domingo, 28 de abril de 2019

Enfrentando las tentaciones y al diablo


"Sin embargo, él nos da aún más gracia, para que hagamos frente a esos malos deseos. Como dicen las Escrituras: «Dios se opone a los orgullosos pero muestra su favor a los humildes». Así que humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes" (Stg.4:6-7) NTV

Para poder resistir al diablo y verlo huir, para enfrentar las tentaciones y salir victorioso es importante notar que Dios tiene que estar a nuestros lado. El orgullo nos hace enemigos de Dios. La humildad y la dependencia de Dios son la clave para experimentar el favor de Dios y tener el poder para resistir las tentaciones y al diablo; entonces salimos victoriosos y podemos vivir una vida que marca la diferencia e impacta su entorno.

El orgulloso es aquel quien se coloca por encima de los demás - aparenta estar por encima de otros. El orgullo es terrible porque se esconde en lo más profundo del corazón humano. El orgulloso jamás reconoce su propia necesidad. No reconoce su pecado; más bien admira su aparente excelencia, es auto-suficiente, no cree que requiere de ayuda, le encanta tener el primer lugar. Además cree que lo que tiene está por encima de lo que tienen los demás (Lc.14:7-11 / Lc.18:11 / Rom.12:3 / Rom.11:20 / Prov.25:27 / Mt.18:1-4 / 1Cor.4:7-8 / 2Cor.12:7 / Gal.6:3 / Filp.2:3-8 / 1Pe.5:5 / 3Jn.1:9).

El orgullo provoca que Dios se le oponga a la persona y que entonces falle en tener lo que requiere para resistir a las tentaciones y al diablo (Stg.5:6-7 / 1Pe.5:5). El orgulloso será desplazado del lugar de reconocimiento, será avergonzado por tener que sentarse en el último lugar (Lc.14:7-11 / 2Sam.22:28 / Prov.11:2 / Prov.16:18). Los que se exaltan a sí mismos no serán justificados; además serán humillados (Lc.18:9-14).

La humildad, por el otro lado, no es rebajarse y considerarse un cero o un derrotado. Jesús resistió al diablo usando bien la Palabra de Dios, obrando en el poder del Espíritu Santo y dependiendo del Padre (Mt.4). Santiago y Pedro nos llaman a hacer lo mismo (Stg.5:6-7 / 1Pe.5:4). Nosotros no resistimos al diablo en nuestras propias fuerzas o en nuestra propia sabiduría. Nosotros enfrentamos al diablo en la total dependencia de Dios. A través de la gracia (favor) de Dios nos podemos enfrentar efectivamente a los deseos pecaminosos, a las tentaciones y al mismo diablo, y entonces tendremos victoria (Hebr.4:16). 

El humilde tiene una actitud sincera de siervo y está siempre listo para ayudar a otros, considerando a los demás como importantes (Filp.2:1-8). El humilde no busca estar por encima de los demás (Rom.12:3); no ejerce domino sobre otros ni los manipula (Mt.20:25-28 / Lc.22:25-26); piensa equilibradamente de sí mismo (Rom.12:3 / Filp.2:3-4 / Col.3:12). Es entonces natural que la humildad lleve a que desarrollemos relaciones interpersonales sanas, que podamos influenciar a otros para que vean a Jesús y que vivamos todo el potencial que Dios nos ha dado.

Podemos crecer en humildad al poner nuestra mirada en Jesús quien con su ejemplo humilde nos muestra el camino a seguir (FIlp.2:3-11 / Jn.13:1-17).

"No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes. No se ocupen sólo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás. Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús" (Filp.2:3-5) NTV
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