“Debido a esa experiencia, ahora confiamos aún
más en el mensaje que proclamaron los profetas. Ustedes deben prestar mucha
atención a lo que ellos escribieron, porque sus palabras son como una lámpara
que brilla en un lugar oscuro hasta que el día amanezca y Cristo, la Estrella
de la Mañana, brille en el corazón de ustedes. Sobre todo, tienen que entender
que ninguna profecía de la Escritura jamás surgió de la comprensión personal de
los profetas ni por iniciativa humana. Al contrario, fue el Espíritu Santo
quien impulsó a los profetas y ellos hablaron de parte de Dios” (1Pe.1:19-21)
NTV
Sal.19:7-11 / Sal.119:97-114 / Sal.119:30 /
2Tim.3:10 / Hebr.4:12
La manera como pensamos respecto a la Biblia y el lugar que le damos a
la misma en nuestra vida tiene mucho peso a la hora de tomar decisiones. La
manera como pensamos respecto al valor de la misma influye en el momento de
establecer opiniones, estilo de vida, valores, convicciones, doctrinas, reglas
y manejos de la iglesia.
Algunos piensan que la Biblia tiene la misma autoridad que las
tradiciones humanas o ciertas reglas humanas. Otros la reducen a simples
palabras humanas. También hay quienes creen que la opinión de la mayoría, o de
alguna minoría, tiene el mismo o mayor valor que lo que dice la Biblia. Hay
quienes ponen por encima de la Biblia opiniones, reglamentos o declaraciones
humanas. Las consecuencias de tales consideraciones pueden ser bastante peligrosas.