jueves, 28 de agosto de 2025

Domingos que transforman el corazón


 Mantengamos firme y sin fluctuar la esperanza que profesamos, porque fiel es el que prometió. Tengámonos en cuenta unos a otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como es la costumbre de algunos, sino animémonos unos a otros; y con más razón ahora que vemos que aquel día se acerca. (Hebreos 10:23-25, RVC)

El mundo en el que estamos está lleno de "liturgias invisibles". Estas rutinas, símbolos, ritos, historias y mensajes que nos rodean, que recibimos a través de redes sociales, medios de comunicación y publicidad, influyen en cómo vemos el mundo y la vida, cómo pensamos, hablamos y vivimos, muchas veces sin que nos demos cuenta. Frente a esta realidad, la iglesia tiene un llamado importante: debe ser un agente de discipulado y, entre otras cosas, usar una de las herramientas más efectivas para lograrlo: el servicio dominical.

Romanos 12:2 nos dice: "No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta." (Romanos 12:2, NTV). El culto dominical es mucho más que solo una reunión; es un momento de discipulado que alimenta y forma espiritualmente a los creyentes. Al igual que nuestra comida diaria, cada parte del servicio, desde la adoración y los cantos hasta la prédica, tiene su importancia y ayuda a construir una visión cristiana sólida. Esta cosmovisión actúa como un filtro para interpretar toda la realidad, afectando decisiones, actitudes y acciones de las personas, muchas veces sin que se den cuenta (Lammé, 2012).

Sin importar cómo sea la iglesia, lo más importante aquí es ser intencionados. Cada parte del servicio debe tener un objetivo formativo, hasta que Cristo se forme completamente en la vida de cada creyente (Gálatas 4:19). Y eso implica una predicación completa: no solo se debe hablar de la salvación o de hacer sentir bien a los asistentes, sino que hay que cubrir "todo el consejo de Dios" (Hechos 20:20; Mateo 28:18-20), enfrentando con claridad bíblica los puntos ciegos culturales y los pecados de nuestra época. Si la iglesia no hace un discipulado intencional, el mundo se encargará de hacerlo, aunque sea de manera accidental.

El objetivo va más allá de simplemente generar conversiones emocionales; se trata de formar cristianos que tengan una cosmovisión bíblica integral, capaces de entender el mundo y la vida desde la perspectiva de Dios. Pastores y líderes, este es nuestro desafío: cada domingo, durante el servicio y en cada detalle, tenemos la oportunidad de crear una experiencia que fomente una cosmovisión fiel, sólida, resistente y, sobre todo, bíblica. El servicio dominical tiene que ser una herramienta intencional para discipular a los creyentes y transformar su forma de ver las cosas, contrarrestando así la influencia de esas 'liturgias invisibles' que vienen del mundo.
(Agradezco al pastor J. Tolle (2025), quien en un mensaje en Life Pacific University (LPU) compartió este concepto que me llamó la atención y que he querido transmitir aquí).

Reflexión:
¿Cómo estamos organizando y llevando a cabo el servicio dominical para que refleje una visión del mundo basada en los valores y principios bíblicos, y de esa manera nos ayude a resistir las narrativas de la cultura actual?

Oración: 
Padre celestial, hoy venimos ante Ti reconociendo que vivimos en un mundo lleno de voces, rutinas y mensajes que intentan influir en nuestra forma de pensar y vivir. Te pedimos perdón por aquellas veces en que hemos permitido que esas “liturgias invisibles” guíen nuestro corazón más que Tu Palabra.

Señor, gracias por el privilegio de reunirnos cada domingo. Te rogamos que nuestros cultos no sean meras reuniones superficiales, sino momentos de auténtico discipulado, donde Tu Espíritu renueve nuestra mente y nos moldee a la imagen de Cristo. Que cada cántico, cada oración, cada lectura de la Biblia, y cada predicación sirvan como herramientas para transformar nuestra visión del mundo y alinear nuestras vidas con Tu voluntad, que es buena, agradable y perfecta.

Pedimos de manera especial por los pastores y líderes, dales sabiduría y valor para proclamar todo Tu consejo, sin miedo a desafiar los engaños de la cultura. Que nuestras iglesias no se adapten al mundo, sino que se conviertan en comunidades que resisten con la verdad y reflejan la luz de Cristo.

Padre, fórmanos para que seamos discípulos íntegros y firmes, con una fe fuerte y un amor sincero, que vivamos para Tu gloria en medio de este mundo. Que cada servicio dominical sea un espacio de encuentro contigo que fortalezca nuestra fe y nos prepare para ser luz y sal dondequiera que estemos. Amén.

jueves, 21 de agosto de 2025

El desafío de ser buena tierra

¡Escuchen! Un agricultor salió a sembrar. A medida que esparcía las semillas por el campo, algunas cayeron sobre el camino y los pájaros vinieron y se las comieron. Otras cayeron en tierra poco profunda con roca debajo de ella. Las semillas germinaron con rapidez porque la tierra era poco profunda; pero pronto las plantas se marchitaron bajo el calor del sol y, como no tenían raíces profundas, murieron. Otras semillas cayeron entre espinos, los cuales crecieron y ahogaron los brotes; pero otras semillas cayeron en tierra fértil, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado! Todo el que tenga oídos para oír, que escuche y entienda» (Mateo 13:3-9, NTV

Una de las parábolas más famosas de Jesús es la del sembrador (Mateo 13:1-9, 18-23). Con palabras simples, el Maestro nos enseña que cada corazón puede reaccionar de forma distinta al escuchar la Palabra de Dios. La semilla siempre es buena —es la Palabra viva y poderosa de Dios (1 Pedro 1:23; Isaías 55:10-11)—, pero los resultados dependen del estado del terreno donde cae: nuestros corazones. 

Lo primero que llama la atención en esta historia es el sembrador. A diferencia de un agricultor que cuida cada semilla, este sembrador es generoso y algo “derrochador”. Esparce la semilla por todo tipo de terreno: al lado del camino, entre piedras, entre espinos y en buena tierra. Este detalle revela el corazón de Dios: Su Palabra y Su gracia se ofrecen abundantemente, incluso sabiendo que no siempre serán bien recibidas.

Jesús explicó que algunos corazones se encuentran a veces en un estado como el camino: oyen la Palabra, pero no la comprenden, y el enemigo se lleva lo sembrado (Mateo 13:19). Otro estado del corazón es como el terreno pedregoso: reciben la Palabra con alegría al principio, pero carecen de raíces profundas, y se desaniman ante la prueba (Mateo 13:20-21). También están aquellos corazones entre espinos: la Palabra se ahoga por las preocupaciones, ansiedades y la atracción de las riquezas (Mateo 13:22). Finalmente, está la buena tierra: quienes escuchan, comprenden y perseveran, dando una cosecha abundante (Mateo 13:23; Colosenses 1:6).

La verdad es que a lo largo de nuestras vidas, podemos experimentar los cuatro terrenos en diferentes momentos. A veces le hacemos resistencia a la Palabra, otras la aceptamos de manera superficial, y en ocasiones la dejamos ahogar por preocupaciones… pero también podemos convertirnos en buena tierra cuando abrimos nuestro corazón con humildad y obediencia. El llamado es claro: "Todo el que tenga oídos para oír, que escuche y entienda" (Mateo 13:9, NTV).

Ser buena tierra trata de escuchar con atención, recibir con fe, obedecer con disposición y permanecer firmes incluso en las pruebas (Santiago 1:22-25). El salmista lo expresa claramente: “Bienaventurado el hombre… que en la ley del Señor está su deleite, y en Su ley medita de día y de noche. Será como un árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo” (Salmo 1:1-3).

Esta parábola también nos llena de esperanza: la semilla de Dios nunca es en vano. Aunque muchos la rechacen o la ahoguen, siempre habrá quienes respondan con fe, y el fruto será abundante. Como dice Pablo: “Lo que el hombre siembre, eso segará” (Gálatas 6:7). Y Jesús dice: “El que tiene oídos, que oiga” (Mateo 13:9).


REFLEXIÓN:

[1] Mirando las veces que mi corazón ha sido como un "terreno pedregoso" o rodeado de "espinos", ¿qué "piedras" (pruebas o desánimo) o "espinos" (preocupaciones o deseos) he notado que me han frenado para crecer y dar fruto, tal como menciona esta parábola y como lo describe el apóstol Pablo en Gálatas 5:22-25?

[2] Ahora que sé que puedo convertirme en "buena tierra", ¿qué prácticas y actitudes específicas estoy listo/a para incorporar en mi día a día para cultivar mi corazón y prepararlo mejor para recibir y hacer prosperar las enseñanzas de Cristo (Mateo 5 a 7)?

ORACIÓN:
Padre bueno y generoso, te doy gracias porque Tú eres el sembrador que no escatima en esparcir Tu Palabra con abundancia en mi vida. Gracias porque, aun conociendo la dureza y fragilidad de mi corazón, me sigues hablando y llamando a volver a Ti.
Señor, reconozco que muchas veces he sido como tierra dura, pedregosa o llena de espinos. He escuchado Tu voz y no la he entendido; la he recibido con emoción pasajera sin raíces profundas; he permitido que las preocupaciones, los afanes y los deseos de este mundo ahoguen la semilla que sembraste en mi. Perdóname, Padre, y límpiame de todo aquello que impide que Tu Palabra florezca.
Hoy pido que Tu Espíritu Santo are mi corazón, quite las piedras y espinos, y me convierta en buena tierra. Quiero escuchar Tu Palabra con humildad, obedecerla con fidelidad y perseverar hasta dar fruto abundante para Tu gloria.
Señor, hazme como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo y cuya hoja no cae (Salmo 1:3). Que Tu Palabra habite en mi con poder, transformando mi vida, mi familia y mi comunidad.
Te rindo me corazón, Padre amado, y te pido que lo hagas fértil para cumplir Tu propósito. Que sea tierra buena, sembrada por Ti, que dé fruto al ciento por uno por medio de Jesucristo para Tú gloria. Amén.

miércoles, 13 de agosto de 2025

Mujeres mayores discipulando a mujeres jóvenes

 

"De manera similar, enseña a las mujeres mayores a vivir de una manera que honre a Dios. No deben calumniar a nadie ni emborracharse. En cambio, deberían enseñarles a otros lo que es bueno. Esas mujeres mayores tienen que instruir a las más jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a vivir sabiamente y a ser puras, a trabajar en su hogar, a hacer el bien y a someterse a sus esposos. Entonces no deshonrarán la palabra de Dios"
(Tito 2:3-5, NTV).

En Tito 2:3-5, el apóstol Pablo presenta un modelo claro de ministerio intergeneracional femenino en el contexto de la iglesia. En él, las mujeres mayores son llamadas a discipular a las más jóvenes con su ejemplo y enseñanza, cultivando así una comunidad sólida y piadosa.

Todo comienza con el testimonio de una vida que teme a Dios, donde la madurez espiritual se refleja en la conducta diaria. Estas mujeres deben ser cuidadosas con sus palabras, sabias, sobrias y no esclavas de malos hábitos. Su vida íntegra les da autoridad para enseñar lo bueno y correcto, lo que glorifica a Dios.

El discipulado que Pablo describe es integral: forma el carácter, fortalece el hogar y refleja el evangelio al mundo. Las mujeres mayores deben entrenar a las jóvenes en amar a sus esposos e hijos, a ejercer dominio propio, a vivir con pureza, a cuidar su hogar y a mostrar una actitud de respeto y cooperación en el matrimonio. El modelo bíblico incluye formación práctica en relaciones saludables, lo cual fortalece el hogar y la comunidad de fe. Criar hijos conforme al temor de Dios no se improvisa. Las mujeres maduras pueden compartir experiencias, valores y sabiduría para que las madres jóvenes edifiquen su hogar en fe y paciencia.

Este ministerio no se trata solo de transmitir información, sino de compartir vida, caminar juntas, sanar heridas y fortalecer el andar con Dios. En una cultura que celebra la independencia desarraigada, el modelo de Tito 2 nos recuerda que el Reino de Dios crece por medio de relaciones generacionales de amor, humildad y verdad.

El ministerio intergeneracional descrito por Pablo en Tito 2:3-5 es un modelo de discipulado femenino integral: forma carácter, fortalece hogares y protege el testimonio del evangelio en la comunidad. Las mujeres mayores no solo enseñan con palabras, sino con una vida digna de imitar, y las jóvenes aprenden a vivir con propósito, integridad y sabiduría.

Preguntas para reflexionar:
  1. ¿Qué mujeres mayores han influido positivamente en su vida espiritual y cómo puede usted hacer lo mismo con otras?
  2. ¿Qué áreas de su vida podrían ser formadas o fortalecidas si usted se acercara a una mentora de fe madura?

Oración: Señor, levanta en tu iglesia mujeres sabias, reverentes y llenas de tu amor, que discipulen a las más jóvenes con ternura y verdad. Que vivamos como comunidad intergeneracional que refleja tu Reino. Amén.

domingo, 3 de agosto de 2025

Loida, Eunice y Timoteo: un ministerio intergeneracional


"Recuerdo la sinceridad de tu fe, que primero inspiró a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora resuena en ti. Estoy completamente convencido de ello" 
(2 Timoteo 1:5, NVI).

La historia de Loida, Eunice y Timoteo en 2 Timoteo 1:5, 3:15, y Hechos 16:1-2, ofrece un poderoso testimonio de ministerio intergeneracional y del impacto que una fe genuina puede tener a través del tiempo. Timoteo, un joven líder del Nuevo Testamento, fue fruto de una profunda inversión espiritual de su abuela Loida y su madre Eunice. Ellas no solo le transmitieron enseñanzas, sino que vivieron esas verdades, dejando una marca imborrable de autenticidad espiritual que moldeó su carácter y su ministerio.

Desde su infancia, Timoteo recibió instrucción en las Sagradas Escrituras (2 Timoteo 3:15). Este énfasis en la educación/formación desde los primeros años, como se menciona en Deuteronomio 6:6-7, Proverbios 22:6 y Efesios 6:4, subraya que el hogar es el “primer seminario”. Padres y abuelos se convierten en los mentores iniciales de la fe, estableciendo los cimientos para una profunda conexión con Dios.

Adicionalmente, Loida y Eunice criaron a Timoteo en un entorno familiar mixto, donde pudieron existir desafíos espirituales debido a su padre griego. Sin embargo, esto no opacó su influencia piadosa, que resultó ser fundamental. La integridad de Timoteo fue su mejor carta de presentación, una clara evidencia de que una formación cristocéntrica puede prosperar incluso en circunstancias difíciles. Al igual que Moisés, José y Daniel, Timoteo fue un testigo firme en un mundo que con frecuencia es adverso a la fe.

La dedicación de estas dos mujeres trascendió la familia. Timoteo se convirtió en el colaborador más leal del apóstol Pablo, dedicándose al evangelio y liderando congregaciones. Tal como Josué fue moldeado por Moisés y Tito por Pablo, Timoteo fue el producto de una formación intencional con una visión generacional, demostrando que el discipulado en el hogar puede producir líderes con un impacto apostólico que perdura en el tiempo.

REFLEXIÓN:
  1. ¿Cómo estoy invirtiendo en la fe de las próximas generaciones?
  2. ¿Qué estoy enseñando en casa que dejará huellas eternas?

Oración: Señor, gracias por el ejemplo de Loida y Eunice. Ayúdame a ser un canal de fe viva para quienes vienen después de mí. Que mi legado sea Cristo hecho grande en cada generación. Amén.