miércoles, 22 de abril de 2015

Diversidad de dones



Acerca de los dones espirituales se ha escrito mucho. Sin embargo, han resultado confusiones o contradicciones en cuanto a su práctica y uso en la iglesia de hoy día.  La Biblia dice que los dones son para la iglesia y, como ella todavía existe, entonces éstos aún están vigentes y son necesarios.



En los contextos de las citas bíblicas que mencionan los dones y su uso se hace constante referencia al funcionamiento del Cuerpo de Cristo, la iglesia.  El Cuerpo de Cristo, o sea la iglesia, funciona, se expresa, se edifica y se mueve por medio de los dones espirituales que se manifiestan en cada uno de sus miembros  (Rom.12:4-5 / 1Cor.12:11-18,27-31 / Ef.4:16). Sin los dones en acción, la iglesia no puede funcionar perfectamente y no cumplirá debidamente con su rol.  Los dones sirven para la edificación de la iglesia, para unirla, para crecerla y para madurarla (Ef.4:12-15 / 1Cor.12:12).

Los corintios malinterpretaron la forma cómo el Espíritu Santo trabaja a través de la gente y los respectivos dones dados por Dios, y no entendieron el uso correcto de los dones espirituales (1Cor.12). Particularmente, interpretaron mal el uso del hablar en lenguas y ello trajo confusión frecuente a sus reuniones.


La respuesta del apóstol Pablo a este problema se centra en mostrar la necesidad de que el Espíritu

  • se manifieste de forma variada y múltiple (1Cor.12);
  • que en estas manifestaciones prevalezcan el amor y las motivaciones no egoístas (1Cor.13);
  •  y la necesidad de controlarse y mantener un ordenado y edificante comportamiento en los servicios colectivos (1Cor.14).[1]
“En lugar de edificar y unificar la iglesia en Corinto, los dones espirituales la estaban dividiendo. Se estaban convirtiendo en símbolos de poder espiritual, originando rivalidades, porque algunos pensaban que eran más ‘espirituales’ que otros debido a sus dones. Esta era una forma equivocada de usar los dones espirituales, porque su propósito siempre es ayudar para que la iglesia marche mejor, y no para dividirla. Podemos ser divisivos si insistimos en usar nuestros dones a nuestra manera, sin ser sensibles a las necesidades de otros. Nunca debemos usarlos para manipular a otros o servir a nuestros propios intereses”.[2]

El tema de los dones del Espíritu Santo siempre ha sido un asunto de discusiones en las iglesias. Las opiniones al respecto van en algunos casos de un extremo al otro. Tener un correcto entendimiento de los dones nos llevará a evitar los mismos errores que cometieron los corintios y a beneficiarnos de los mismos para edificación de toda la iglesia.

¿Cuál es el propósito de los dones? 
Según 1Cor.12:1-3   los dones espirituales son dados por Dios al creyente. No son dones o habilidades naturales, tampoco son capacidades que una persona desarrolla con el tiempo. Son regalos especiales que da el Espíritu Santo al creyente cristiano para servir a Jesús y a la iglesia. Los dones impactan la iglesia, su desarrollo y su minsiterio proveyendo una vía para el perfeccionamiento, capacitación y edificación del cuerpo de Cristo (Ef.4:10-15 / 1Cor.14:3-6). Si no aceptamos y si no usamos correctamente los dones dados por Dios que manifiestan la multiforme gracia de Dios reducimos la efectividad de la iglesia en su conjunto (1Pe.4:10 / Hebr.12:15). Nosotros nos necesitamos los unos a los otros para cumplir con los propósitos de Dios.

Es importante notar que en el contexto de cada pasaje que se refiere a los dones se menciona  el funcionamiento del cuerpo, la iglesia. La iglesia funciona, se expresa, se edifica y se mueve por medio de los dones espirituales (Rom.12:4-5 / 1Cor.12:11-12.27-31 / Ef.4:16 / 1Pe.4:10-11). Sin los dones en acción, la iglesia no puede funcionar perfectamente. Por eso leemos la exhortación en 1Cor.14:1: “Empéñense en seguir el amor y ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía” - NVI.

Además, debemos tener en cuenta que todos los creyentes han sido llamados por Dios a servir en la iglesia y en el mundo. Todo creyente cristiano es un servidor y tiene el llamado a ministrar. Este ministerio tiene que ver con hacer discípulos de Cristo en todas las naciones y poblar el cielo con gente que adora al único y verdadero Dios. Todos tienen parte en esta labor (1Pe.2:5-10 / Ef.2:1-10 / Hch.9:10s / Ef.4:11-16 / Jn.20:21 / Mr.16:15-16 / Mt.28:18-20 / 2Cor.5:17-20 / Hch.8:4).
Para cumplir con el servicio debida y exitosamente Dios equipa al creyente con el poder del Espíritu Santo. Además le provee dones, habilidades y ministerios (Hch.1:8 / 1Cor.12 / Rom.12:3-8 / 1Pe.4:10-11).

Para servir a otros en el amor y en el poder del Espíritu Santo Dios nos equipa con los dones necesarios. Los dones son dados para servir a otros (1Pe.4:10 / 1Cor.12:7). Los dones no son dados para llevar un título especial que nos ponga por encima de otros creyentes. Los dones, habilidades y ministerios dados por Dios son, en primer lugar, funciones ministeriales. Si alguien tiene el título pero no sirve en la función y en la actitud correcta, distorsiona el propósito de Dios con los dones (Ef.4:11-16 / Rom.12:6-9). Los dones también contienen una responsabilidad y un llamado.

Todos los dones, correctamente empleados, glorificarán finalmente a Jesucristo como Señor (1Cor.12:3 / Apoc.19:10). Satanás, como ángel de luz que fue, trata de remedar todo lo de Dios. La manera cómo puede distinguirse la manifestación de Dios en la expresión de los dones, es cuando Jesucristo está siendo glorificado y exaltado.

Maneras cómo obra el Espíritu Santo (1Cor.12:1-3)


El apóstol Pablo introduce tres principios que nos ayudan a distinguir las maneras de cómo obra el Espíritu Santo:
  • En primer lugar, el principio del control consciente. A diferencia del paganismo, el poder del Espíritu Santo no conduce a la gente a que se aleje de Dios o a la realización de acciones compulsivas e incontroladas (1Cor.12:2). El Espíritu de Dios no se impone a los creyentes a la fuerza, sino  que se sujeta al que manifiesta el don (1Cor.14:32).
  • El segundo principio asegura que Cristo es glorificado. Todas las manifestaciones del Espíritu concuerdan con la verdad acerca de Jesús, nos acercan a Él y nos llevan a exaltarlo (1Cor.12:3).
  •  El tercer principio destaca la fe en las verdades de la doctrina cristiana. La obra fundamental del Espíritu es colocar a la gente bajo el dominio de Jesús (1Cor.12:3). Los impulsos del Espíritu Santo están en total armonía con la Palabra de Dios (1Cor.2:13 / 1Cor.2:4 / 2Pe.1:16-18 / 1Pe.1:12). Los impulsos del Espíritu de Dios hacen sentir una urgencia interior para hacer y cumplir la voluntad de Dios (Filp.2:13 / Tit.2:11-12).[3]

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[1] Biblia Plenitud. HAYFORD, Jack W. General Editor.  Nashville, TN: Caribe, 2000, c.1994.
[2] Biblia del Diario Vivir. BARTON, Bruce B., Editore. Nashville, TN: Editorial Caribe, 2000,  c1996.
[3] Biblia Plenitud. HAYFORD.  c 1994.

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