El liderazgo al estilo de Jesús: “Dios no te salvó para ser una sensación, sino te salvó para ser un
siervo”.[1] El
liderazgo al que Cristo llama y que personalmente modeló es un liderazgo
totalmente único y en la sociedad difícilmente de encontrar, es el liderazgo
que se caracteriza por el servicio y no por el anhelo de títulos, o por la
búsqueda de gente que les sirva a a uno (Jn.13). El modelo básico del
liderazgo de Jesús fue un modelo caracterizado
por el servicio humilde, libre de egoísmo y de vanagloria (Filp.2:1-11 /
Mt.20:20-28). Jesús espera de los líderes de Su iglesia que le sigan en este
estilo de liderazgo. Al entrenar a
los doce, Jesús puso mucho énfasis en la obediencia, en la fe y en el seguirle a Él en la actitud de servicio. Los términos relacionados con poder, con posición o con rango sobre otras personas fueron rechazados y criticados por Jesús. En la metodología del gran maestro el más grande no es el que tiene el puesto más alto ni el que tiene el título más impresionante sino aquel que mejor sirve. Jesús, quien es el rey de reyes y quien tiene el título más impresionante en todo el mundo, no vino a este mundo para ser servido sino para servir. Con esa actitud Él nos ha dejado un ejemplo y un legado que debemos seguir (Mr.10:42-45).
los doce, Jesús puso mucho énfasis en la obediencia, en la fe y en el seguirle a Él en la actitud de servicio. Los términos relacionados con poder, con posición o con rango sobre otras personas fueron rechazados y criticados por Jesús. En la metodología del gran maestro el más grande no es el que tiene el puesto más alto ni el que tiene el título más impresionante sino aquel que mejor sirve. Jesús, quien es el rey de reyes y quien tiene el título más impresionante en todo el mundo, no vino a este mundo para ser servido sino para servir. Con esa actitud Él nos ha dejado un ejemplo y un legado que debemos seguir (Mr.10:42-45).
En una ocasión se acercaron a Jesús
dos de sus discípulos y la madre de ellos para pedir posición o puestos
privilegiados y poder en el reino (Mt.20:20-28).
Las enseñanzas de esta historia son muchas y muy importantes si es que queremos
proseguir hacia la excelencia como Dios la entiende y si queremos liderar al
estilo de Jesús:
- Primero que todo notamos que Jesús negó
rotundamente la petición presentada por estos discípulos (Mt.20:23). Jesús
rechazó así todo concepto de liderazgo al estilo del mundo. El estilo del mundo es aquel que
quiere reinar sobre otros, buscando auto-promoción, obteniendo
beneficios personales y dejándose servir de los que le siguen. Ese estilo
no debe tener cabida en la iglesia. El estilo del mundo no refleja el
carácter de Cristo.
- Toda
una familia está involucrada en la petición y en el deseo
por el poder. El que busca el poder al estilo del mundo no está solo, el tiene
aquellos que le apoyan en sus intenciones malsanas o con quienes forma una
alianza para alcanzar las ideas erróneas y personales desviadas. Tienen
sus intermediarios. En este caso relatado en la Biblia vemos que es la
madre la que presenta la petición a Jesús (Mt.20:21). ¿Quién habrá sido el
autor o fuente de tal petición? Esta pregunta no es fácil de responder. Puede ser que los discípulos usaron a
la madre como intercesora en este asunto. Igual puede ser que la madre haya
sido la que quiso ver a sus hijos en esa posición. La ambición mala busca usar
a la gente para sus propósitos personales. A veces son las personas en la iglesia las que quieren ver a un
cierto personaje en cierta posición y por eso lo ‘empujan’ hacia ella.
Y porque el líder quiere ese puesto o reconocimiento, entonces permite que la gente
luche por él. Definitivamente el camino para tener verdadera grandeza no
es aquél por medio del cual se quiere ejercer autoridad sobre otros, sino es
más bien aquel que a través del servicio y la entrega le sirve a Dios y al
prójimo (Mt.20:20-21).
- La ambición por el poder está dispuesta a usar
cualquier medio o método para obtener su finalidad. Los que ambicionan el poder frecuentemente creen que lo pueden hacer
ellos todo solo o que son la respuesta a todo. Se creen más capaces o
mejores que el resto del mundo (Mt.20:22). Vea la respuesta de los
discípulos: “Somos capaces”. Que tan diferente suena la respuesta de Moisés cuando éste
fue llamado por Dios para liderar al pueblo de Israel (Ex.3).
- Verdadero liderazgo exige un precio que todo aquel que pretende liderar deberá pagar
(Mt.20:22-23). Liderazgo al estilo de Jesús, y para los planes divinos, es
una entrega total a los propósitos de Dios y no a los de uno mismo ni a lo
que a la gente le gusta. Este precio tiene que ver con dar su vida para
que Dios sea glorificado en todo.
- Cuando hay alguien quien pretende el poder
ambiciosamente, hay otros que van a
reaccionar con indignación (Mt.20:24). El liderazgo que nace en el
deseo pecaminoso de tener poder o ser el más grande produce partidos,
tensiones y divisiones.
- No hay necesariamente algo malo en desear una
posición, siempre y cuando se quiera servir de verdad a la gente y a Dios,
y si es Dios quien nos lleva a cumplir con un ministerio en una cierta
posición (Mt.20:27 / vea también: 1Tim.3:1). Dios es quien nos considera como fieles y quien nos pone en el
liderazgo (1Tim.1:12 / Col.1:25).
Es Dios quien nos llama a un cierto ministerio (1Cor.1:1). Y es Dios quien
nos dice cómo debemos ejercer ese ministerio y en qué actitud.
- Finalmente vemos que Jesús da instrucciones a los
discípulos sobre cómo ser siervos:
o Los siervos
no “gobiernan sobre” las personas
(Mt.20:25 / vea también: 1Pe.5:1-3). Ese ‘gobernar sobre’ también significa ejercer control o subyugar. Además
leemos que ejercen autoridad sobre la gente. Eso significa que creen tener
privilegios sobre la gente y llegan hasta abusar de ella. Jesús es claro en
decirnos que nuestro llamado es a servir y no a dejarnos servir. El liderazgo
de Jesús es totalmente diferente al liderazgo del mundo (Mt.20:26).
o Los mejores
líderes son aquellos que mejor sirven, no a sus propias necesidades, sino a las
necesidades de los que están bajo su cuidado (Mt.20:27). Además sirven
siguiendo el estilo de Jesús. El modelo
para ellos es Jesús (Filp.2).
o Como
Cristo, los siervos no solamente dan su tiempo y energía, sino que además
entregan su vida en servicio a los demás (Mt.20:28 Jn.13 / Lc.22:27). Jesús
enseñó este principio de liderazgo y lo modeló. A Él debemos seguir y de Él aprender.
La lucha que tuvieron en ese
entonces los discípulos, igualmente la tenemos nosotros en estos días. Luchamos
en nuestras iglesias con la pregunta: “¿Quién
es el más grande?” Reaccionamos diciendo: “¡No quiero ser el pequeño!” Aun
los tales sentimientos de inferioridad reflejan a la final el sentimiento: “Yo
quiero ser alguien”. Muchas veces
queremos lucir con nuestras posiciones, éxitos, conocimientos y logros. Nos
queremos lucir con títulos de toda índole para mostrarle al mundo cuán
importantes somos. El interés por títulos, posiciones y poder muestra a la
final que tenemos grandes problemas interiores. Hay también aquellos
quienes muestran su aparente grandeza al dar la impresión a la gente que ellos son
los que han hecho los grandes sacrificios por las cosas de Dios y Su reino y que los otros no han hecho mucho, y así hacen sentir mal a todos los que por una u otra razón no son tan
“espirituales” o no tienen los números que ellos tienen (Lc.18:9-14). Jesús es
el Señor y nosotros somos, antes que cualquier cosa, sus siervos (1Cor.4:1-7).
[1] James S. Hewett, Illustrations Unlimited
(Wheaton: Tyndale House Publishers, Inc, 1988), p. 452.
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