miércoles, 9 de diciembre de 2015

Transformación Espiritual



‘Y el que me ve, ve al que me ha enviado’ (Jn.12:45)
‘Hijos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros’ (Gal.4:19)

(Jn.14:9-10 / Hebr.1:3 / Jn.8:12 / Jn.9:5 / Mt.5:14-16)

De todo creyente en Cristo se espera que cambie más y más a la imagen de Jesús, su carácter debe cambiar. La pregunta que se nos presenta es ¿cuánto de la imagen nuestra ya revela la imagen que Dios quiere que revelemos? (Gal.4:19 / Filp.2:15).


Jesús dijo de sí mismo que quien lo ve a Él ve al que lo envió. Éste es uno de los secretos del liderazgo de Jesús – Él reflejó el carácter de Dios (Jn.12:45).

Igualmente nosotros estamos llamados a reflejar la imagen de Jesús (Gal.4:19 / 1Pe.2.2 / Hebr.5:11-14 / 2Cor.3:18 / Ef.4). El cambio de nuestra vida personal formada a la imagen de Jesús es la base para una vida y un liderazgo que marca la diferencia y que impacta (1Tim.3:1-7 / Mt.5:14-16).
Jesucristo dijo que Él era la luz del mundo (Jn.8:12 / Jn.9:5). En Mateo 5:14-16 dice que los discípulos de Cristo son como Él: “la luz del mundo”. Eso nos muestra que el discípulo primeramente debe cambiar radicalmente, llegando a ser más y más como Jesús y así reflejar al mundo ese carácter (2Cor.3:18 / 2Cor.4:6-8 / Gal.4:19).

La Biblia nos dice que el carácter formado a la imagen de Jesús es atrayente:
  • Porque da testimonio del poder de Dios que cambia vidas (Sal.4:3 / Tit.2:12-14 / 2Cor.5:15 / Filp.2:13).
  • Porque revela las características de la familia de Dios. Lo que nos distingue a nosotros los creyentes no son las formas exteriores de la vida (forma de vestir, estilo de culto, etc.) sino los valores y el estilo de vida marcado por Dios (Ef.5:1 / Mal.2:15).
  • Porque el estilo de vida a la manera de Dios es una herramienta poderosa para influir en otros a favor de Dios. Es una herramienta que da testimonio y ayuda a ganar a los no creyentes (1Pe.3:1).
  • Porque revela el estilo de vida que de verdad llena la vida con el verdadero propósito. Además, es este carácter formado a la imagen de Cristo el que nos prepara para la eternidad (1Tim.4:8 / Mt.22:11-12)

¿Cuál debe ser la principal preocupación de todo creyente en Cristo?


Todo creyente está llamado a crecer en el Señor. Todo seguidor de Cristo debe entender que para ser un servidor efectivo y tener una vida fructífera debe personalmente cuidar su vida y procurar el crecimiento espiritual en todo momento (Hebr.5:11-14).

Nadie puede decir que ya no necesita crecer en los asuntos de Dios o que ya llegó a completar su crecimiento personal espiritual. El apóstol Pablo siempre estaba pendiente de su avance personal, sin importarle cuanto tiempo llevaba en los caminos de Dios. Nunca dijo que ya lo había alcanzado todo. El luchaba para seguir adelante. Debemos seguir este proceso con perseverancia (Filp.3:13-14 / Rom.12:1-2 / Filp.2:12 / Hebr.6:1 / Hebr.12:1-2).

Una persona que ha recibido a Jesús como su Señor y Salvador, tiene que reconocer, que esa decisión tiene consecuencias para su vida personal. De una semilla se espera que crezca y produzca frutos.  Todo creyente en Jesús, después de haber nacido de nuevo, está llamado a crecer espiritualmente.

La voluntad de Dios para la vida de un discípulo y servidor de Cristo es el crecimiento espiritual  (1Pe.2:1-3 / Prov.4:18 / Ef.2:21 / Ef.4:14-15 / 2Tes.1:3 / 2Pe.3:18 / Hebr.5:12-6:1 / Col.1:28).

Solo creyentes espiritualmente maduros van a impactar a este mundo para Dios. Es el creyente maduro quien con su estilo de vida renovado puede ser en este mundo un ejemplo vivo del carácter de Cristo.

Así como una planta necesita cuidado para que crezca y más tarde produzca fruto, así también un creyente en Jesús debe cuidar su vida espiritual, para que no se dañe y al final muera sin traer frutos debidamente.

¿Cuál es la meta del crecimiento espiritual?


Pablo escribe a los gálatas expresando lo que a la final quiere ver en ellos. Él quiere que en los gálatas Cristo sea formado (Gal.4:19).
La expresión: "se forme" (‘morfoo’ en griego) (Gal.4:19), expresa la necesidad de un cambio de carácter y conducta que corresponda con la condición espiritual interior, a fin de que pueda darse una conformidad moral con Cristo. Significa transformar y/o transfigurar (Diccionario Expositivo de palabras del N.T. de W.E. VINE en e-SWORD).

Como podemos ver, la madurez espiritual no es un producto natural que se genera automáticamente en la vida de un creyente cristiano. Es más bien el resultado de un proceso continuo de crecimiento espiritual basado en la obediencia a los mandamientos de Dios, la práctica de disciplinas cristianas espirituales (1Pe.2:2 / Hebr.5:11-14), y va de gloria en gloria (2Cor.3:18metamorphoo = metamorfosis).

Ese proceso de crecimiento espiritual ocurre cuando es intencional. El discípulo debe tener la disposición a crecer y a llegar a ser todo lo que Dios quiere que sea. El discípulo que quiere cambiar requiere además de gente que le ayude en esa carrera de superación espiritual personal.

Como sea, la meta final de ese proceso es llegar a ser más y más como Jesús. Tiene que ver con el cambio de carácter y apunta a que seamos renovados en el espíritu de nuestra mente. Este proceso incluye lo que la Biblia llama el  ‘vestirse del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad’ (Ef.4:11-16 / Ef.4:22-24 / Col.3:10 / Tit.3:5 / 2Pe.1:5-9).

  • El discípulo maduro espiritualmente es alguien que tiene un conocimiento sólido de las verdades básicas de la Biblia. Tiene convicciones bíblicas y las vive no importando el costo (2Tim.3:14-17). Pero no solamente se trata de conocer las verdades de la Biblia, sino más bien se trata de saber implementar los principios de Dios a la vida diaria (Stg.1:21-25 / Col.1:9-10). El discípulo maduro no es llevado por doquier por cualquier viento de doctrina (Ef.4:11-16).
  • El discípulo maduro aprendió a escuchar la voz de Dios y obedece los impulsos del Espíritu Santo (Gal.5:16-26). El aprender a escuchar la voz de Dios llega a ser un elemento clave para ministrar efectivamente. El éxito del ministerio de Jesús como también del ministerio de los primeros apóstoles radicaba en que escuchaban la voz de Dios y la obedecían (Jn.5:30 / Jn.5:19-20 / Hch.8:26-31 / Hch.9:10-12 / Hch.16:7-10).
  • Responde en cualquier situación con actitudes semejantes a las de Cristo (Hch.7:54-59 / Hch.16:17 / Mt.5:3-16). Las circunstancias difíciles en la vida van a revelar de qué material somos. En los momentos de estrés y de problemas revelamos lo que somos y si hemos cambiado a la imagen de Jesús.
  • Disfruta una comunión íntima con Jesús (compare Gal.2:20).
  • Tiene una disposición humilde para servir a otros (Jn.13). Su vida es una vida con propósito (Ef.2:10). Manifiesta frutos en el ministerio y servicio a Dios y a la iglesia. Es agente de cambio – no solamente cambia personalmente, sino que ayuda a otros a cambiar igualmente a la imagen de Jesús (Ef.4:9-16).
  • Compare: Ef.4:12-16; Gal.5:22; 1Tes.3:12; Rom.12:2; 1Cor.3:1-3; Hebr.5:11-14.

¿Cuál es la fuente del crecimiento espiritual?


Para que el desarrollo cristiano sea sano y continuo debemos entender que existen dos agentes que participan directamente en éste proceso.
  • Dios es un agente clave en nuestro crecimiento y avance espiritual (Rom.8:29 / 1Cor.3:6-7 / 1Pe.5:10).
  • La otra parte involucrada en éste proceso no es menos importante: Nosotros personalmente somos responsables de nuestro crecimiento espiritual (1Pe.1:14-16 / Hebr.12:1-2 / Rom.12:1-2 / Filp.2:12-13)

Dios quiere hacer en nosotros una buena obra, pero para que eso se pueda dar y pueda salir adelante Dios necesita de nuestra colaboración, debemos poner nuestra parte en esto – nuestra obediencia. Esa obediencia encuentra su fuerza y motivación en el amor de Dios por nosotros y en el deseo de agradarle a Él.


Citas que exhortan al progreso espiritual de todo seguidor de Cristo:

PEDRO usa el ejemplo de un niño:
·         Pedro usa el ejemplo de un niño que debe desear la leche para poder así crecer y con el tiempo llegar a ser una persona madura (1Pe.2:1-3).
o   Notamos que un niño no llega a ser maduro de la noche a la mañana, requiere de tiempo y de cuidado. Debe haber una cierta perseverancia de ciertas prácticas para que el crecimiento sea saludable.
o   Una de esas prácticas es el desechar aquellas cosas que pueden impedir el desarrollo espiritual sano (1Pe.2:1 / Hebr.12.1). Por eso es necesario el “desechar”: (apotithemi) algo que no nos conviene. Esto significa poner a un lado (Ef.4:22). Hay cosas que no van con el creyente y, si no las eliminamos de nuestra vida, finalmente frenan o impiden el crecimiento. El arrepentimiento de pecados es un asunto clave en el proceso para avanzar en la transformación espiritual como cristiano. En el cultivo de plantas, en el campo, observamos que si no se eliminan las hierbas malas éstas ahogan la planta que queremos ver crecer (Mt.13).
o   Por el otro lado debemos entender que también debe haber el suministro de nutrientes que llevan al crecimiento (1Pe.2:2 / 2Tim.3:16). Es igual como en el ejemplo de una planta, ella también necesita cuidado para que crezca y para que más tarde produzca fruto – se le deben suministrar los debidos nutrientes y el agua respectiva.
o   Pedro además nos dice referente al suministro de la Palabra de Dios, que la debemos desear: “Desead”: (epipotheo) (deseo intenso). Entonces el crecimiento no es automático. El creyente debe anhelar con fuerza el crecimiento y por eso también preocuparse por aquellas cosas que le ayudan en ese proceso (Sal.1:1-3). Pedro, Pablo y también el Salmista nos dicen claramente que la Palabra es la clave para el crecimiento y el progreso de todo creyente (1Pe.2:1-3 / 2Tim.3:16 / Sal.1). La Palabra nos ayuda a mantenernos puros en el camino (Sal.119:9-11), nos enseña a odiar el pecado (Sal.119:53), nos lleva a una vida de verdadera libertad (Sal.119:45) y donde el pecado no nos domina (Sal.119:133). David nos dice que la persona que guarda la Palabra en su corazón no resbalará (Sal.37:31). La verdadera prosperidad depende de nuestra actitud frente a la Palabra de Dios (Jos.1:8). Quienes permanecen en Su Palabra serán libres (Jn.8:31-32).
o   “Crezcáis para salvación”: habla de una acción continua que lleva a una meta, la salvación (2Pe.3:18 – crecer es un mandamiento). Cuando entregamos nuestra vida a Cristo la salvación es completa. Sin embargo, al leer, estudiar, meditar y obedecer las Escrituras vamos descubriendo más y más todos los aspectos de la salvación y esto nos impulsa a vivir una vida que marca la diferencia.

El escritor a los HEBREOS advierte de un posible estancamiento:
·         El escritor del libro a los hebreos está preocupado por los creyentes que, después de un cierto tiempo, no muestran señales de crecimiento espiritual. Puede haber un estancamiento o un crecimiento demasiado lento o aun puede haber una malformación espiritual. El escritor del libro a los Hebreos es claro en decir que el maestro es maestro porque ha llegado a un cierto grado en su proceso de crecimiento espiritual (Hebr.5:11-14).
o   Una persona que ha recibido a Jesús como su Señor y Salvador, tiene que reconocer, que esa decisión tiene consecuencias para su vida personal. De una semilla se espera que crezca y produzca frutos. De igual manera el creyente en Jesús está llamado a crecer espiritualmente después de haber nacido de nuevo y además está llamado a traer frutos (Jn.15:1-6).
o   La madurez espiritual no es un producto de experiencias aisladas o de prácticas espirituales ocasionales. El crecimiento tampoco es un producto que se origina porque alguien ‘especial’ haya colocado las manos u orado por la persona. Es más bien el resultado de un proceso continuo de crecimiento espiritual y de disciplina (2Cor.3:18 / Gal.4:19 / 1Tim.4:7-8 / Rom.12:11). Nadie engorda por una sola comida y nadie baja de peso solo por hacer dieta un día.
o   Obviamente el creyente puede quedar estancado en la maduración espiritual. Es preocupante si un creyente no prosigue a la meta siguiendo el progreso sano en su vida como creyente en Jesús. La falta de estabilidad espiritual conlleva a que los creyentes se expongan a situaciones espirituales peligrosas  (Ef.4:14).
o   El estado de “inexperto” hay que evitarlo a cualquier costo (Hebr.5:13). El ‘inexperto’ (apeiros) – es alguien sin práctica; en el caso de los bebés: ellos no son capaces de masticar y por eso requieren de leche. El niño necesita a la madre y no se puede alimentar a sí mismo, pero hay un momento en el que el niño debe empezar a comer cosas sólidas para poder crecer y fortalecerse. La leche sola no hace a una persona madura.
o   La meta es tener “los sentidos ejercitados”(Hebr.5:14). La palabra en griego que se usa aquí es ‘gumnazo’ y significa ejercicio o gimnasia. En este caso el verbo está en participio perfecto pasivo, lo que significa que es una acción que ocurrió en el pasado, pero que las consecuencias aun se notan en el presente. Esto nos dice, entonces, que la madurez es un fruto de un ejercicio espiritual disciplinado que ocurrió en el pasado, y que ahora manifiesta resultados. Podemos decir que ocurre una especie de sedimentación espiritual después de haber hecho ciertos ejercicios espirituales. La persona que no se ejercitó antes, se le nota en el transcurso del tiempo; esto es verdad tanto en el ámbito físico, como en el ámbito espiritual.
o   Otro aspecto a alcanzar en el crecimiento es “el discernimiento” (Hebr.5:14). La Palabra usada en griego acá es ‘diakrisis’ y significa juzgar, discernir, distinguir o diagnosticar. Es la capacidad de distinguir entre sana y falsa doctrina. Un niño se lleva a la boca cualquier cosa que encuentra en el camino, aun las cosas peligrosas, sin considerar ni distinguir, y muchas veces sin entender el posible peligro. El adulto entiende lo que es bueno y lo que no es bueno (Hebr.13:9). Pero el alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal” (Hebr.5:14).

Los ejercicios espirituales son un asunto clave para salir del estado de un niño espiritualmente inmaduro y para dejar de tragar cualquier doctrina sin examinarla primero (Ef.4:7-16). Compare: 2Tim.3:14-17 (también todo el capítulo es clave en este asunto).

Debemos entrenarnos a entender la voluntad de Dios en las diferentes áreas de nuestra vida y poder diferenciar entre las mentiras y las falsas doctrinas que hay en el mundo. Es nuestra responsabilidad entender la voluntad de Dios (Ef.5:15-17). El discernimiento puede entonces ser entrenado en la vida. Usted puede crecer en discernimiento.

La falta de discernimiento, nos dice el escritor a los Hebreos, viene por no tener un buen conocimiento de la Palabra de Dios (Hebr.5:11-13 / 2Tim.3:16).

La cita en Hebr.5:11s también nos aclara que el que tiene mucho debe compartir con el que no tiene. Quien conoce la verdad divina debe llegar a ser maestro de otros. La madurez se comparte, se reproduce e invierte en otros.

JUAN nos habla de niños, de jóvenes y de padres:
·         En 1Jn.2:12-14 notamos que Juan habla de cuatro[1] niveles de crecimiento y de madurez que un cristiano va a pasar. Es obvio que Juan usa estas expresiones pensando en la madurez y en la independencia y no en las capacidades y dones.
o   Niños pequeños: (teknion)  - Niños pequeños, bebés. Espiritualmente hablando, los niños pequeños están muy enfocados en recibir la gracia que se manifiesta en el perdón de los pecados. Ellos han nacido de nuevo por el sacrificio de Jesús. Ellos viven del sentimiento del amor de Dios y de Su interés por ellos. Esta es la fase que frecuentemente llamamos la fase del “primer amor”, en la que todo es tan lindo y tan fácil.
o   Niños: (paidion), estos son los infantes, los niños ya medio crecidos. Conocen al Padre y tratan de imitarlo. No tienen un entendimiento teológico profundo, pero disfrutan la relación que tienen con el Padre. Han entendido que la base del Evangelio es la relación con Dios. Los niños aun son muy egocéntricos y buscan ser bendecidos personalmente, esperan en primer lugar que Dios se manifieste para que ellos sean tocados y se sientan bien. Esta fase la podemos describir como la fase del recibir.
o   Los Jóvenes (neaniskos) habla del joven adulto. Esta fase de la juventud está marcada por la lucha. Son conscientes de las realidades espirituales y ahora quieren luchar para Dios. Esta es la fase en la que se muestra fuerza y poder y a veces puede haber exageraciones y extremismos. Esta es la fase de la conquista.
o   Finalmente vemos a los Padres (pater), es el padre o pariente. Es interesante notar que a los padres se les dice en dos ocasiones lo mismo. Los padres en la fe han llegado a un punto de equilibrio en Dios. Ellos conocen al que es desde el principio y viven en total dependencia de Él, esperando todo de Él. Ellos entienden que Dios tiene todo en la mano y que ellos solo pueden aportar a lo que finalmente ya es el plan de Dios. En la fase de padre existe el deseo o la necesidad de dejar un legado o una herencia. Comienza a invertirse en la vida de otros. Es la fase de la reproducción (1Cor.4.15 / Gal.4:19).
o   Cada una de estas fases es perfecta en sí misma, pero no podemos quedarnos en una fase que no sea la de la madurez o el estar llenos de la plenitud de Dios (Ef.4:19). Como en la vida natural, cada una de las fases tiene su tiempo. Pero es anormal permanecer en una de las primeras fases sin proseguir hacia la siguiente. Como líderes tenemos además la responsabilidad no solo de crecer personalmente a ese nivel, sino de ayudar a la gente en las congregaciones a crecer a ese nivel y no a mantenerla en niveles más bajos, dependientes del líder.

El apóstol PABLO quiere ver a los creyentes perfeccionados y capacitados:
·         En Ef.4:11-16  el apóstol Pablo trata a fondo el tema del crecimiento espiritual (Col.1:28). Él estaba siempre muy preocupado por el progreso de los creyentes y tenía una clara idea de lo que quería ver en ellos (2Cor.11:2 / Ef.5:27).
o   Pablo nos dice que Dios da a la iglesia dones ministeriales con el propósito de que el pueblo de Dios sea capacitado para la obra del servicio (Ef.4:12).
o   Leemos que la gente debe ser capacitada y perfeccionada: La palabra en griego ‘katartismos’ significa amoblar completamente, corregir todo lo que está deficiente, completar lo que falta. Obviamente un creyente requiere de reparación espiritual y de cambios en el carácter. No estamos completos en el momento en el que nos convertimos, aún hay deficiencias de carácter. Para facilitar ese proceso, del cual estamos hablando, Dios ha dado a la iglesia diferentes ministerios que aportan al progreso del creyente.
o   Dios quiere ver una iglesia edificada: ‘Oikodome’ significa edificar, como se edifica el templo (Ef.2:21). El plan es que seamos gente que le sirve a Dios y que seamos gente que se edifica mutuamente. La iglesia[2] es el templo en el que Dios quiere manifestar Su poder y Su gloria.
o   Finalmente debemos llegar a “la unidad de la fe”: esto habla de tener un mismo propósito, un mismo norte (Filp.2:1-5 / Filp.3:12-16). Este 'norte' no es cualquier cosa. Podemos estar en diferente nivel de crecimiento, pero es de suma importancia que todos estemos mirando en la misma dirección y en la dirección correcta. El 'norte' tiene que ver con la manifestación de Cristo a través de nuestra vida. El enfoque o propósito es tener el mismo interés de ser cada día más como Jesús en el carácter. Seguro que esto no tiene nada que ver con uniformidad, o con conformidad o con una falsa tolerancia, es ver a Dios glorificado en la vida y en la iglesia como el cuerpo de Cristo.
o   También habla de llegar “al conocimiento del Hijo”: La palabra en griego ‘epignosis’ significa tener completo discernimiento, reconocer. El conocimiento del Hijo es mucho más que solamente saber algo de Jesús, es llegar al punto en el cual el conocimiento sobre Jesús es aplicado a la vida del creyente (Rom.1:28). La sana doctrina lleva a un comportamiento alineado con la Verdad de la Biblia y los propósitos de Dios (Rom.10:2 / Col.1:9 / Col.3:10 / Tit.1:1/ Hebr.10:26 / 2Pe.1:3.8). La persona que conoce a Cristo va a cambiar a la imagen de Él.
o   Y llegar, finalmente, a ser “un hombre perfecto”: ‘Teleios’ (griego) habla de ser completo, ser maduro mentalmente y en carácter, es ser un hombre en edad madura. La meta es a la plenitud de Cristo (Ef.4:13). “Plenitud” (‘pleroma’ en griego) significa repleto o completo, plena restauración, abundancia, lo que llena, pero también se usa para lo que está lleno (como un contenedor lleno o vasija que está llena). La idea es que seamos gente llena de Jesús, que cuando la gente nos ve a nosotros vea a Jesús. Nuestro carácter ha sido cambiado y se asemeja ahora al de Jesús (Ef.4:15). Si tenemos en cuenta que la palabra en griego “pleroma” habla de abundancia, entonces no habla solamente de estar llenos hasta el borde, sino de estar llenos y aun estar rebosando (Lc.6:38). Debemos estar llenos de Jesús hasta rebosar, así la gente que nos rodea será salpicada con el conocimiento de Jesús. Jesús quiere llenarnos, no solo para que personalmente tengamos suficiente, sino también para poder inundar el mundo con el conocimiento de Cristo (Jn.7:38 / Jn.4:14).

¿Qué facilita nuestra formación y desarrollo espiritual?


  • Nuestra vida es como un jardín, o como una finca, que debe ser cuidada, cultivada, mantenida. El fruto de nuestro jardín es el resultado de lo que sembramos y de cómo lo cuidamos.
  • Nadie es más responsable por el jardín de mi vida que yo mismo. Nadie va a cuidar de nuestra vida como nosotros mismos la debemos y la podemos cuidar. Cada uno de nosotros es responsable por su vida, por su matrimonio, por su familia. Y tiene que responder a Dios por lo que hace con su vida.
  • La condición de mi vida ahora es el resultado de lo que sembré en el pasado. A veces también cosechamos lo que dejamos que otros sembraran en nuestra vida (Mt.13:24). Seguro que también hay otros factores que influyen en nuestra vida y en las situaciones que vivimos, pero mayormente somos responsables por nosotros mismos y estamos cosechando lo que sembramos en algún momento.
  • Si queremos cambiar actitudes, el carácter, situaciones, condiciones, etc., entonces debemos empezar a sembrar ahora la semilla correcta.
  • Gal.6:7-8 lo dice muy claro: No nos debemos dejar engañar en cuanto a la ley de Dios... eso que siembras, es lo que vas a cosechar. Esto opera en lo bueno y en lo malo (Prov.22:8). En Gal.6:8 encontramos una promesa - el que siembra para agradar al Espíritu, entonces cosechará los frutos del Espíritu.
Tenemos el poder de sembrar lo correcto o lo malo, esto depende de nosotros. La siembra tiene una fuerza poderosa. Nosotros podemos determinar lo que vamos a cosechar. Nosotros sembramos hoy lo que vamos a cosechar en el futuro.
El crecimiento de una planta se da gracias a diferentes influencias como son: la luz, el oxígeno, minerales, agua, etc. Dios nos ha provisto de recursos que nos ayudan en el proceso del crecimiento espiritual.

Los primeros creyentes practicaban cuatro cosas fundamentales que les ayudaban a crecer espiritualmente. Estas cosas son igualmente válidas para nosotros hoy día (Hch.2:42):
Ø  La enseñanza de los apóstoles,
Ø  la comunión,
Ø  el partimiento del pan
Ø  y las oraciones
Las siguientes herramientas nos ayudan en ese proceso de transformación espiritual:

  • La Biblia – el agua espiritual (Sal.1:1-3 / 1Pe.2:1-2 / Hebr.5:11-14 / 2Tim.3:16-17)
La Biblia es la principal herramienta que Dios tiene para comunicarse con nosotros. No hay nada más importante en la vida que estar metido en la Biblia y hacer que la Palabra de Dios entre en nosotros.
Si no cuidamos lo que comemos al final resultará en enfermedades físicas. Lo que es cierto para el hombre exterior es también muy cierto para el hombre interior. Si no nos ejercitamos en el estudio de la Palabra de Dios y si no nos alimentamos con ella regularmente sufriremos consecuencias espirituales (Mt.4:4).

Para un creyente es de suprema importancia que se esté alimentando (esté sembrando) constantemente con la Palabra de Dios. La debe leer, meditar y practicar. Una planta que no recibe agua se va a secar y morir. El creyente que no se alimenta de la Palabra de Dios se estanca en su crecimiento espiritual. El ocuparse con la Palabra de Dios produce:
    • Frutos (Lc.8:11-15)
    • Fortalece la fe (Rom.10:17)
    • Nos hace capaces para enfrentar los ataques del enemigo (Ef.6:17)
    • Trae libertad, ya que la verdad nos hará libres (Jn.8:31.32)
    • Sanidad, aun para nuestro cuerpo (Prov.4:20)
    • Fortaleza para no pecar (Sal.119:11.25.130)
    • Nos da dirección (Sal.110:105).

  • La oración – es la luz (Filp.4:6-7 / Sal.73:17 / Dan.6:10 / Jud.1:20).
 Así cómo una planta requiere de luz para poder crecer saludablemente, el creyente en Cristo requiere de otro componente importante para el progreso cristiano – la oración (Jud.1:20-21).
Ninguna relación se puede desarrollar sanamente si no hay comunicación. Esto es cierto en cuanto a las relaciones humanas, pero también en cuanto a la relación con Dios. El estar en contacto constante con Dios nos fortalece espiritualmente.
La oración es más que solo el cumplimiento de un ritual religioso o el uso de fórmulas mágicas para manipular a Dios. La oración es tener una relación con Dios en la que nos conformamos a la voluntad de Dios.
Para poder orar con fe debemos, en primer lugar, estudiar la Palabra de Dios y descubrir la voluntad de Dios. La fe bíblica no está basada en creer en nosotros mismos, sino en Dios y en Sus promesas. La garantía de nuestra fe es la Palabra de Dios (Rom.10:17 / Jn.15:7).

Sabemos muy bien que la oración es algo indispensable para una vida dinámica y llena del Espíritu Santo, los primeros discípulos creían esa verdad (Hch.4:23-31 / Hch.13:1-3 / Jud.1:20).

Jesús practicó este ejercicio que llegó a ser para él una fuente de poder (Mr.1:35 / Lc.4:42 / Lc.6:12 / Jn.6:15). Igualmente nos fortalece a nosotros el tener esta clase de disciplina en la vida. Si Jesús requería de esa constante conexión con Dios, nosotros entonces mucho más (Ef.6:18 / Lc.21:36 / Rom.12:12 / Filp.4:6).
Vea la importancia de la oración en el Espíritu Santo: Jud.1:20 / Rom.8:26-27.

  • La iglesia – el lugar adecuado que ayuda a crecer (Hebr.10:25).
 Una planta necesita el lugar adecuado y el cuidado del jardinero.
El creyente necesita la iglesia local con todos sus ministerios. La participación regular de un creyente en una iglesia local va a contribuir enormemente a su desarrollo espiritual. La comunión con otros cristianos le va a ser de ayuda y protección en momentos de peligro y de desánimo. En la Iglesia un creyente no solamente encuentra un lugar para recibir algo, sino que también encuentra el lugar para servir y bendecir a otros. Allí puede desarrollar sus dones y capacidades que Dios le ha dado y allí igualmente puede recibir ministración. Lea Ef.4:11-13.

  • Compartir– la fotosíntesis (Hch.1:9).
    • Compartir el testimonio. La mata también crece por la fotosíntesis. El creyente debe compartir con el mundo lo que Dios ha hecho en su vida. Tan pronto Pablo se había convertido a Cristo comenzó a hablar de su Salvador (Hch.9:20-22).
    • Compartir las bendiciones recibidas. Debemos reconocer que Dios nos ha llamado a ser generosos. La generosidad fue una de las marcas de los primeros creyentes. Esa generosidad provocaba crecimiento en ellos y la iglesia también crecía en número (Hch.2:42-47 / 2Cor.8:9 / 2Cor.8:14-15 / 2Cor.9:6-15 / 1Jn.3:16-18).

  • Otros elementos importantes:
    • A mí me ha ayudado entender que para agilizar el proceso de la formación espiritual y el mantener el fuego del Espíritu Santo avivado es importante poner a Dios en el primer lugar de mi vida - a Él le debo toda mi entrega y adoración (Mt.7:33). Permanecer lleno del Espíritu Santo se suma a esta verdad (Ef.5:10s).
    • Otro elemento importante es poner a la familia en un lugar preeminente. Darle a la familia la prioridad que merece en la vida. Después de Dios y la relación con Él, debemos cultivar la relación matrimonial y familiar. Una relación sana matrimonial y familiar es una plataforma de apoyo en el proceso de la formación espiritual.
    • El ser mentoreado y el mentorear a otros me mantiene enfocado en aquello que me ayuda a avanzar personalmente y en el ministerio. Yo requiero de personas más maduras y aun personas en edad más avanzada para que me hablen y me ayuden en el proceso. Deben ser personas que tienen el derecho de confrontarme y pedir cuentas. Pero también necesito de gente a mi nivel y otros que requieren de mi tiempo e inversión, con los cuales puedo compartir ideas, sueños, expectativas, experiencias.
    • Mantener siempre una actitud de aprendiz es vital para sobrevivir los retos de la vida y del ministerio. Leer libros, atender conferencias, etc.
    • Una actitud grata y de adoración demostrada a través de la generosidad manifestada al dar el diezmo y ofrendas es una herramienta que ayuda en el progreso espiritual (Filp.4:15-20 / 2Cor.9:9-13 / Tit.3:14). La generosidad no solo produce frutos económicos, también espirituales.
    • Guardar el Sabat o el día de descanso nos recuerda que dependemos de Dios, pero también nos ayuda a entender que el hombre es espíritu, alma y cuerpo. A todas estas partes le debemos dar el debido cuidado y atención. Por algo encontramos este mandamiento en el decálogo. El concepto existe desde la creación. Dios nos creó para vivir una vida con un ritmo sano entre trabajo y descanso.
    • Al final de todo el discurso no puedo olvidar la obediencia (Mt.28:18-20). Si yo no doy los pasos para obedecer los mandatos de Dios, ninguna religiosidad es suficiente para experimentar progreso y éxito en la vida (1.Sam.15:22-23 / 1Jn.2:3-4)
    • Os.10:12 / Prov.18:21 / Stg.3:18 / Stg.1:20 / Prov.11.30 / Gal.6:8-9
 Cada creyente es responsable por su propia vida y su crecimiento espiritual. Dios nos ha dado las herramientas arriba mencionadas para experimentar un progreso continuo en la vida cristiana. ¡Úselas! Dedique tiempo para leer la Biblia y tener diariamente encuentros continuos con Dios. Formule metas concretas de tiempo para la oración y de capítulos que va a leer en la Biblia. Asista a la iglesia con el propósito de aprender, de relacionarse con otros creyentes y para servir con un corazón humilde. Use cualquier oportunidad para hablar del poder de Dios en su vida. Sea testigo de Jesucristo y no olvide ser generoso dando el diezmo y las ofrendas.

La formación espiritual es un proceso (2Cor.3:18 / Rom.12:2 / 1Cor.15:49 / Ef.4:22-24 / 2Pe.1:5-9). Es algo así como cocinar una comida a fuego lento. No es algo que se consigue en un microondas. El proceso de la maduración es frecuentemente doloroso, toma tiempo, requiere de esfuerzo intencional; hay que cultivarla para obtener los resultados esperados, pero el fruto resultante vale la pena.


ASIMILANDO (2Timoteo 3:16-17)
(Escriba sus respuestas a continuación y úselas para el diálogo en un grupo pequeño de estudio bíblico)

¿Qué lecciones aprendió durante este estudio?

¿Qué pasos debe tomar para corregir un comportamiento equivocado o un mal hábito? Sea específico.

¿Cuáles retos cree usted que va a encontrar en la aplicación de esta lección en su vida y ministerio?

Anote a continuación una petición de oración. Permita que el grupo ore por usted.

CAPACITAR Y PREPARAR (2Timoteo 3:16-17)

Comparta con una persona lo aprendido en esta lección.
¿A quién le compartirá? ¿Cuándo le compartirá?

REPORTE en la siguiente reunión: ¿Cómo le fue? ¿Qué preguntas surgieron? ¿Cuál fue la reacción / respuesta de la gente?


[1]Jamiesson, Fausset and Brown Commentary, en e-SWORD. En la traducción española de la Biblia se usa la misma expresión para niños en el versículo 12 como en el versículo 13. En el griego notamos que se usan dos diferentes expresiones
[2]Cuando hablamos de iglesia nos estamos refiriendo al cuerpo de creyentes y no a los edificios en los que se reúne la gente seguidora de Cristo.

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