Cuando un nuevo año comienza
deseamos que el nuevo año sea mejor que el pasado y que prosperemos en todo.
No hay nada malo en tener ese deseo.
Creo que es natural que pensemos así y es además el deseo de Dios que
prosperemos y lleguemos a ser todo lo que Él quiera que seamos. Dios es bueno y
el quiere cosas buenas para nosotros (Jn.10:10 / Jn.6:33 / Jn.6:51 / Mt.18:11 /
Jos.1:8 / Sal.1:1-3). Sin embargo, lo que sí me parece importante es cómo
pensamos que podemos llegar a experimentar el éxito y la prosperidad esperados.
Hay quienes desean que por arte de magia o por practicar ciertos ritos o con
simple confesar lo contrario a lo que temo, entonces todo salga bien. Quiero
anotar a continuación algunos de los consejos que nos da la Biblia y que nos
ayudan a vivir una vida de victoria y prosperidad en las áreas espiritual,
emocional, física y aun materialmente:
- Prosperidad viene si tomamos en serio la Palabra de Dios y si nos enfocamos en obedecer los
mandamientos de Dios (Jos.1:8 / Sal.1:1-3 / Sal.119 / 2Tim.3:16-17).
- La Biblia dice que el que
encubre sus pecados no prosperará, más el que los confiesa y se aparta
de ellos recibirá misericordia (Prov.28:13 / Sal.32:3-5 / Mt.23:25-28 /
Sal.51 / 2Cron.7:13-14 / Jos.6 y Jos.7 / 2Tim.2:21-26 / 1Cor.11:28.34). Los que andan en integridad son
protegidos (Prov.2:2-9)
- Confianza en Dios lleva a una vida próspera
(Prov.28:25 / Sal.84:12 / Jer.17:7-8 / Sal.146:5 / Sal.20:7 / Sal.33:16-17
/ Prov.21:31 / Is.31:1 / Prov.11:28). Si nuestra confianza descansa en
hombres, en sistemas, en símbolos (aun cristianos – 2Sam.4), u otros
poderes y no en DIOS, entonces no prosperaremos (Jer.2:37 / 2Sam.4 / Jer.10:21).
El poner la confianza en nuestras habilidades y fuerzas, y dejar de
confiar de todo corazón en Dios, seguir a otros dioses, confiando en ellos
para nuestro bienestar, todo esto se nos vuelve una trampa que acaba con
todo lo que Dios nos ha dado o nos quiere dar (Dt.8:1-20). Cuando dependemos
de la gracia y de la soberanía de Dios,
entonces se manifiesta el poder
de Dios en y a través de nosotros, esto, a pesar de las limitaciones y debilidades
que podamos tener o experimentar. Se trata de aceptar los límites que
tenemos y confiar totalmente en la gracia, es en ese momento de dependencia total de Dios que el poder de Dios
se manifiesta a través de nosotros (2Cor.12:8-9 / 2Cor.13:4 / Gal.3:5). José prosperó porque Dios
estaba con él (Gn.39:2-3 / Hch.7:9-10 / Gn.50:19-20). Vea otros ejemplos: Abraham
(Gn.21:22), Isaac (Gn.26:24-28), Jacob (Gn.28:15), David (1Sam.18:14),
Israel y los cristianos (Is.41:10 / Jer.15:20 / Mt.1:23 / Hch.4:33). Dios
resiste al orgulloso, pero le da gracia a los humildes (Stg.4:6 /
1Pe.5:5).
- Buscar primero las cosas del Reino de
Dios produce
prosperidad (Mt.6:33). Poner el Reino de Dios en primer lugar significa
hacer a Dios el Señor de nuestros pensamientos, de nuestros sueños y
deseos, servirle a Él de todo corazón, trabajar para que nuestro carácter
cambie a la imagen de Jesús y buscar obedecer a Dios en todo. Las cosas
materiales, y aun nuestra propia vida, deben estar en segundo plano. Los
intereses de Dios y Sus mandamientos deben ser el centro de nuestro
pensar, soñar, actuar. Dios se ha comprometido a preocuparse por lo que
nosotros muchas veces estamos tan preocupados; esto ocurre si no le atamos
las manos al tomar nosotros las riendas de las cosas por las cuales Él se
quiere preocupar (1Re.3:11-13 / 2Cron.1:7-12 / 2Cron.31:20-21 /
Prov.3:9-10 / Hag.1:2-11 / Jn.6:27).
- Generosidad produce prosperidad (Prov.11:25 / Prov.28:27
/ Is.58:7-11 / Mt.25:34-35 / Dt.15:10). El mundo nos enseña que retener lo
más que se pueda es la manera cómo es que podemos obtener. La Biblia nos
enseña que si somos generosos y si damos libremente a Dios y al necesitado,
dinero, emergía, tiempo, palabras de aliento, etc., entonces más
recibiremos de Dios para poder volver a bendecir a otros. Generosidad nos
libera de la esclavitud a las cosas materiales, nos ayuda a tener la
correcta actitud frente a las riquezas materiales y multiplica el
verdadero gozo (Lc.6:38 / Prov.3:9-10 / Prov.19:17 / Mt.10:42 / 2Cor.9:6-8
/ Filp.4:17-19).
- Trabajo diligente lleva a la prosperidad (Sal.128:2 /
Prov.13:4 / Prov.12:11 / Prov.12:24 / Prov.14:23 / Prov.28:19 / Gn.3:19 /
Ef.4:28 / 1Tes.4:11-12 / 2Tes.3:8 / Prov.6:6-11).
- Dios tiene el control. Dios no solamente es quien da, sino también aquel quien puede quitar (Job 1:21 / Job 2:10 / Gn.30:2 / Gn.45:5 / Is.45:7). En el caso de Job notamos que él reconoció la soberanía de Dios y la total autoridad que Dios tiene sobre todo lo que tenemos y lo que somos y, aunque haya agentes intermediarios que pueden ser los que actúan, la última palabra la tiene Dios. Dios solo puede quitar lo que Él en algún momento dio. El creyente y la persona que ama a Dios aprende en momentos de pérdida a amar a Dios por lo que Él es y no solo por lo que Él puede dar. Definitivamente todo lo que sucede en el mundo y en la vida de cada persona está bajo el control de Dios (Sal.135:6 / Dt.4:34-35). A los que siguen a Dios cualquier experiencia o circunstancia es finalmente para su beneficio (Rom.8:28). El Señor también se vale de las dificultades para cumplir Sus propósitos y planes. Para lograr propósitos divinos (Gn.45:5-8 / Gn.50:20). Para desarrollar nuestro carácter (Rom.5:3-4 / Rom.8:35-37 / Stg.1:2-3 / Hebr.12:10-11). Un ejemplo del control de Dios sobre las circunstancias se ve en 2Re.6 y 2Re.7. Por el juicio de Dios en Samaria, había una hambruna en el país. Al mismo tiempo, los sirios estaban sitiando a Samaria, así que los suministros alimenticios no podían entrar a la ciudad. Como resultado, una cabeza de burro tenía el valor de ocho piezas de plata. En el tiempo de un día Dios suministró a la gente de Samaria lo que necesitaban. De repente abundaba la comida y una cabeza de burro perdió todo su valor.
- LEA CADA UNA DE LAS CITAS ANOTADAS EN ESTA REFLEXIÓN Y SAQUE SUS PROPIAS CONCLUSIONES
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