martes, 7 de mayo de 2019

brotarán ríos de agua viva


"En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: --¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía" (Jn.7:37-39) NVI

La persona que decide creer y seguir a Cristo nace de nuevo por la obra del Espíritu Santo; el Espíritu Santo habita en ella y éste llega a ser un río de agua viva que no solo beneficia al creyente, sino que también salpica a aquellos que llegan a estar en su esfera de influencia (Jn.3:5-6 / Rom.8:9 / 1Jn.3:9 / Gal.4:6).

En el libro de los Hechos podemos observar que el Espíritu Santo juega un papel de suma importancia en la vida de los discípulos y de toda la iglesia. Los líderes estaban conscientes de la presencia del Espíritu Santo en aquellas reuniones en las que discutían asuntos de doctrina (Hch.15:28). Sin el poder del Espíritu Santo no debían partir los discípulos a las misiones (Hch.1:8); ellos debían esperar hasta ser revestidos con el poder del Espíritu Santo y luego salir como testigos de Cristo.
La iglesia en Antioquía fue guiada por el Espíritu Santo a enviar a Bernabé y a Saulo a la obra a la que los había llamado Dios (Hch.13:1-3). Más adelante vemos que la iglesia en Corinto experimentaba vívidamente la manifestación de los dones del Espíritu Santo. Pablo aclara que esos dones son para la edificación de la iglesia mientras los creyentes se sirven los unos a los otros (1Cor.12 y 14). En otra ocasión enfatiza el apóstol Pablo que es el Espíritu Santo el que produce el fruto del Espíritu (Gal.5:22-23).

Es obvio que el Espíritu Santo juega un papel muy importante en la vida del creyente y de toda la iglesia cristiana y su dinámica. Tampoco podemos olvidar el rol que tiene el Espíritu Santo frente al mundo. Allí convence de pecado y lleva a la gente a que se arrepienta de sus pecados, crea en el Señor Jesucristo y nazca de nuevo (Jn.16:7-11 / Jn.3).

No debemos sorprendernos de que el apóstol haga un llamado a los creyentes a estar siempre llenos del Espíritu Santo:
“Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor; dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre; sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo” (Ef.5:18-21) LBLA.

¿Cómo mantenernos llenos del Espíritu?
  • Orando y pidiendo regularmente a Dios por el Espíritu Santo, declarando una constante dependencia de Dios y de Su poder (Lc.11:13 / Hch.4:23-31 / Is.44:3-4 / Joel 2:28 / Jn.7:37-39).
  • Aseguremos estar continuamente unidos a Jesús – creciendo en el entendimiento de Dios y de Su voluntad por medio de la Palabra de Dios (Jn.15:1-15 / Mt.4:4 / Col.3:16 / 2Pe.1:3-4). Practicando obediencia a la Palabra de Dios es central en el proceso de mantenernos llenos del Espíritu.
  • Vivamos regularmente bajo la influencia del Espíritu viviendo una vida íntegra, de adoración a Dios y de gratitud a Dios (Ef.5:15-20 / Ef.4:30 / Sal.78:40 / Sal.95:10 / Is.63:10 / Mr.3:5 / Hch.7:51 / 1Tes.5:19 / Hebr.3:17).
  • Practicando la verdadera adoración a Dios. La oración igual nos va llenando una y otra vez (Hch.4:31 / Ef.5:15-20 / Rom.12:1 / Hebr.13:15-16).
  • Aprovechar los beneficios de ser parte de una congregación local y de las dinámicas ministeriales que allí ocurren (1Cor.12:7 / Ef.4:10s / 1Cor.14:1.39).

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