jueves, 27 de diciembre de 2018

No te inquietes - espere con paciencia

"No te inquietes a causa de los malvados ni tengas envidia de los que hacen lo malo. Pues como la hierba, pronto se desvanecen; como las flores de primavera, pronto se marchitan. Confía en el SEÑOR y haz el bien; entonces vivirás seguro en  la tierra y prosperarás. Deléitate en el SEÑOR, y él te concederá los deseos de tu corazón. Entrega al SEÑOR todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará. Él hará resplandecer tu inocencia como el amanecer, y la justicia de tu causa brillará como el sol de mediodía. Quédate quieto en la presencia del SEÑOR, y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones. ¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que eso sólo trae daño" (Sal.37:1-8) NTV

Existen muchas cosas en la vida que nos inquietan, nos irritan o nos disgustan. Algunas de ellas son: ver al malvado prosperar mucho más que lo que prospera el justo (Sal.27:11-14 / Sal.37 / Prov.24:19); ver que otros tienen algo que a mi no se me concede, como en el caso de Ana que no podía tener hijos (1Sam.1:6-8); las circunstancias adversas de la vida (2Cor.4:8-14).
Frecuentemente vivimos inquietos porque las cosas no se nos dan tan rápido como lo esperamos que ocurran. Todo tiene que ser inmediato, especialmente cuando pedimos algo de Dios. Además, el mundo anda rápido y nos ofrece aparentes satisfacciones y soluciones rápidas, y no queremos perder ninguna oportunidad. En medio de todas las carreras que se viven en el diario vivir escuchar el llamado a esperar en el Señor es extraño y se nos torna en un desafío mayor; nos cuesta esperar; además exige mucha energía. Todo en el mundo nos dice: 'corra', mientras Dios nos dice: 'espere'. Nosotros preferimos actuar rápido porque tememos perder algo o llegar tarde. Por eso perseguimos lo que creemos es bueno para nosotros con mucho esfuerzo y estrés. Tomamos decisiones rápidas, actuamos basados en las primeras impresiones, y luego esperamos que Dios bendiga nuestros caminos, planes e ideas. Y cuando las cosas no se dan como pensábamos reaccionamos con ira, con desespero, con depresión, con rabia y finalmente le echamos la culpa de los infortunios a Dios (Prov.19:3).

No olvidemos que Dios es siempre bondadoso (Sal.27:13); Él es mi Salvador, mi Dios, mi roca (Sal.42:5 / Sal.61:1-2); Dios es misericordioso (2Cor.4:1); Él es fiel (Is.30:18); sabemos que el resucita a los muertos (2Cor.4:8-14). Dios Padre está muy pendiente de sus hijos y busca lo mejor para cada uno de ellos (Rom.8:35-39). 
Basados en esta verdad y entendiendo quien es Dios podemos confiar en Él y esperar en Su tiempo cuando Él va a actuar y mostrarnos Su camino para nosotros. Pero hasta que Dios actúe hacemos bien en dejar de correr y más bien debemos esperar con paciencia a que Él actúe (Sal.27:14). El poner la confianza en ejércitos no garantiza la victoria - poner la confianza en Dios y esperar en su intervención es lo que vale (Sal.33:16-22). Contar con el Señor y en Su Palabra nos lleva a estar tranquilos entendiendo que Dios tiene todo bajo control (Sal.130:5 / Sal.62:1.5).

Esperar en el Señor no es un acto de inactividad y pasividad. En el Salmo 37 se nos invita a confiar en el Señor, a deleitarnos en el Señor y a entregar todo lo que hacemos al Señor, a refrenar nuestro enojo, a dejar de preocuparnos porque el Señor tiene la última palabra.

"No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús" Filp.4:6-7) NTV 

(VER TAMBIÉN: Mt.6:25-33 / Mt.10:19 / Mt.13:22 / Lc.10:41 / 1Cor.7:32 / 1Pe.5:7)

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