“Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación
que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobre manera más allá de
nuestras fuerzas, de tal modo que aún perdimos la esperanza de conservar la
vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no
confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el
cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará,
de tan gran muerte” (2Cor.1:8-10)
RV60
Hch.4:12 /
Hch.16:17 / Rom.1:16 / Rom.13:11 / 2Cor.7:10 / Filp.2:12 / 1Tes.5:9 / 2Tes.2:13
/ 2Tim.2:10 / Tit.2:11 / Hebr.2:3 / Hebr.5:9 / Hebr.9:28 / 1Pe.1:5 / 1Pe.2:2
El plan de la salvación es tan simple que todos
pueden entenderla y experimentar su poder. Solo hay
un plan de salvación
(Hch.4:12) que satisface todas las necesidades espirituales de los hombres en
todo el mundo. El corazón de la salvación se centra en una persona, la de
Jesucristo (Hebr.2:14-17). Jesús es el mediador entre Dios y una criatura
pecaminosa que requiere urgente ayuda (Job.9:32-33 / 1Tim.2:5).