Acerca de los dones
espirituales se ha escrito mucho. Sin embargo, han resultado confusiones o
contradicciones en cuanto a su práctica y uso en la iglesia de hoy día. La Biblia dice que los dones son para la iglesia
y, como ella todavía existe, entonces éstos aún están vigentes y son
necesarios.
En los contextos de las citas bíblicas que mencionan los dones y su uso se hace constante referencia al funcionamiento del Cuerpo de Cristo, la iglesia. El Cuerpo de Cristo, o sea la iglesia, funciona, se expresa, se edifica y se mueve por medio de los dones espirituales que se manifiestan en cada uno de sus miembros (Rom.12:4-5 / 1Cor.12:11-18,27-31 / Ef.4:16). Sin los dones en acción, la iglesia no puede funcionar perfectamente y no cumplirá debidamente con su rol. Los dones sirven para la edificación de la iglesia, para unirla, para crecerla y para madurarla (Ef.4:12-15 / 1Cor.12:12).
La
respuesta del apóstol Pablo a este problema se centra en mostrar la necesidad
de que el Espíritu
- se manifieste de forma variada y múltiple (1Cor.12);
- que en estas manifestaciones prevalezcan el amor y las motivaciones no egoístas (1Cor.13);
- y la necesidad de controlarse y mantener un ordenado y edificante comportamiento en los servicios colectivos (1Cor.14).[1]
Según
1Cor.12:1-3 los dones espirituales son dados por Dios al creyente. No son
dones o habilidades naturales, tampoco son capacidades que una persona
desarrolla con el tiempo. Son regalos
especiales que da el Espíritu Santo al creyente cristiano para servir a Jesús y
a la iglesia. Los dones impactan la iglesia, su desarrollo y su minsiterio
proveyendo una vía para el perfeccionamiento, capacitación y edificación del
cuerpo de Cristo (Ef.4:10-15 / 1Cor.14:3-6). Si no aceptamos y si no usamos
correctamente los dones dados por Dios que manifiestan la multiforme gracia de
Dios reducimos la efectividad de la iglesia en su conjunto (1Pe.4:10 /
Hebr.12:15). Nosotros nos necesitamos los unos a los otros para cumplir con los
propósitos de Dios.
Para cumplir con el servicio debida y exitosamente Dios
equipa al creyente con el poder del Espíritu Santo. Además le provee dones,
habilidades y ministerios (Hch.1:8 / 1Cor.12 / Rom.12:3-8 / 1Pe.4:10-11).
Maneras cómo obra el Espíritu Santo (1Cor.12:1-3)
El apóstol Pablo introduce tres principios que nos ayudan a distinguir las maneras de cómo obra el Espíritu Santo:
- En primer lugar, el principio del control consciente. A diferencia del paganismo, el poder del Espíritu Santo no conduce a la gente a que se aleje de Dios o a la realización de acciones compulsivas e incontroladas (1Cor.12:2). El Espíritu de Dios no se impone a los creyentes a la fuerza, sino que se sujeta al que manifiesta el don (1Cor.14:32).
- El segundo principio asegura que Cristo es glorificado. Todas las manifestaciones del Espíritu concuerdan con la verdad acerca de Jesús, nos acercan a Él y nos llevan a exaltarlo (1Cor.12:3).
- El tercer principio destaca la fe en las verdades de la doctrina cristiana. La obra fundamental del Espíritu es colocar a la gente bajo el dominio de Jesús (1Cor.12:3). Los impulsos del Espíritu Santo están en total armonía con la Palabra de Dios (1Cor.2:13 / 1Cor.2:4 / 2Pe.1:16-18 / 1Pe.1:12). Los impulsos del Espíritu de Dios hacen sentir una urgencia interior para hacer y cumplir la voluntad de Dios (Filp.2:13 / Tit.2:11-12).[3]
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