El libro de Proverbios en
la Biblia está lleno de consejos sabios que nos ayudan a vivir una vida que
marca la diferencia (Prov.1:1-7). Entre
otros temas nos da este libro muy buenos consejos referente al manejo de las
finanzas. He encontrado varios de esos consejos y los quiero compartir con usted.
Aquí va el primer principio bíblico en cuanto al manejo de las finanzas y las
riquezas:
Dios llena los tesoros de
los que le aman (Prov.8:20-21). Las
bendiciones financieras que no tienen un fin amargo son las que nos da Dios (Prov.10:22). (Un narcotraficante o
maleante que al final va a la cárcel o lo matan, tiene mucha tristeza cuando
cosecha lo que sembró). El que anda bien con Dios, experimenta también
bendiciones materiales (Prov.22:4).
Estas verdades nos llevan a concluir lo siguiente:
DIOS ES EL PROVEEDOR. No es el hombre el proveedor del hogar sino Dios (Gn.22:4 / Mt.6). Si no creemos esta verdad podemos en algún momento
ser sorprendidos grandemente. A veces Dios provee a través del hombre en el
hogar, a veces a través de la mujer, y en otras ocasiones a través de otra
gente o de milagros. Dios cuida de Su pueblo como lo hizo con Israel en el
desierto. Dios no requiere de circunstancias bonitas para poder proveer para Su
gente.
Debemos aprender a ser agradecidos con todo lo que Dios nos da, sea mucho o sea poco (1Tes.5:18 / Sal.34:1 / Ef.5:20 / Filp.4:6 / Job 1:21 / Hebr.13:15). Además debemos aprender a vivir en contentamiento (Prov.30:8 / 1Tim.6:6-8 / Prov.30:9 / Hebr.13:5-6 / Filp.4:11-12).
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Por 40 años dio Dios al pueblo de Israel maná en el desierto y Jesús dio
de comer a más de 5000 personas con sólo 5 panes y dos peces (Mt.15:36 / Mr.6:41).
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No podemos decir cómo es que Dios va a suplir, pero lo que sí está
seguro es que Dios es fiel y tiene muchas formas para atender nuestras
necesidades y sorprendernos con Su amor y fidelidad (Filp.4:19).
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Elías fue alimentado por unos cuervos y más adelante por medio de una
viuda (1Re.17:1s).
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Rut quien decidió regresar con Noemí a Israel y quien no tenían grandes
esperanzas de una vida tranquila experimenta que Dios interviene en su vida.
Todo comenzó en el momento en que Rut se entrega completamente al Dios de
Israel (Rut.1:16-17), más adelante
se dan las casualidades divinas en
la vida de Rut y todo cambia, Rut ve cómo Dios la prospera grandemente (Rut 2:3).
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Por medio de trabajo honesto y diligente (2Tes.3:12 / Ef.4:28 / 1Tes.4:11 / 2Tes.3:8)
Dios tiene varias maneras
para proveer para nuestras necesidades. Existe un peligro en creer que lo que
tenemos lo obtuvimos por nuestros propios esfuerzos o por nuestras habilidades
(Dt.8:11.17-18). Es Dios quien nos
da el poder para hacer riquezas y es El quién nos da la salud, las habilidades
y las oportunidades. Si una persona cree que
las riquezas vienen a raíz de los recursos naturales, por medio de las
habilidades humanas o de una empresa exitosa, ella entonces apegara su lealtad
y su devoción a esas cosas en vez de mirar a Dios como el dador de toda buena
dádiva. Su confianza descansa en esos factores personales y sus prioridades
estarán fuera de balance. Al final esa persona será desilusionada (Lc.12:16s /
Stg.4:13-15). Nabucodonozor, uno de
los más grandes gobernantes de todos los tiempos, cayó por confiar en su poder
y atribuirse las victorias a su persona (Dn.4:30-33
/ vea también Dn.4:37 / Dt.8:11.17-18).
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Debemos reconocer que es Dios quien da el poder para hacer riquezas
(Dt.8:18). Todas las cosas, incluyendo las propiedades, el dinero, etc. le
pertenecen a Dios. Él las ha creado y por eso es Él quien también tiene todos
los derechos sobre ellas (Is.66:2 / Sal.24:1 / Hageo 2:8). Dios creó todas las cosas (Gn.1:1 / Hag.2:8) y jamás transfirió a
las personas la propiedad de Su creación. Dios es el dueño de toda la tierra
(Dt.10:14 / Sal.24:1 / Lev.25:23 / Sal.50:10-12).
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La lógica conclusión de esta verdad es que debemos transferir el título
de propiedad de todas nuestras posesiones a Dios (Lc.14:33). Debemos renunciar
a cualquier título de propiedad que tengamos, entregándolo a Dios. Si Dios es
el dueño de todo, cada decisión respecto a las posesiones y el dinero es un
asunto espiritual. La pregunta no debe ser: “Señor, ¿qué quiere que haga con mi
dinero?”. La pregunta debe ser: “Señor, ¿qué quiere que haga con tu dinero?”
Esto nos lleva a gastar el dinero solamente en aquello que agrada a Dios.
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Las cosas materiales son un regalo de Dios dadas para que el humano las
use y disfrute fiel y responsablemente (Lv.19:9s / Job 31:16-33 / Is.58:7-8).
El hombre es mayordomo. Nosotros tenemos que dar finalmente cuentas a Dios por
nuestra administración y por cualquier cosa que hagamos (Rom.14:12). Dios nos
da las cosas de este mundo para que las administremos (Mt.25:1-30). El hombre
es mayordomo y no dueño. Como mayordomos tenemos que dar cuentas a Dios por
nuestra administración (Rom.14:12 / Ecl.11:9 / Mt.12:36 / Lc.16:2 / 1Pe.4:5).
Si decimos que algo nos pertenece, entonces no es que eso nos pertenece del
todo, ya que Dios es él quien es finalmente el dueño de lo que tenemos o de lo
que se nos ha confiado y por eso deben usarse todas las cosas materiales como
Dios manda.
DIOS TIENE EL CONTROL. Dios da y Dios puede quitar (Job 1:21 / Job 2:10 / Ecl.5:19 / Stg.1:17 /
Is.45:7). Definitivamente todo lo que sucede en el mundo y en la vida de cada
persona está bajo el control de Dios (Sal.135:6 / Dt.4:34-35). A los que siguen
a Dios cualquier experiencia o circunstancia es finalmente para bien
(Rom.8:28). El Señor también se vale de las dificultades para cumplir Sus
propósitos buenos para con nosotros y en nosotros:
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Para lograr propósitos divinos. En el caso de José, quien como joven fue
vendido como esclavo por sus hermanos a un pueblo extraño y quien pasó por
muchos momentos de gran tensión dice que todo lo que le había ocurrido estaba
bajo el control de Dios (Gn.45:5-8 / Gn.50:20).
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Para desarrollar nuestro carácter. Frecuentemente se desarrolla el
carácter que se asemeja al de Cristo en los momentos de grandes dificultades y
presiones (Rom.5:3-4).
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Un ejemplo
del control de Dios sobre las circunstancias se ve en 2Re.6 y 7. Por el juicio
de Dios en Samaria, había una hambruna en el país. Al mismo tiempo, los sirios
estaban sitiando a Samaria así que los suministros alimenticios no podían
entrar a la ciudad. Como resultado, una cabeza de burro tenía el valor de ocho
piezas de plata. En el tiempo de un día Dios suministró a la gente de Samaria
lo que necesitaban. De repente abundaba la comida y una cabeza de burro perdió
todo su valor.
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Debemos aprender a orar correctamente cuando tenemos necesidad material
(Filp.4:6 / Sal.33:18-19), a trabajar para que por medio de maneras honestas y con diligencia
podamos obtener lo que necesitamos para la vida (2Tes.3:12 / Ef.4:28 /
1Tes.4:11 / 2Tes.3:8) y a confiar en Dios quien es nuestro proveedor y quien no
nos dejará desamparados (Sal.37:25 / Is.41:10.17 / Hebr.13:5).
Debemos aprender a ser agradecidos con todo lo que Dios nos da, sea mucho o sea poco (1Tes.5:18 / Sal.34:1 / Ef.5:20 / Filp.4:6 / Job 1:21 / Hebr.13:15). Además debemos aprender a vivir en contentamiento (Prov.30:8 / 1Tim.6:6-8 / Prov.30:9 / Hebr.13:5-6 / Filp.4:11-12).
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