martes, 22 de septiembre de 2020

 

Si no hubiera sido por Jesús, las tantas diferentes voces hubieran apagado la esperanza y la fe de Jairo (lea Mr.5:21-43). Jairo fue un líder importante en la comunidad y líder de la sinagoga local. No sabemos si Jairo pertenecía a aquellos religiosos que cuestionaban y despreciaban a Jesús o si pertenecía al grupo que admiraba en secreto al Maestro. Pero, ¿qué importa eso cuando la necesidad toca su propia casa? Su única hija de doce años estaba muriendo (Lc.8:41-42). Cualquier padre en su desesperación por ver a su hija sana busca como sea la ayuda necesaria. En el momento que tenemos que enfrentar la muerte todos somos iguales, nos encontramos en el mismo ruedo con las mismas condiciones. Los títulos, las posiciones y el dinero ya no importan, y tampoco es que sirvan mucho en ese momento crucial. Cuando Jairo ve a Jesús nadie ni nada lo pueden parar. Jairo se tira al piso rogando que Jesús intervenga en favor de su hija, y de toda la familia.

La voz de los prejuicios no lo pudo frenar. El qué dirán los religiosos y los colegas pasó a un segundo plano. Las habladurías acerca de Jesús, de si era o no un profeta, si era o no el Mesías, ya no importaban. Jairo había escuchado que Jesús sanaba enfermos, liberaba a los oprimidos, hacia bien por doquier - y eso era lo que necesitaba urgentemente. Otros hablaban mucho y pocos resultados verdaderos tenían. Jairo avanza esperanzado mirando a Jesús.

La voz del sentimiento de dignidad y del orgullo puede impedir mucho el que nos acerquemos al gran Yo Soy. ¿Cómo puede un líder respetado en la comunidad admitir su necesidad y buscar ayuda y hacerlo además de rodillas? ¿Puede pedir algo de aquel quien era despreciado por la mayoría de los líderes religiosos? ¿Puede permitirle a aquel quien come con los pecadores y los despreciados entrar en su casa? 

Esta historia me recuerda a Naamán quien tuvo que venir a visitar al profeta de Israel, a Eliseo (2Re.5), para ser curado. Viajar a territorio enemigo en busca de ayuda fue un primer paso que aportó al desmoronamiento del orgullo del comandante del ejército Sirio. Y ahora bañarse siete veces en el Jordán no era para nada de su agrado. Que el profeta envíe a un mensajero con la nota y no dignarse a ver al alto mando de Siria personalmente tampoco era la manera de tratar a un comandante de un ejército. Naamán en su desesperación tuvo que finalmente tragarse su orgullo, y fue sanado.

Cuándo el asunto es de vida o muerte el orgullo tiene que hacerse a un lado, no importa cuan duro grite.

La voz de las circunstancias adversas pueden llevar a cualquiera a la desesperación. El asunto era urgente, pero en el camino la multitud no deja avanzar rápidamente. Además aparece de repente aquella mujer que acercándosele por detrás busca igualmente ayuda del Maestro. El avance de Jesús se retrasa. Jesús se toma todo el tiempo necesario para atender otro caso. Todo parece estar en contra.

La voz de los mensajeros - la noticia que traen cae como un balde de agua fría. ¿Y qué decir de los consejos que estos dan? ¿Qué no moleste más al Maestro? ¿Es que todo se apagó de verdad? ¿Por qué me ocurre esto a mí? Pero Jesús quien también oye las voces que quieren apagar toda esperanza y toda fe le habla a Jairo: "No tengas miedo. Sólo tenga fe". Qué contraste. ¿A quién va a escuchar Jairo? ¿A quién le va a creer este padre?

Finalmente arriba Jesús a la casa de Jairo. No nos debe sorprender que la gente esté afligida. Para la gente cualquier poquito de esperanza se había apagado - es que sin Jesús no hay mucho que esperar. Los hechos son los hechos - la chica había muerto. 

Ahora, la voz de la burla se mezcla con el llanto y el lamento - vaya uno a entender al ser humano. La gente no puede creer lo que Jesús dice. La voz de la incomprensión no permite ver más allá. Lo cierto es que la historia no terminó para Jesús con los hechos inmediatos y visibles. Él entra al cuarto donde está la chica. Jesús deja afuera a los burlones, a los mensajeros, a los que no pueden creer y a los que desinflan la fe de toda persona. Creo que es bueno alejarse de aquellos que no entienden lo que Jesús quiere hacer en dado momento para poder ver el poder de Dios en acción. 

¡La voz de Jesús es diferente!

PADRE CELESTIAL hay tantos ruidos que quieren acallar Tu voz en mí - las preocupaciones, las comparaciones, las incomprensiones, las circunstancias adversas, las ideas de la gente, el mucho correr y mucho más. Quiero ser sensible a Tu voz y dejarme guiar por ella. SEÑOR, siempre sabes lo que ocurre en mi vida. Por favor ayúdame a seguirte fielmente. Tus palabras son mi gozo y la delicia de mi corazón. En Ti esperaré y veré Tu poder actuando para Tu gloria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario