martes, 6 de octubre de 2020

mirando el espejo (Stg.1:19-25)

 


"Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse. El enojo humano no produce la rectitud que Dios desea. Así que quiten de su vida todo lo malo y lo sucio, y acepten con humildad la palabra que Dios les ha sembrado en el corazón, porque tiene el poder para salvar su alma. Pero no sólo escuchen la palabra de Dios, tienen que ponerla en práctica. De lo contrario, solamente se engañan a sí mismos. Pues, si escuchas la palabra pero no la obedeces, sería como ver tu cara en un espejo. Te ves a ti mismo, luego te alejas y te olvidas cómo eres. Pero, si miras atentamente en la ley perfecta que te hace libre y si la pones en práctica y no olvidas lo que escuchaste, entonces Dios te bendecirá por tu obediencia" (Stg.1:19-25) NTV.

Hay quienes odian los espejos, pero creo que a todos nos conviene que pasemos cerca de un espejo antes de salir a la calle. Una mirada al espejo nos puede decir mucho - si estoy bien peinado, si la camisa está bien, si la cara está limpia. En esos momentos podemos intervenir y arreglar lo que no está como lo deseo. Pero un momento, no es el espejo quien me hace el trabajito de poner las cosas en su lugar, eso sí es una decisión mía. Yo debo moverme. Si me retiro pensando que las cosas se ordenan por sí solas, entonces estoy muy equivocado. 

Parece que la iglesia en tiempos de Santiago tenía un problema - los cristianos escuchaban la Palabra de Dios, pero había una distancia entre escuchar y obedecer. ¿Cierto que esto nos suena conocido? Parece que también tenemos ese problema. Escuchar la Palabra de Dios y no vivir según ella es una enfermedad bastante propagada y un gran desafío. ¿Cómo explicamos eso? Vemos, entendemos, aprendemos, sabemos, reconocemos y sabemos enseñarlo, pero algo nos detiene ponerlo en práctica. ¿Qué es lo que nos detiene? ¿Qué debo tener en cuenta para que al escuchar y entender lo que debe cambiar finalmente resulte en verdadera transformación? Es obvio que el resultado de la enseñanza bíblica no es la acumulación de conocimiento, de certificados y diplomas. ¿Cierto que el conocimiento es solo una etapa hacia el resultado? La meta tampoco es sentirse bien o emocionado, o que se le paren los pelos de punta. La bendición, la verdadera libertad, la transformación radica en la obediencia a la Palabra de Dios - así lo sugiere Santiago.

La mirada atenta e intencional es uno de los primeros pasos para ver transformación (Stg.1:25). Alejarnos de lo que nos distrae, nos desvía o detiene, y luego alimentarnos con lo correcto, son pasos en la dirección correcta (1Pe.2:1-2 / Sal.1:1-3). Finalmente el tomar la decisión de obedecer nos lleva a ser constructores sabios, gente que construye sobre fundamentos sólidos y terminando resistiendo las tormentas de la vida (Lc.6:47-49 / Jn.13:17).

Padre eterno, como un verdadero discípulo tuyo escucharé atentamente tu voz, no me rebelaré contra tus mandatos, viviré en el temor a Dios siguiendo fielmente tus enseñanzas. Me dedicaré sin pereza a meditar en las enseñanzas de tu Palabra. Tendré mucho cuidado de cómo vivo y de lo que enseño. Me mantendré firme en lo que es correcto por el bien de mi propia salvación y la de quienes me oyen. Gracias Padre celestial, porque no solamente me das el deseo, sino también el poder para hacer lo que a ti te agrada.

(c) PJO - https://caudalesdevida.blogspot.com

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