“Somos
humanos, pero no luchamos como lo hacen los humanos. Usamos las armas poderosas
de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano
y para destruir argumentos falsos. Destruimos todo obstáculo de arrogancia que
impide que la gente conozca a Dios. Capturamos los pensamientos rebeldes y
enseñamos a las personas a obedecer a Cristo” (2 Cor.10:3-5) NTV
Hch.4:25 / Rom.1:21 /
1Cor.1:19 / 1Cor.3:19-20 / Gn.8:21 / Sal.139:2 / Prov.24:9 / Is.55:7 / Is.59:7
/ Mt.15:19 / Hebr.4:12 / Mt.9:4 / Lc.24:38 / Hch.8:22
La guerra más grande que se
está librando en nuestros días no es la de una nación contra otra nación. La
guerra que se lleva a cabo en nuestro mundo interior, más exactamente en el
mundo de nuestros pensamientos, es la lucha más álgida y la que afecta nuestro
estilo de vida, los hábitos que tenemos y las decisiones que tomamos. Si
queremos hacer decisiones buenas y vivir una vida que marca la diferencia,
entonces debemos entender el mundo de nuestros pensamientos y cómo tratar con
ellos.
La
batalla en nuestros pensamientos no se soluciona con una simple oración. La Biblia habla de la necesidad de renovar
la mente. Esta renovación es un proceso de toda la vida. Todo cristiano
debe trabajar en cambiar su manera de pensar y ajustarla a la manera bíblica.
Nuestro estilo de vida es un reflejo de lo que pasa en nuestra mente
(Rom.12:1-2 / Rom.13:14 / Ef.4:22-24 / Col.1:21 / Col.3:10).
Según la Biblia el corazón es la central de
mando y el lugar donde se piensa y
se decide (Prov.4:23). El corazón incluye naturalmente más que los pensamientos.
En el corazón encontramos los
sentimientos, la voluntad, la conciencia, el intelecto. Esa es un razón válida
para que tengamos cuidado de nuestro corazón.
- Con el corazón se entiende (Is.6:10). El corazón piensa y es intelectual (Gn.6:5 / Gn.8:21 / Gn.17:17 / Sal.14:1 / Sal-15:2 / Is.10:7). Existen muchas citas bíblicas que muestran que el corazón es el lugar donde se piensa y se entiende (Prov.15:28 / Prov.16:21). El corazón entendido adquiere sabiduría (Prov.18:15) y es llamado a entender los correctivos de Dios (Dt.8:5).
- Con el corazón se entiende (Jn.12:40). María meditaba en su corazón (Lc.2:19). Y Jesús dijo que del corazón salen los malos pensamientos (Mt.15:19). Es por eso que la Biblia menciona que Abraham o David hablaban en su corazón (Gn.17:17 / 1Sam.27:1).
- El corazón tiene naturalmente otros aspectos importantes, más allá de ser solamente intelectual, también es el centro de las emociones (Prov.13:15 / Hch.14:17 / Stg.5:5). Pero en la mayoría de las veces que se nombra en la Biblia el corazón, se está hablando del centro de nuestros pensamientos: Los pensamientos individuales forman el modo de pensar. Los patrones de pensamiento forman luego las actitudes. Las actitudes forman los hábitos. Los hábitos forman el carácter.
1. ¿Qué dice la Biblia sobre los malos pensamientos?
El pecado
comienza en los pensamientos. En la caída de los primeros humanos primero cayeron el corazón y los
pensamientos. Desde aquel momento los pensamientos del hombre son malos
(Gn.8:21). La caída comienza en Gn.3:1 cuando la serpiente desvía los
pensamientos de Eva. Lo insólito de la tentación es que la serpiente da una
promesa: “Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán abiertos
vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal” (Gn.3:5).
Finalmente Eva cae porque: “Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para
comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para
alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido que
estaba con ella, y él comió” (Gn.3:6).
En Rom.1:20-23,28
vemos que la apostasía del hombre
comienza en sus pensamientos – conociendo la verdad, la rechazan. Los pensamientos de una persona sin Dios
son: malos (Gn.6:5 / Gn.8:21). corruptos (Sal.14:1-3 / 1Tim.6:5 /
2Tim.3:8), necios (Sal.94:11), sin sentido (Jer.10:14), engañosos y perversos
(Jer.17:9), entenebrecidos (Rom.1:21 / Ef.4:18), detienen la verdad (Rom.1:18),
idólatras (Rom.1:23-26), carnales (Rom.8:6), incapaces de agradar a Dios
(Rom.8:6), ciegos (2Cor.4:3-4) , engañados (2Cor.11:3), endurecidos e
insensibles (Ef.4:18-19), impuros o corrompidos (Tit.1:15).
Debemos
cuidarnos de calificar los pensamientos como correctos o incorrectos en vez de
malos o buenos. Pensamientos inteligentes o avispados (“correctos”) no son
siempre pensamientos buenos. Un asesino puede planear bien sus malas aspiraciones,
de tal manera que la policía no lo puede arrestar, pero de todas maneras esos
pensamientos son malos. Hay traficantes de droga muy creativos, cuando se trata
de evadir controles y hacer sus malos negocios, de todas maneras esos
pensamientos son malos y aunque puedan evadir a los jueces terrenales, nunca
jamás podrán evadir al Juez eterno. Es por eso que los incrédulos son, según la
Biblia, gente necia (Sal.14:1 / Sal.92:7 / Tit.1:15).
El apóstol Pablo ve que una gran parte de su ministerio de
predicación y trabajo misionero se
centra en la lucha contra ideas y pensamientos que se oponen a la verdad de
Dios (2Cor.10:3-6).
- Los cristianos también pueden dejarse llevar por pensamientos malos, necios, sensuales y carnales y es por eso que deben trabajar constantemente para renovar los pensamientos y alinearlos con los pensamientos de Dios (2Cor.11:3). El engaño de la mente es la raíz de todo pecado. Primero somos engañados y luego pensamos equivocadamente de nosotros mismos, tomamos las decisiones equivocadas y formamos un estilo de vida que nos destruye.
- La lucha no es solo una lucha con pensamientos que nacen en el propio corazón, sino que también es una lucha contra pensamientos, ideas y filosofías que llegan de afuera. Son sistemas de ideas de incredulidad y sensualidad en el entorno que atacan tanto a los cristianos como a los no creyentes (Col.2:8). En el trabajo misionero se deben confrontar sistemas de pensamiento e ideologías, como por ejemplo la teoría de la evolución y el humanismo, etc. Estas ideas deben ser contrarrestadas con la sabiduría de Dios ya que la batalla se libra en el corazón de las personas y en las decisiones que ellas toman.
- Los pensamientos malos finalmente también tienen un origen diabólico. En la caída vemos que el hombre es completamente responsable por lo que piensa, pero a la vez vemos que detrás de esos pensamientos pecaminosos se encontraba el diablo en acción ofreciendo ideas, conceptos, razonamientos. Detrás de los malos pensamientos se encuentra siempre la actividad de Satanás (2Cor.2:11 / 2Cor.4:4). En la parábola del sembrador aclara Jesús que en el momento que una persona no muestra interés por la Palabra de Dios el diablo viene y la roba de su corazón (Lc.8:12). En Jn.13:2 se lee que fue el diablo quien le dio a Judas la idea de traicionar a Jesús. Como sea que queramos ver este punto, la responsabilidad de nuestros pensamientos recae sobre nosotros mismos, el aceptar o rechazar pensamientos errados es nuestra responsabilidad.
- Los pensamientos están embotados (2Cor.3:14) y extraviados (2Cor.11:3). Del Israel incrédulo dice Pablo que sus pensamientos están bajo un velo que solo puede ser quitado por Cristo (2Cor.3:16). Por eso es que ya oímos el llamado en el Antiguo Testamento a circuncidar el corazón (Jer.4:4 / Dt.10:16). Pablo oraba por los de Éfeso para que su entendimiento fuera abierto (Ef.1:17s / Lc.24:45 / 1Sam.3:10).
Todo lo arriba mencionado nos
aclara que todo trabajo que tiene que ver con renovar la mente, toda lucha por
controlar los pensamientos impuros y anti-bíblicos es también una lucha
espiritual.
2. ¿Cómo podemos vencer pensamientos impuros?
Hay
quienes se sienten abrumados cuando se tienen que enfrentar a los diversos
pensamientos de los cuales saben que deberían evitar o estar venciendo. Estos
pensamientos pueden ser pensamientos de venganza, impureza moral,
preocupaciones excesivas; pensamientos que infunden temor o aun terror, pensamientos
errados de sí mismo y de otros, etc. Lo cierto es que:
- debemos cuidar lo que pasa por nuestra mente (Prov.4:23 / Filp.4:8 / Rom.12:1-3 / 2Cor.10:3-6).
- Además, somos responsables por los pensamientos que dejamos pasar por nuestra mente (Rom.14:12 / Ecl.11:9 / Mt.12:36).
- Hábitos impuros son un subproducto de los pensamientos impuros. Cuando se gane la batalla en el ámbito mental habrá esperanza de victoria sobre las acciones.
Consejos para obtener el control sobre el centro de mando:
Asegurando la paz de Cristo
(Jer.4:14 / Mt.23:26):
Uno de
los primeros pasos para obtener victoria en el ámbito de los pensamientos es asegurar la paz de Cristo que sobrepasa
todo entendimiento (Filp.4:6-7). Esa
paz se consigue en primer lugar manteniendo
una buena conciencia delante de los hombres y delante de Dios
(1Tim.1:18-20). Un segundo paso para experimentar la paz de Cristo es descargando las preocupaciones en Dios
y confiando en el gran proveedor y amoroso Dios (Mt.13:22).
- La Biblia nos dice que una conciencia limpia es una de las armas más efectivas para obtener prosperidad y progreso espiritual (1Tim.1:18-19 / Jer.4:14 / Mt.15:19 / Stg.4:8 / Col.1:21). Un pecado sin confesar nos desensibiliza en cuanto a los parámetros morales de Dios y hace que sea más fácil volver a pecar llevándonos hasta el punto de negar a Cristo (1Jn.3:21-22 / 1Tim.1:5-6,18-19 / Hebr.12). Lea también Sal.32, Sal.38 y Sal.51.
- Si no estamos dispuestos a sincerarnos, ser transparentes y a limpiar nuestro pasado (1Jn.1:5-10), el presente estará marcado por fracasos (Prov.28:13). La persona que tiene la conciencia cauterizada se expone a la influencia y a la obra de demonios (1Tim.4:1-5). Cuando vivimos en pecado y si no lo confesamos, nos salimos de la protección divina y nos exponemos a la influencia demoníaca. Rebelión es igual a hechicería (1Sam.15:23). Hechicería es exponerse al dominio del diablo. Al observar detenidamente la cita en 1Tim.4:1-5 apreciamos que el de conciencia cauterizada es fácil presa de doctrinas falsas que llevan a conductas erradas. El pecado da lugar al diablo (Ef.4:26-27). El desvío doctrinal comienza frecuentemente en una relación desordenada frente a Dios.
- Según Filp.4:6-7 la paz que protege nuestros pensamientos también la podemos obtener al entregar a Dios nuestras preocupaciones, temores y angustias. Es en el momento que confiamos en Dios que nuestros pensamientos se tranquilizan y así podemos hacer decisiones equilibradas (Rom.8:6 / Rom.15:13).
Llene su mente con la
verdad (Hebr.4:12 / 2Tim.3:15-17)
Nuestra
guerra contra los pensamientos impuros, necios e incorrectos es una lucha
espiritual (Ef.6:12 / 2Cor.10:3-6 / Rom.1:21). La mejor manera para contraatacar pensamientos destructores es llenando
nuestra mente con la verdad (Sal.19:7 / Rom.12:2 / Rom.13:14 / Ef.4:22-24 /
Col.3:10 / Sal.119:11 / Sal.119:97-104).
Jesús
venció todo ataque del diablo a su mente con la Palabra de Dios y sometiéndose
a ella (Mt.4). Con la Verdad es que podemos derribar aquellas fortalezas y
aquellos argumentos que se oponen al obrar de Dios (2Cor.10:3-6). La Verdad nos ayuda a discernir entre lo malo y lo
bueno (Hebr.4:12 / Hebr.5:13-14).
Comience una guerra con
la expectativa de ganarla
La guerra
contra los pensamientos malos no se gana con buenas intenciones o con solo
tratar. La Biblia nos enseña que debemos perseverar (Prov.23:17-18 /
Hebr.12:3-4 / Stg.1:6-7). El rechazo de la impureza conlleva un compromiso
total de todo nuestro ser, con la certeza de que nuestra victoria ya ha
sido alcanzada por Cristo en la Cruz.
Daniel“propuso
(comprometerse, decidir) en su corazón no contaminarse...” (Dn.1:8).
- Compare las siguientes citas que hablan de una actitud determinada sin la cual no alcanzaremos la victoria: Rut 1:17-18 / Sal.119:106,115 / 1Cor.7:37.
- Al mantener una actitud luchadora podremos perder en ocasiones algunas batallas menores, pero al final ganar la guerra. Estos fracasos solo deben aumentar nuestra determinación de luchar, salir adelante y ganar la guerra.
- En Mt.7:7-8 leemos: “pedid…, buscad…, llamad…”. Estas palabras aparecen en imperativo presente y nos llaman a un constante y un repetido acercamiento a Dios. No hay que rendirse antes de tiempo, a pesar de las posibles trabas o los posibles retrasos en el camino (Lc.11:5-13 / Prov.24:10 /Mt.26:40-41). Vea 2Re.13:14-19.
No haga provisiones nocivas
que llevan a la derrota
La
advertencia bíblica: “...No proveáis para
los deseos de la carne” (Rom.13:14 – RV / 1Jn.2:15-17) es
mucho más importante de lo que nos imaginamos.
Cualquier provisión para los deseos de la carne demuestra que no tenemos
mucho interés por evitar la derrota. Las provisiones para los malos deseos es
una siembra de una semilla que lleva a que nuestra mente sea tentada, agita
nuestras emociones y, finalmente, vence nuestra voluntad.
Estas
cosas nocivas pueden ser: Libros o revistas impuras, discos o CD sensuales,
videos pornográficos, páginas en Internet pornográficas, cuadros, amistades
malas, novelas, actividades dudosas, etc.
Sólo en la medida que las eliminemos de nuestra vida, demostraremos que
estamos resistiendo sinceramente al demonio y a la tentación.
Podemos
evitar que los deseos pecaminosos se salgan de su cauce, si no los alimentamos
y si mantenemos vigilancia sobre ellos por medio de la Palabra y la oración (Rom.13:14 / Gal.6:8):
- “No proveer” (Rom.13:14): La palabra proveer tiene la idea básica de: “hacer planes”. El que hace planes tiene normalmente una meta en mente y organiza su vida de tal manera que pueda cumplir los deseos.
- “Abstengáis” (1Pe.2:11): La palabra significa que debemos mantenernos alejados del peligro (Hch.15:20). No tenemos que probar para ver cuán cerca podemos estar del peligro sin que nos haga daño. Sabiduría es estar lejos de todo peligro.
- “No conformarse” (Rom.12:2): no amoldarse, no estar en la moda (no tenga el hábito de amoldarse a este mundo y a su estilo de vida). Debemos ser transformados a la imagen de Cristo (2Cor.3:18) – este es el estilo de vida que debemos adoptar. Esa transformación comienza al aceptar la manera de pensar de Cristo. No conformarse a este mundo implica que somos valientes para marcar la diferencia.
- “Siembra” (Gal.6:8): La persona que hoy siembra no necesariamente cosecha en el mismo día, pero la semilla que se siembra y que se cuida o que simplemente se le permite germinar va a crecer y en el momento oportuno dará su cosecha (Prov.22:8).
No
debemos aprender los detalles del mal (Rom.16:19-20
/ Gn.3:5). Dios nunca quiso que conociéramos el mal con nuestra mente, o a
través de la experiencia, sino con el
discernimiento de nuestro espíritu: “...probad
los espíritus si son de Dios...” (1Jn.4:1). Mientras más poderosos
seamos en el Espíritu de Dios, mayor será nuestro discernimiento.
Haga un pacto con sus ojos (Job 31:1). Notamos que la clave para controlar nuestra mente está en controlar nuestros ojos
(Mt.6:22-23 / Prov.4:23-25). Aleje
su mirada de toda fuente que puede sembrar imágenes que alimentarán de manera
incorrecta su fantasía y sus pensamientos (1Cor.6:18-20). Conscientemente fije
su mirada en Jesús y en Su verdad (Hebr.12:1-3) y medite en ella (Sal.1:1-3).
Cuide lo que ve (Prov.4:25), cuide lo que oye (1Cor.15:33), cuide lo que habla
(Ef.5:3) y cuide con quien se asocia (Prov.13:20).
Recordemos
que un naufragio no siempre ocurre como en el caso del Titanic. En el momento
menos pensado apareció el iceberg contra el cual chocó este barco, que
aparentemente estaba construido para que ninguna cosa y nadie lo pudieran
hundir. Aunque esos icebergs pueden aparecer en la vida espiritual (como en el
caso de José en el Antiguo Testamento quién fue tentado por la esposa de
Potifar), la mayoría de las veces el barco espiritual naufraga por las fisuras
pequeñas que dejamos y que con el tiempo permiten que nuestro barco se llene de
agua sucia (1Tim.1:18s). Esas fisuras son causadas por cosas pequeñas que consentimos
en nuestra vida y que en un principio parecen inofensivas, cosas con las cuales
nos damos un gustico, pensando que lo merecemos, pero que con el tiempo hacen
su trabajo de debilitamiento. Después, de un momento a otro, el barco se hunde
sin poder hacer nada para impedirlo; es como una avalancha que nos aplasta y no
tenemos con qué frenar el desastre.
Aprenda a vivir en el
temor a Dios
El
diccionario de VINE define el temor como la actitud con la que una persona
reconoce el poder y la condición de la persona a la que se reverencia y entonces
se le rinde el debido respeto. Además añade: Que la palabra hebrea para temor “yare” puede usarse con el significado
de ‘sentir temor’. Adán dijo a Dios: ‘Tuve
miedo, porque estaba desnudo’ (Gn.3:10 - primer caso del vocablo)[1].El diccionario de Strongs
define la palabra “yare” como temor,
reverencia, asombro, espanto[2].
El temor
de Dios es aquella cosa que inspira
reverencia a Dios. El temor a Dios también incluye un cierto miedo a ofender a Dios y después experimentar las
consecuencias de un mal comportamiento. El temor a Dios no solamente debe
entenderse como algo negativo. El temor a Dios también motiva a seguir los pasos de Dios y con ello a experimentar las
bendiciones que resultan de tal comportamiento.
Dos
citas importantes: Prov.8:13 y Sal.34:11-14
El
salmista dice en Sal.34:11: “…voy a
enseñarles el temor del Señor” y en los versículos siguientes presenta
algunos elementos clave que son parte del temor de Dios. Igualmente la cita en
Prov.8:13 anota elementos que constituyen el temor a Dios. Resumiendo estas dos
citas podemos concluir que existen cuatro elementos clave del temor a Dios:
- Aborrecer el mal uso de la lengua
- Apartarse del mal y hacer el bien (Neh.5:15 / Prov.16:6)
- Buscar la paz
- Aborrecer el orgullo
Estos elementos del temor a
Dios muestran claramente que el ‘temor a Dios’ no es solamente un sentimiento ni
solo un miedo, sino un estilo de vida que agrada a Dios. Es un estilo de vida
que va de acuerdo con el carácter de Dios, entendiendo que al violar estos
principios se tiene que contar con la reacción de Dios no favorable. Quien vive
estos principios no tiene que temer el castigo de Dios.
Las
siguientes son las características del temor de Dios:
- El temor a Dios tiene sus bases en el entendimiento de que Dios es el dueño de nuestra vida y Él tiene el poder y el derecho de bendecir como también de castigar (Hebr.12:25-29).
- El temor de Dios asimismo tiene sus bases en el entendimiento de que Dios sabe todas las cosas y no le podemos ocultar nada (Jn.2:24 / 1Cor.3:20 / 1Sam.16:7 / 1Cron.28:9).
El temor
a Dios infunde confianza:
El temor a Dios de alguna
manera infunde una confianza especial, no una confianza en sí mismo, sino una
confianza en Dios. No es un valor pretencioso, sino más bien un valor
fundamentado en el entendimiento que Dios es el que dice la última palabra y es
Él quien recompensa al final.
- En Hch.4:19 vemos a los apóstoles Pedro y Juan frente a los fariseos defendiendo la fe con un valor excepcional; ellos no temieron a ninguna persona y no se dejaron amedrentar por las amenazas recibidas. Estaban dispuestos a ir a la cárcel o a morir por la causa de Cristo.
- David ora en el Sal.27:1: ‘El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién tendré temor?’. David había aprendido que con Dios se vencen a los gigantes. Saúl había perdido toda autoridad porque temía a Goliat. El que Saúl no temía a Dios lo observamos en el momento que desobedece el mandamiento de Dios por temor a la gente. El final es la desgracia, la derrota y la vergüenza (1Sam.15).
- Las parteras en Egipto temían a Dios y por eso estaban dispuestas a exponerse a ser maltratadas por los hombres, pero jamás querían vivir el juicio de Dios sobre su vida (Ex.1:17 / Hebr.11:23).
- Daniel temía a Dios y por eso no se dejó llevar por la mayoría que andaba adorando dioses falsos. Ese valor tenía un costo, pero el temor a Dios lo fortaleció (Dn.3:18). Cuando Dios es su ayuda, su refugio y su salvación, no temerá lo que la gente le pueda hacer (Hebr.13:6). El temor a Dios, que tenían los amigos de Daniel, les infundió a ellos las fuerzas para seguir los caminos de Dios y no temer la muerte si ésta les llegaba por hacer lo que a Dios le agrada (Dn.3:16-18). Igualmente vemos que José venció la tentación de ceder a las ofertas de la mujer de Potifar por el temor a Dios que lo guiaba (Gn.39:9).
- Micaías temía a Dios y por eso estaba listo a hablar lo que el Señor quería que dijese (1Re.22.14) y no lo que la gente le estaba pidiendo que dijese. A veces nos dejamos llevar y decimos cosas que les suenan bien a las personas, pero no es lo que Dios espera de nosotros. Pablo conoce este peligro y por eso pide oración para que con valentía predique la Palabra de Dios (Ef.6:19-20). Igual vemos como los primeros cristianos oran por sus líderes para que no se dejen amedrentar por las amenazas hechas contra ellos y para que hablen con valentía la Palabra de Dios (Hch.4:29-31). El temor a Dios nos da fuerzas para hablar la verdad en amor y no dejarnos llevar por la opinión de la gente y las corrientes de este mundo, sino por la Palabra de Dios.
Busque el apoyo de un
grupo pequeño
Tanto en
el mundo secular como en la iglesia se habla mucho de la necesidad de rendir
cuentas para evitar la corrupción y la falta de integridad en las personas y en
las instituciones. El rendir cuentas es esencial en toda sociedad. De alguna
manera todos somos llamados a rendir cuentas. Si no cumplimos con una cierta
ley de un país seremos llamados a rendir cuentas y en caso dado tenemos que
sufrir las consecuencias de nuestras decisiones. Rendir cuentas es simplemente
ser responsable. Gerentes deben rendir cuentas a la junta directiva respectiva,
ancianos rinden cuentas a sus pastores.
El
concepto de rendir cuentas es definido por el diccionario de la lengua inglesa
(Nueva York, 1987) como: “Ser sujeto a la obligación de reportar, explicar o
justificar; ser responsable ante alguien de algo”. Este concepto igual se
encuentra en la Biblia y es una recomendación que Dios les da a todo creyente y
a cada líder cristiano:
- Primero que todo debemos notar que la Biblia nos enseña que cada persona debe darle cuentas a Dios (Rom.14:12). Esto es una acción personal, cada cual debe responsabilizarse delante de Dios por sus pensamientos, hechos, actitudes.
- La Biblia también nos dice que todos los creyentes somos parte de un cuerpo y que cada uno tiene una responsabilidad definida en este cuerpo (1Cor.12). De esta manera todo creyente está interconectado con el resto del cuerpo y no vive solamente para sí mismo. Cada cual es responsable frente al prójimo (Gn.4:9 / Gal.6:1-2). Si usted sabe de un amigo creyente que no anda bien y que anda contrario a lo que la Biblia enseña, entonces usted tiene la responsabilidad de ayudar a tal individuo a corregir su caminar, confrontándolo gentilmente, expresando perdón y animándolo a seguir los mandamientos de Dios (Stg.5:16, Gál.6:1).
- Otro aspecto de rendir cuentas es el de animar y edificar al prójimo. Todos requerimos de que alguien nos apoye, nos anime, nos dé la mano en determinado momento de la vida. Un grupo para rendir cuentas no solamente se concentra en el tema de los pecados, en lo negativo, en las tentaciones, sino que también es un lugar en el cual se expresa un interés genuino por el otro ayudándole a crecer espiritualmente (Hebr.10:24-25 / 1Tes.5:11). La Biblia sugiere que dos son mejor que uno (Ecl.4:9-10) y eso no es solo para el matrimonio.
- El versículo en Prov.27:17 nos hace ver que el crecimiento personal es agilizado por la contribución de otro. La vida simplemente requiere de la ayuda de otros para poder experimentar verdadera superación personal.
“Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más
cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el
espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto
nuestros pensamientos y deseos más íntimos.
No hay nada en toda la creación que esté oculto a Dios. Todo está
desnudo y expuesto ante sus ojos; y es a él a quien rendimos cuentas.” - (Hebr.4:12-13) NTV
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