viernes, 18 de julio de 2025

La madre del rey Lemuel: ministerio intergeneracional

 
(Sierra Nevada de Santa Marta, COLOMBIA)

Los dichos del rey Lemuel. Oráculo mediante el cual su madre lo instruyó: «¿Qué pasa, hijo mío? ¿Qué pasa, hijo de mis entrañas? ¿Qué pasa, fruto de mis votos al SEÑOR? No gastes tu vigor en las mujeres, ni tu fuerza en las que arruinan a los reyes. »No conviene que los reyes, oh Lemuel, no conviene que los reyes se den al vino, ni que los gobernantes se entreguen al licor, no sea que al beber se olviden de lo que la ley ordena y priven de sus derechos a todos los oprimidos. Dales licor a los que están por morir, y vino a los amargados; ¡que beban y se olviden de su pobreza! ¡que no vuelvan a acordarse de sus penas! »¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz, y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados!» 
(Proverbios 31:1-9, NVI).

En Proverbios 31:1-9 encontramos una joya de sabiduría a menudo ignorada: la valiosa enseñanza de una madre a su hijo, el rey Lemuel. No se dirige a él como cualquier madre, sino como una mentora espiritual, dedicada a forjar el carácter de un líder justo y reverente ante Dios.

Ella le enseña a proteger su integridad, a practicar el autocontrol, a evitar los excesos que conducen a la ruina y, sobre todo, a gobernar con empatía y equidad. Le advierte sobre los peligros del vino (Proverbios 20:1; 23:29-35) y los deseos que nublan el juicio (Proverbios 5:1-23), instándole a alzar la voz por quienes no pueden hacerlo, a defender al pobre y al necesitado (Salmo 82). Esta madre no solo educó a su hijo: formó a un rey que se preocuparía por su pueblo y dejaría una huella duradera.

Este pasaje pone de manifiesto la influencia del discipulado intergeneracional. Lo que ocurre en el hogar, en el ambiente de conversaciones llenas de amor, de sincero interés por el otro y de propósito, puede tener un impacto eterno y trasciende generaciones. Aunque el nombre de la madre no se menciona en el texto, la sabiduría de esta mujer continúa formando generaciones a través de la Escritura.

Hoy, padres, madres, mentores y líderes, tenemos la responsabilidad de hacer lo mismo: invertir de manera intencionada en quienes vendrán después con palabras que moldean carácter, con verdad y gracia.

REFLEXIÓN:
  1. ¿A quién estoy formando hoy con mis palabras, mi ejemplo y mis oraciones?
  2. ¿Estoy transmitiendo principios que edifiquen un liderazgo íntegro, justo, compasivo y sostenible?

Oración: Señor, hazme un mentor fiel. Ayúdame a formar con sabiduría y amor a la próxima generación, para que lidere con integridad, justicia, humildad, verdad y gracia. Amén.

miércoles, 16 de julio de 2025

Transformación Espiritual: manténgase en forma

 

"Por lo tanto, abandonando toda maldad y todo engaño, hipocresía, envidias y toda calumnia, deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación, ahora que han probado lo bueno que es el Señor" (1 Pedro 2:1-3, NVI).

Así como un atleta se ejercita para competir, el creyente está llamado a ejercitarse espiritualmente para reflejar el carácter de Cristo. La transformación espiritual no es instantánea, sino un proceso continuo que requiere nuestra colaboración y disciplina.

Despojarse de la malicia, el engaño y la hipocresía es el primer paso. Luego, alimentarse (nutrirse) diariamente de la Palabra, cultivar la oración, practicar la confesión sincera, participar en comunidad, y servir con generosidad, son ejercicios que mantienen viva y fuerte nuestra fe (Hechos 2:42-47).

Cuando practicamos estas disciplinas, no solo crecemos en conocimiento, sino que también somos moldeados a la imagen de Jesús, y nos convertimos en instrumentos útiles para el ministerio. Dios es quien da el crecimiento, pero Él espera que nosotros entrenemos con diligencia (1 Timoteo 4:7-8; Hebreos 5:14). ¡Cada paso cuenta en este viaje hacia la madurez y hacia el servicio a Dios y al prójimo!

Hoy, más que nunca, necesitamos creyentes comprometidos seriamente con su crecimiento y formación espiritual, no por obligación, sino por amor a Aquel que nos llamó.

"Al señalar estas cosas a los hermanos serás un buen ministro de Cristo Jesús, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Pero nada tengas que ver con las fábulas profanas propias de viejas. Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad. Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura" (1 Timoteo 4:6-8), NBLA).

REFLEXIÓN: ¿Qué disciplina espiritual necesita fortalecer hoy para seguir creciendo en su transformación espiritual?

ORACIÓN: Señor, te ruego que me ayudes a ser constante en mis ejercicios espirituales, a tener hambre de Tu Palabra y a nutrirme con ella, a ser diligente en reflejar a Cristo cada día y a estar comprometido en el servicio a Ti y al prójimo.