viernes, 8 de febrero de 2013

El servidor de Cristo debe ser un adorador


¡Vete, Satanás! - le dijo Jesús-. Porque escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él (Mt.4:10).
Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas’ (Mt.6:24)

(Mt.4:10 / Jos.24:15 / Jos.24:19-20 / 1Sam.7:3 / 2Re.17:41 / Ez.20:39 / Gal.1:10 / Dt.6:13-14)

Cuando estudiamos la vida de nuestro Señor Jesús nos damos cuenta que Él como líder y servidor ejemplar nunca se sirvió a sí mismo. Jesús sirvió a una misión que le fue dada por su Padre. Su misión personal era hacer la voluntad de Su Padre y agradarle solamente a Él (Jn.6:38 / Sal.40:8 / Jn.4:34 / Jn.8:29 / Jn.9:4). Sobre todas las cosas Jesús quería agradarle a Dios y en ningún momento iba a ceder a las ofertas del diablo para que a través de una adoración falsa obtuviera algo para sí mismo. Jesús más bien nos advierte y nos dice que nos debemos cuidar de no seguir el deseo de servir a Dios y al dinero (Mt.6:33). El diablo constantemente está tratando de desviar la atención de los humanos hacia él y para que le sirvamos al mundo y a los deseos que nos alejan de Dios. Si nos dejamos desviar de la total entrega a Dios nuestro servicio a Dios será destruido (1Tim.1:18-20 / 1Tes.1:9 / 1Sam.15:23 / 1Cor.10:14). El llamado de Dios es a servirle solamente a Dios (Mt.4:10).


‘Satanás le ofreció a Jesús el mundo entero si se ponía de rodillas y le adoraba. Hoy Satanás nos ofrece el mundo tratando de halagarnos con poder y materialismo. Podemos hacer frente a las tentaciones en la misma forma en que lo hizo Jesús. Si alguna vez usted anhelara lo que el mundo le ofrece, tome nota de Dt.6:13: "A Jehová tu Dios temerás, y a Él solo servirás" (Comentario de la Biblia del Diario Vivir en E-Sword).

El llamado de Dios a adorarle solamente a Él es claro en toda la Biblia. Hay varias razones por las cuales un creyente que quiere servir a Dios debe adorar al Dios Creador del cielo y de la tierra y al Padre de nuestro Señor Jesucristo:
  • Hay un claro mandamiento de parte de Dios a que lo adoremos (Apoc.22:9 / Ex.34:14 / 2Re.37:16) y solamente a Él debemos adorar.
  • Dios es además el Creador del cielo y de la tierra y Su creación debe adorarle (Rom.1:18-23).
  • La experiencia de Su presencia debe llevar a una reacción de adoración (Apoc.1:17 / Ez.1:28).
  • Hay un beneficio al adorar a Dios (Hch.13:1-3 / Hch.16:25-40). “Quien a buen árbol se arrima, buena sombra la acobija”.
  • El llamado de Dios a Su iglesia y a Sus servidores es que le adoremos. Entre todas las funciones que debe cumplir la iglesia, que son: la predicación, la enseñanza, la evangelización, la comunión entre los hermanos, el servicio a los necesitados, etc., la adoración debe ocupar el lugar predominante. En el ambiente de la adoración es que nace la motivación para predicar, evangelizar y hacer cualquier cosa que Dios quiere que hagamos (Hch.13:1-3 / Hch.16:25 / Ef.5:18-20).

 El pastor y escritor Jack Hayford comenta en uno de sus libros que el hombre es un adorador por naturaleza. Sea que nos demos cuenta o no, sea que reconozcamos el objeto de nuestras devociones o no, todos nosotros adoramos algo. Algunos adoran en el altar de sus trabajos. Otros adoran el dinero o sus posesiones. Ciertas personas adoran ideales, metas o deseos, mientras otros adoran el libertinaje. Algunos de nosotros tenemos la audacia de adorar a Dios.[1] Tenemos entonces que decidirnos a quién vamos a adorar en nuestra vida.


¿Qué es adoración bíblica?

Tanto en el A.T. como en el N.T. la adoración es una expresión externa como también una actitud interna de sumisión de parte del adorador a Dios, y es una entrega total a Dios. Es hacer de Dios el número uno en nuestra vida (Gn.22 / Mt.2:1-12 / Mt.8:1-2 / Mt.14:22-23 / Jn.4:21-24 / Jn.12:3s / Mt.19:16-23 / Apoc.9:20 / Apoc.13:5-8 / Apoc.14:6-11 / Apoc.15:1-4).
Adoración es una actitud de humildad, reverencia, honor, devoción y adoración que señalan adecuadamente las relaciones entre los seres creados y su Creador, particularmente en su presencia.  La Biblia enseña que tal adoración es debida sólo al único Dios verdadero (Ex.20:1-5 / Ex.34:14 / Mt.4:10 / Hch.10:25.26) (Diccionario Bíblico en E-Sword)
Gerrit Gustafson define la adoración bíblica de la siguiente manera: “Adoración es el acto y la actitud de entregarse de todo corazón a Dios – espíritu, alma, mente y cuerpo”.[2] Gustafson se basa para esta definición en Rom.12:1 y en Mr.12:30.
 ‘La verdadera adoración se basa en un entendimiento de la dignidad o del valor de Dios. Cuando decimos que Dios es digno, queremos decir que El merece nuestra adoración. A causa de Su gran valor, deseamos alabarlo con todo nuestro corazón’[3]  (Sal.117:1-2).


Grandes líderes son adoradores

Todo verdadero líder espiritual e influyente es un adorador del Creador del cielo y de la tierra.
  • Grandes hombres y mujeres de Dios eran adoradores entregados: Abel (Gn.4:1-16), Noé (Gn.8:20-21), El siervo de Abraham (Gn.24:12-26.48.52), Josué (Jos.24:14-16 /Jos.24:23-28), Rut (Rut 1:16-17 / Rut 2:3).
  • Los patriarcas fueron adoradores. Abraham no solamente fue un hombre de fe, él también fue un hombre que adoró a Dios. En varias ocasiones construyó altares para expresar adoración y gratitud a Dios. Así fue como llegó Abraham a ser el padre de muchas naciones (Gn.12:7-8 / Gn.13:4 / Gn.22). Isaac (Gn.26:25). Jacob (Gn.35.1 / Gn.35:7).
  • David fue un adorador ejemplar (1Cron.16:4 / 1Cron.16:37-43). De David dice la Biblia que fue un hombre conforme al corazón de Dios. Salomón se caracterizó más bien por una dualidad en cuanto a su entrega a Dios. Su idolatría llevó a que Israel fuera dividida en dos naciones (1Re.3:3 / 1Re.11:11-13).
  • El rey Saúl, quien había sido llamado por Dios, ungido por Dios y puesto como rey sobre Israel tenía todo lo humanamente necesario para llegar a ser un hombre con éxito y ser un líder de bendición para el pueblo de Dios, sin embargo falla después de una batalla victoriosa contra los amalecitas al construir un monumento para sí mismo, buscando que la gente lo honre a él y no a Dios por la victoria. Con esa acción preparó Saúl el camino para su final terrible y vergonzoso. No le dio la gloria a Dios por la victoria obtenida (1Sam.15:12 / 1Sam.15:30-31 / Vea también: Jn.5:44 / Jn.12:43 / Is.29:13 / 2Tim.3:5). Saúl tenía dones y capacidades naturales para ejercer liderazgo, pero le faltó el corazón de un verdadero adorador de Dios.
  • Después de la división de Israel a raíz de la idolatría de Salomón el rey Jeroboán desarrolla una nueva religión pagana para mantener unido al pueblo que gobernaba (1Re.12:25-33). De ahí en adelante los reyes son agrupados en dos categorías: los que ofendieron a Dios y los que agradaron a Dios  (1Re.14:21-23 / 1Re.15:3 / 1Re.15:11:15 / 1Re.15:26 / etc.).  Algunos reyes que se destacaron por su idolatría fueron: Acab (1Re.16:30-31) y Sedequías, éste último ofendió al Señor a tal grado que el Señor, en su ira, lo echó de Su presencia  (2Re.24:18-19).  Entre los que se destacaron por agradar a Dios adorándole tenemos a Jehú  (2Re.10:18 ss) y a Ezequías  (2Re.18:1ss).
  • El propósito final de Dios para nuestras vidas es que seamos adoradores de Él y solamente de Él (Rom.15:9 / Rom.11:25 / Apoc.7:9-10 / Apoc.5:8-14 / Ex.20:1-6 / Dt.6:4-5.13-15 / Dt.8:11-20 / Mt.6:24).
  • En Antioquía los ancianos oraron y ministraron a Dios y descubrieron el plan de Dios para evangelizar al mundo (Hch.13:1-3). Pablo y Silas adoraron a Dios en medio de grandes tribulaciones y vieron la gloria de Dios (Hch.16:25).
  • Un líder influyente es un adorador, es alguien quien entiende que a través de la adoración se expone de manera especial a la influencia de Dios para ser cambiado a la imagen de Cristo (la gloria de Dios se le pega) y dirigido para ir al mundo e influir en él (2Cor.3:12-18 / 1Pe.2:5 / 2Cor.6:16).

 Adorando con manos llenas (Mt.2:1-12)


 El verdadero adorador se acerca a Dios con las manos llenas para darle a Dios lo que El merece y que manifiesta valoración (Dt.16:16-17 / Ex.23:15 / 1Cron.29:3-9.14-17 / Prov.3:9). Este proceder concuerda completamente con la definición de adoración tanto del A.T. como del N.T. que nos dice que la verdadera adoración es un accionar externo que nace de una actitud interna. Los sabios traían ciertos objetos con los cuales expresaron valoración a Jesús (Mt.2:1-12). Igualmente debemos nosotros aprender a adorar a Dios de la manera correcta, expresando adoración externamente, pero nacida en una actitud correcta interna.

Los sabios del oriente se acercaron con la actitud correcta, se postraron delante de Jesús y lo adoraron abriendo el cofre que traían y sacaron lo que le querían dar a Jesús como presente y como señal de valoración y verdadera adoración.

En el N.T. leemos de cosas específicas que nosotros los creyentes en Jesús debemos ofrecer a Dios como sacrificio y como un acto de verdadera adoración. Está claro que hay tiempos en los que podemos y debemos acercarnos a Jesús con las manos vacías: se nos enseña: “Pedid y se os dará…”, pero cuando se trata de adorar a Dios venimos con las manos llenas.
Naturalmente entendemos que no podemos acercarnos a Dios con las manos llenas sin que El nos las haya llenado primero (Dt.26:10 / 1Pe.4:11 / Prov.3:9 / Gn.22:8). Al dar de lo que tenemos debemos reconocer que lo que tenemos nos lo ha dado primero Dios. Si no fuera por El entonces no tendríamos nada. El problema consiste en que fácilmente olvidamos quién es nuestro proveedor y nos enfocamos en las dádivas como algo producido por nosotros y no por Dios. Cuando ponemos la mirada en nosotros y no en el dador nos convertimos en idólatras (Dt.8:7-20  - vea específicamente Dt.8:19).
Como sacerdotes del N.T. debemos presentar a Dios sacrificios espirituales (1Pe.2:4-5.9) ¿Qué entonces le podemos traer, ofrecer o presentar a Jesús como dádiva y como un acto de verdadera adoración espiritual? ¿Cuáles son los sacrificios espirituales y agradables delante de Dios que nosotros en el N.T. como sacerdocio santo debemos presentar a Dios? La Biblia nos enseña lo siguiente al respecto:

Las oraciones (Apoc.8:2-4):
Las oraciones (intercesiones) de los santos (Sal.141:1-2 / Apoc.8:2-4) se consideran en la Biblia como un incienso agradable a Dios. Recordemos que el incienso se quemaba en el A.T. sobre el “altar del incienso” el cual era el lugar en el que se presentaba la adoración a Dios, frente al arca del pacto que era el símbolo de la mismísima presencia de Dios. Las intercesiones son una parte de nuestra adoración, es el presentarnos delante de Dios para intervenir a favor de otros. Pero debemos ir un poco más allá y considerar que las oraciones que llegan a ser parte de nuestra adoración son aquellas oraciones que ponen a Dios en primer lugar. Existen varios tipos de oración en la Biblia y cada uno de esos tipos tiene su lugar y su propósito. Lea también Mt.6:9-15 / Mr.11:17 / Lc.3.21 / Lc.9:28-29)

Las alabanzas y las acciones de gracias (Hebr.13:15):
Las alabanzas a Dios y las acciones de gracias son un elemento clave de la adoración cristiana (Hebr.13:15 / Sal.50:14.23 / 2Cron.7:6 / 2Cron.29:31 / Neh.12:40 / Sal.69:30-31 / Sal.107:21-22 / Apoc.5:9-14 / Apoc.7:9-12).

Una vida vivida para Dios (Rom.12:1-2):
La vida vivida para Dios y como Dios manda (Rom.12:1-2 / Ef.5:2 / Rom.6:13 / 1Cor.6:13-20) es un sacrificio agradable a Dios. Rom.12:1-2 nos dice que el cuerpo de cada creyente es un elemento con el cual podemos adorar a Dios. Estos versículos sacan la adoración de la iglesia a la calle y a cualquier lugar donde nos encontremos. La idea es que cada miembro de nuestro cuerpo debe ser usado de tal manera que honre a Dios (Rom.6). Los ojos deben mirar lo que a Dios le agrada. La boca debe estar hablando cosas que honran a Dios y no debe hablar lo que le hace daño al prójimo. Igualmente los otros miembros del cuerpo, como son las manos, los pies y aun los órganos sexuales deben ser usados de tal manera que honren a Dios. En otras palabras, quien vive una vida como Dios manda, en pureza moral y total entrega a Dios, eso se le será contado como parte de su adoración a Dios.

Las ofrendas y los diezmos como parte de nuestra adoración (Filp.4:18):
Las ofrendas y los diezmos dados a Dios en la actitud correcta es un sacrificio agradable, olor fragante a Dios (Filp.4:18 / Prov.3:9). Ese olor fragante nos recuerda una vez más el “altar de incienso” en el tabernáculo del A.T. y la ofrenda que Noé le dio a Dios (Gn.8:20-22). No sobra mencionar que los filipenses fueron conocidos como gente que primero se dio a Dios (2Cor.8:1-5). Su adoración a Dios se manifestó primero en que ellos se dieron completamente a Dios y de un corazón dispuesto y lleno de gratitud expresaron su adoración dando de las cosas con las que Dios de alguna manera los había bendecido.
En cuanto al diezmo como una manera de adorar a Dios leemos por primera vez en Gn.14.  La primera vez que nosotros leemos de que alguien haya dado el diezmo de lo que había ganado es en la vida de Abraham. El había ganado una batalla con la ayuda de Dios y después de esa victoria tuvo un encuentro con Melquisedec. Allí dio Abraham el diezmo de todo lo adquirido en la batalla. Abraham se caracterizó por ser un hombre que construía muchos altares a Dios y normalmente todo hombre o líder de Dios en el A.T. ofrecía a Dios sacrificios sobre un altar después de haber ganado una batalla u obtenido una victoria. En la ocasión mencionada Abraham no construye un altar, pero sí da el diezmo. La tesis es que el diezmo expresa el reconocimiento de que Dios le había dado la victoria y el dar el diezmo y el dar ofrendas es una especie de valoración de la presencia de Dios en su vida y el reconocimiento de que Dios fue el agente principal en la victoria. Es así como el diezmo llega a ser una expresión de adoración.
  • La Biblia anota en varias citas que el dar el diezmo y las ofrendas es un sacrificio que agrada a Dios (Gn.14 / Filp.4:18 / Jn.12:3-8 / Hebr.13:16). El diezmo y las ofrendas constituyen una parte importante de la verdadera adoración a Dios (Ez.20:31-41).
  • En Mt.6:24 leemos que el dinero juega un papel muy importante en el tema de la adoración. La cita en Mt.6:24 claramente revela que existe una lucha por ver quien recibe nuestra adoración (Compare: 1Re.18:21). La manera cómo tratamos asuntos de dinero es una expresión de adoración y revela lo que valoramos (Ez.20:31.39-41 / Mt.4:8-10 / Stg.4:4 / 1Jn.2:15-16). Recuerde también la historia del joven rico en Mt.19:16-23 quien, por el amor al dinero, dejó de seguir a Jesús.
  • Dios no necesita nuestro dinero ni nuestras riquezas (Sal.50:7-23), pero ellas si pueden representar la actitud agradecida de mi corazón entregado a Dios y de la actitud que reconoce al creador del cielo y de la tierra como su Dios y Proveedor. Con el dinero podemos expresar verdadero amor a Dios y al prójimo (Prov.3:9 / Gn.14:18-21 / Ex.35:20-29 / 2Cor.8:2-3.8-9 / Filp.4:17-18 / 1Jn.3:17-18).

Hacer el bien y la ayuda mutua (Hebr.13:16):
El hacer el bien y la ayuda mutua es un sacrificio que agrada a Dios (Hebr.13:16). El hombre debe amar a Dios y al prójimo (Lc.10:27). Lo que el hombre le haga a uno de sus prójimos es como si se lo hiciéramos a Dios (Mt.25:31s). Prácticamente, al hacer el bien al prójimo, estamos demostrando aprecio por el creador de esa persona, estamos honrando a su creador y a su Dios. Esta actividad, la de hacer el bien al prójimo, es reconocida por la Biblia como una acción de adoración a Dios (Prov.14:31 / Prov.19:17 / 2Cor.8:7-9 / 1Jn.4:20-21).



[1] Jack Hayford, Worship his Majesty. Ventura. California: Regal Books 2000, P.6.
[2] Gerrit Gustafson, The Adventure of Worship. Grans Rapids, Michigan: Chosen Bokks 2006, P.28.
[3] Forrest Beiser, La Adoración de Dios. Springfield, Missouri: Global University 1994, P.16.

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