El liderazgo al estilo de Jesús: “Dios no te salvó para ser una sensación, sino te salvó para ser un
siervo”.[1] El
liderazgo al que Cristo llama y que personalmente modeló es un liderazgo
totalmente único y en la sociedad difícilmente de encontrar, es el liderazgo
que se caracteriza por el servicio y no por el anhelo de títulos, o por la
búsqueda de gente que les sirva a a uno (Jn.13). El modelo básico del
liderazgo de Jesús fue un modelo caracterizado
por el servicio humilde, libre de egoísmo y de vanagloria (Filp.2:1-11 /
Mt.20:20-28). Jesús espera de los líderes de Su iglesia que le sigan en este
estilo de liderazgo. Al entrenar a
Haciendo DISCÍPULOS, Desarrollando LÍDERES, Plantando IGLESIAS, Alcanzando NACIONES
jueves, 31 de enero de 2013
lunes, 14 de enero de 2013
Corazón de Siervo (1ra parte)
“¿Quién es más importante: el que
se sienta a la mesa o el que la sirve? El que se sienta a la mesa, por
supuesto. ¡Pero en este caso no!, pues yo estoy entre ustedes como uno que
sirve.” (Lc.22:27)
(NTV). “Pues ni aun el
Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su
vida en rescate por muchos” (Mt.20:28) (NTV)
(Mr.10:35-45 / Filp.2:1-11)
Para ser grandes en el Reino de
Dios tenemos que tener un corazón de siervo. Así nos lo enseña Jesús. Él hizo mucho énfasis en el liderazgo de
servicio. Esa es la actitud que no solo Él demostró, sino que también la enseñó
y además es la actitud que Él espera de todos aquellos que sirven en la iglesia
(Mr.9:33-35 / Mr.10:35-37 / Lc.22:27 / Jn.13:12-17 / Mt.20:20-28 / Mt.23:1-12 /
Jn.12:24-26 ). Jesús, nuestro gran
líder, dio el ejemplo de un liderazgo marcado por un espíritu de servicio
humilde, dispuesto a dar, antes que recibir, y no buscaba aprovecharse de la
gente, sino que buscaba el bien de las personas (Is.42:1-4 / Is.52:13 a
Is.53:12 / Filp.2:7-8 / 1Jn.3.16 / Lc.22:27 / Jn.10:10-11 / Jn.13:1-11 /
Jn.21:9-13 / Mt.20:29-34 / Lc.7:11-15).
lunes, 7 de enero de 2013
Corramos para Ganar (Hebr.12:1-3)
Todo deportista compite porque tiene en mente
llegar a la meta y si es posible, ganar la medalla. En el fútbol de nada sirve
un buen juego si al final no hay goles que se meten en el arco contrario. De un
barco que sale a la mar se espera que no solamente salga bien del puerto de
partida, sino que también llegue bien al puerto de destino.
La vida cristiana se
compara con una carrera que debemos correr. Se espera que no solamente corramos, sino que
cumplamos el plan de Dios y que lleguemos bien al final de esa carrera (2Tim.4:6-8
/ 1Cor.9:24-27 / Hebr.12:1-3 / Filp.3:13-14). No todo el mundo llega bien al final, existe la posibilidad de un
naufragio espiritual (1Tim.1:18-19),
algunos abandonan el camino de la fe (Gal.1:6-8 / Gal.5:4 / Hebr.6:4-6), otros
se dejan tentar y se enredan en cosas que hacen daño a sus vidas (1Tim.6:9 /
Dt.7:25 / Mr.4:19 / 1Jn.2:15-17). El apóstol Pedro enseña que debemos estar en
un constante crecimiento para así jamás caer (2Pe.1:3-10). Las citas de Hebr.12:1-3 y 1Cor.9:24-27 nos enseñan que debemos luchar
según ciertas reglas para poder alcanzar la meta de Dios en nuestra vida y ministerio
(2Tim.2:3-7). La Biblia
relata varias historias de personas que comenzaron bien la carrera con Dios,
pero tristemente no llegaron bien al final (Filp.3:18-19 / 1Tim.1:18-20 /
2Tim.3:1-6 / 2Pe.2:12-22).
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