miércoles, 14 de agosto de 2019

el fracaso no es el final

"Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús. Pero, cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. «¡Sálvame, Señor!» —gritó. De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. ..." (Mt.14:29_31) NTV

"Jesús le dijo por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿Me quieres?" Pedro se entristeció porque la tercera vez le dijo: "¿Me quieres?" Y Le respondió: "Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que Te quiero." "Apacienta Mis ovejas," le dijo Jesús" (Jn:21:17) NBLH

"... Trae a Marcos contigo cuando vengas, porque me será de ayuda en mi ministerio" (2Tim.4:11) NTV

Jesús extendió la mano a PEDRO cuando éste se estaba hundiendo - El había fallado. Él había dudado de las Palabras de Jesús, fue invadido por el temor, no puso la mirada en Jesús - se concentró en las circunstancias; y luego comenzó a hundirse en las profundas aguas. Jesús responde al llamado de auxilio de Pedro alcanzándole la mano. Jesús no lo acabó de hundir, sino que le ayudó a superar esta crisis. Pedro requería de un Jesús que le alcanzara la mano. Más adelante Pedro hace afirmaciones que no cumplió. Niega a Jesús tres veces. Sin embargo, Jesús le da una nueva oportunidad y lo restaura (Mt.14:26-31 / Mr.14:26-31 / Jn.21:15-19).

El ayudante del apóstol Pablo: JUAN MARCOS en un cierto momento del viaje misionero desertó, él falló de alguna manera en su compromiso. Si no hubiera sido por Bernabé (Consolador), quien se preocupó por este hombre en su crisis (probablemente se condenaba por haber fracasado, puede haber sentido culpabilidad, depresión, rechazo), probablemente nunca hubiera llegado a ser lo que al final llegó a ser. Juan Marcos llegó a ser una figura clave en el proceso de la escritura del Evangelio de Marcos (Hch.13:13 - Hch.15:36-39 - 2Tim.4:11). En la historia de Juan Marcos notamos igualmente la necesidad de que alguien en un cierto momento de la vida le diera de manera especial una mano.

DOS LECCIONES importantes que debemos aprender:

[1] Si hemos fracasado en el camino con Dios, entonces éste no significa el final. Es verdad, el fracaso es doloroso. El sentimiento de frustración, de culpabilidad, de condena pueden ser fuertes. Sin embargo, el Dios Eterno, el Todopoderoso, el Santo es también el Dios de amor y es el Rescatista. Dios nos da una nueva oportunidad, nos restaura y hace que nuestra historia al final se vea sanada y ordenada. Muchas de las personas que aparecen en la lista de los grandes de la fe en algún momento del trayecto fracasaron terriblemente. Sin embargo, Dios ve el final de la historia de cada uno. Si hemos pecado, entonces debemos arrepentirnos, luego levantarnos y seguir adelante. Un nuevo encuentro con Dios cambia todo. "Los justos podrán tropezar siete veces, pero volverán a levantarse" (Prov.24:16) NTV (Sal.37:24 / Sal.145:14).

[2] ¿Qué hacemos con el que ha experimentado un fracaso? Claro, podemos acusarlo, rechazarlo, condenarlo y acabar de hundirlo. hacer algo parecido como lo que querían hacer los fariseos con la mujer que fue sorprendida en el adulterio. Podemos darles lo que merecen, aplicarles la ley (Jn.8:1-11). O podemos extender la mano como lo hizo Jesús. O podemos seguir el camino que Bernabé tomo con Juan Marcos. O hacer lo que Jesús hizo con Pedro después de que lo negara tres veces - le dio una nueva oportunidad. En el proceso de rescatar al caído probablemente tengamos que acercarnos en dado caso como lo hizo Natán con David, pero siempre manteniendo la puerta abierta para el regreso (2Sam.12). El hijo pródigo regresó a la casa del padre porque entendía que en ese hogar el padre tenía un corazón abierto, misericordioso y listo a dar una nueva oportunidad. "Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde" (Gal.6:1) NVI

Que Dios no nos encuentre en el lugar equivocado.
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