sábado, 6 de julio de 2013

El peligro de la codicia y del amor al dinero

Vivimos en una sociedad en la que el tema del dinero y las riquezas parece ser el tema central de la vida. Es un asunto constante de conversaciones en los puestos de trabajo, en los hogares y en las calles. Los noticieros nos informan a diario sobre el comportamiento de la economía y sus repercusiones sobre la vida diaria del común y corriente. Oímos de aquellos que por el afán de adquirir dinero y riquezas traicionan, sobornan, estafan, roban, asaltan, violentan, engañan, manipulan, contaminan el medio ambiente, depredan los recursos, etc. Otros ensayan su suerte comprando lotería o involucrándose en negocios que prometen dividendos enormes en poco tiempo, todo sin hacer grandes esfuerzos.

Todo esto apunta a que tenemos un problema con la avaricia y la codicia. Hay un afán desmedido por poseer riquezas y por atesorarlas. Pensamos que ellas son las que nos libran de toda preocupación. Creemos que con ellas podemos conseguir cualquier deseo que tengamos. Falsamente confiamos en ellas como la fuente de toda felicidad, seguridad y realización de nuestros sueños.

El libro de Proverbios en la Biblia nos aconseja y enseña principios que nos ayudan a vivir una mejor vida. Entre tantos temas que aborda en sus 31 capítulos nos enseña mucho respecto al tema del manejo del dinero y de las riquezas. Este libro nos instruye y dice que si la vida se vive alrededor del dinero y las riquezas, entonces vamos a experimentar probablemente, en algún momento, tiempos horribles, cuando en lo que confiábamos se manifiesta como algo inestable y como fuente de agua salada (Prov.23:4-6 / Prov.28:20 / Prov.15:27 / Prov.27:24 / Job.1:14-17 / Sal.39:6 / Ecl.5:13-14 / Jer.22:17 / Mt.6:19 /Jn.6:27 / 1Tim.6:8-10 / 1Jn.2:16 / Stg.5.1-2).

Algunos ejemplos de hombres en cuya vida la codicia influyó grandemente en las decisiones que tomaron son:
  • Acán (Jos.7:1-26)
  • Lot (Gn.13:1 a Gn.14:24)
  • Giezi (2Re.5:1-27)
  • El joven rico (Lc.18:18-30)

El deseo de enriquecerse rápidamente lleva más bien a la pobreza. Muchas veces esto implica que tiene que meterse en negocios dudosos, tiene que mentir, engañar o hacer perder a otros (Prov.20:21 / Prov.21:5 / Prov.28:20-22). O como lo dice un proverbio popular: ‘El codicioso hará todo por dinero ¿acaso no vendería el alma al diablo?’

El peligro real del dinero es el amor al dinero (1Tim.6:10). Cuando el dinero se interpone a lo que Dios pide de nosotros llega entonces a ser un real problema (Mt.19:23 – el joven rico).

El que es codicioso y amante del dinero está poniendo al dinero en primer lugar en la vida y ha olvidado que es Dios el que bendice y de quien dependemos totalmente. Nuestro enfoque debe ser servirle a Dios primero y el resto nos lo dará El a Su manera y en su tiempo (Mt.6:33 / Rut.2:3 / Mt.19:29 / Sal.34:9-10 / Sal.37:3.18-19.25 / Sal.84:11-12 / Rom.8:31 / 1Tim.4:8).

El dinero en si no es malo, pero sí lo es la actitud incorrecta hacia él. El dinero puede usarse para cubrir los gastos de la vida, para ayudar a las personas que tienen necesidad, para hacer avanzar el Reino de Dios en la tierra, para alcanzar a otros para Jesucristo (Prov.11:24-25 / Filp.4.10-18 / Lc.14:12-14 / Hch.2:44-45 / Hch.4:34-37 / Rom.15:27 / 1Cor.9:10-11 / 1Tim.6:18 / Hebr.13:16 / 2Cor.8:12 / 1Jn.3:17). Pero también es claro que se puede usar para pecar, manipular, seguir vicios, comprar acceso a las fuentes de poder político de un país, para hacer daño a otros. En la iglesia existe la posibilidad de ser tentado a usar el dinero para tratar de comprar poder espiritual (Hch.8:17-18 / Ez.13:19 / Mt.10:8). Hay pobres deshonestos, como también hay ricos deshonestos. El problema afecta a todos los estamentos de una sociedad. Dios condena el abuso como la excesiva preocupación por la riqueza, y critica el mal uso de la misma (Filp.4:6-7 / Mt.6:19-34), más no condena la riqueza en sí. En Rom.12:5-8 aparece el don espiritual de dar. Este don no se puede practicar si no se producen primero riquezas (Rom.12:13 / Dt.15:8-11 / Prov.22:9 / Ecl.11:1-2 / Mt.6:2-4 / Mt.25:40 / Lc.21:1-4 / 2cor.8:12).

Es importante tener la actitud correcta frente a las riquezas:
  • Podemos disfrutar las riquezas, pero jamás debemos poner nuestra esperanza y confianza en ellas (1Tim.6:17). 
  • Recuerde que la paz con Dios es más importante que el tener muchas riquezas. Los incrédulos pueden tener mucho dinero, pero les puede faltar lo más esencial en la vida (Sal.17:15). 
  • Con dinero no podemos comprar o sobornar a Dios (Prov.11:4 / Prov.10:2 / Job.36:19 / Sal.49:6-8). Con el dinero definitivamente no se consigue todo (Mt.16:26 / Lc.12:20). 
  • Además recuerde que es Dios quien da las riquezas (Sal.8:6-8). Quien confía en Dios experimenta que Dios lo libra de los momentos de angustia (Prov.22:4 / Sal.34:9-10 / Sal.112:1-3 / Mt.6:33).


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