras, palabras, frases, símbolos, cuadros o imágenes, etc.)
- No olvide que el oír solamente no sirve, hay que obedecer los impulsos y las lecciones que Dios nos enseña.
- ¿Qué si no estamos seguros de que es Dios el que nos está hablando? Se nos permite cometer errores, especialmente si estamos aprendiendo a escuchar la voz de Dios. Por eso es tan importante practicar escuchar la voz de Dios. Hable con Dios durante los tiempos devocionales, las oraciones, la lectura de la Biblia, en la adoración. Espere que Él responda.
ESCUCHANDO A DIOS
Lea
el capítulo cuatro del libro ‘HACIENDO LO QUE JESÚS HIZO’ de John y Sonja Decker
buscando detalles e ilustraciones de cómo escuchar a Dios.
Practicando
Prepárese
a oír a Dios:
- Comience en oración, poniendo el tiempo en las manos del Espíritu Santo.
- Use el tiempo de práctica orando y escuchando al Espíritu Santo. Escuche a Dios en cuanto a qué es lo que Dios le quiere decir a la persona en la ‘SILLA CALIENTE’ - un participante a la vez.
- La necesidad de la persona en la ‘SILLA CALIENTE’ puede ser de naturaleza física, emocional, o espiritual. Las cosas que se compartan deben permanecer confidenciales. La persona en la ‘SILLA CALIENTE’ no debe revelar detalles del asunto, solo debe nombrar el área en la que requiere dirección de parte de Dios.
- Coloquen a las personas, una a la vez, en una silla (la “silla caliente”) en medio de la reunión.
- Permitan que la persona en la silla comparta muy brevemente su necesidad personal de oración.
- Informe a la persona que no entre en detalles. Esto es muy importante.
- Desde este momento en adelante, es importante que la persona permanezca en silencio hasta que cada uno haya tenido la oportunidad de escuchar a Dios.
- Cada persona debe participar, permitiendo al Espíritu Santo dar respuestas espontáneas a la necesidad urgente de la persona en la ‘SILLA CALIENTE’
- Comiencen orando por la persona, colocando las manos sobre su espalda y orando en lenguas y siendo sensibles a la voz de Dios.
- Cuando una persona comienza a escuchar a Dios, debe sentarse y anotar brevemente sobre una hoja cualquier impresiones recibidas.
- Cuando cada uno haya anotado algo, cada persona, una por una, debe comenzar a compartir lo que haya percibido que el Señor esté diciendo sobre la necesidad.
- Después de que cada uno haya compartido, pregunten a la persona si lo que se le compartió confirma algo que ya sabía. Permita que la persona confirme si el grupo está escuchando a Dios.
- Después de que la persona siendo ministrada dé retroalimentación, terminen orando por la persona, de acuerdo con las impresiones y revelaciones - de acuerdo a lo que ella confirmó haber escuchado de parte de Dios.
- La siguiente persona con una necesidad apremiante se puede sentar en la silla y, vuelvan a seguir el proceso desde su comienzo.
Finalicen la práctica con acción de gracias y alabanza por lo que Dios hizo.
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